Suicidio en Yucatán, problema social más que de salud mental: Julio González

Experto considera que la desigualdad y las injusticias pueden llegar a propiciarlo
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

El suicidio en Yucatán, durante el 2020, resultó ser la tercera causa de muerte. Aunque es una problemática comúnmente considerada de salud mental, los especialistas e investigadores la miran como un problema social, que entreteje diversas situaciones como desigualdad, religión, control, entre otras. Julio González González Durán, reportero y periodista, encontró interés en investigar sobre el tema para su tesis de maestría en Periodismo sobre Políticas Públicas, ante el contraste de que Mérida es considerada “la ciudad más segura” del país, pero al mismo tiempo es uno de los primeros lugares en suicidio, creando la tesis "Autopsia del Suicidio en Yucatán”.

González recuerda haber leído sobre un filósofo que decía “cuando alguien decide quitarse la vida, algo estamos haciendo mal como comunidad”, pues la vida de una persona implica a la otra y viceversa.

El suicidio, explica, se alimenta de factores sociales, considerando que la desigualdad y las injusticias pueden llegar a propiciarlo; por eso, en una de sus visitas a Yucatán, se interesa cuando Gaspar Baquedano López, director de Escuela de Conciencia (ECO) y coordinador del Programa Integral de Atención al Suicidio (PIAS) del Hospital Psiquiátrico de Yucatán, le señala que la mayor parte de los suicidios se dan en el sur de la ciudad o en lugares con carencias económicas.

“Es más probable morir por decisión propia a que alguien decida quitarte la vida, en un país donde es más probable lo contrario”.

Encuentra que las autoridades yucatecas intentan atender la situación como una problemática de la salud mental y, si bien suele pensarse en un primer momento en depresión y ansiedad al escuchar “suicidio”, cuestiona “¿qué es lo que los alimenta?”.

Por lo cual, desde las políticas públicas, considera que la atención no está resultando eficiente ni integral, pues incluso la creación de un Instituto de Salud Mental para la entidad quedó en el papel y no goza de un edificio al cual acudir por ayuda.

Y, lejos de que su existencia represente un incremento en el presupuesto para abordar al tema de salud mental, señala que ha disminuido; Datos del gobierno estatal indican un presupuesto de 63 millones 391 mil 117 pesos en 2019 y 19 millones 98 mil 376 pesos en 2020.

También resalta como un aspecto a considerar que “la mayoría de las personas que cometen suicidio en Yucatán tienen alcohol en la sangre al momento de cometerlo”; pues la (Encuesta Nacional de Salud y Nutrición) ENSANUT 2018 posiciona a Yucatán en el cuarto lugar en consumo de alcohol en la población mayor de 20 años, con 25.6 por ciento, mientras que la media nacional es de 16.4 por ciento.

Además, el Boletín Epidemiológico Nacional, hasta la semana 29 de este año, cuenta 369 casos de hombres con intoxicación aguda por alcohol y 10 de mujeres; para 2020 el total fue de 2 mil 180, posicionándose como la entidad con mayor número de casos a nivel nacional en ese año, la siguiente es Jalisco con mil 197.

 

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Ante lo cual, pregunta qué se está haciendo en ese sentido y por qué las personas están ingiriendo esas cantidades de alcohol, “no es algo que se esté atendiendo, al menos no de manera tan evidente”.

Y reitera “el problema no es solamente de salud mental, va más allá”.

Tomando como referencia a su entrevistado, Baquedano López, señala que el suicidio se crea, pues no es un virus. “Donde yo pondría el foco: ¿qué se está haciendo en las cuadras, colonias, barrios donde se está suicidando más gente?”, pues al no atender la situación, encuentra a esa población más propensa de continuar en la epidemia creada.

Y, ante la falta de acompañamiento a las y los afectados directos por un suicidio, entre ellos mismos han tenido que formar sus redes para encontrar una salida a una problemática sobre la cual el estado no quiere hablar.

Observa también, desde fuera, represión hacia quienes habitan en el estado, con lo que identifica como control y ocasiona una vida desde el orden, “existe el orden de la casta blanca, existe el orden del deber ser”.

En voz de Baquedano López, para La Jornada Maya, este año se han suicidado 214 personas, a ocho meses de haber comenzado el año, el número casi alcanza la cifra que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) registra de 2020, es decir, 243.

Y es que la cifra se ubica únicamente tras los 2 mil 903 fallecimientos por coronavirus y las mil 884 defunciones a causa del Diabetes Mellitus en el Estado, conforme indica el INEGI.

Con la contingencia por Covid-19, señala un incremento de los suicidios en personas mayores, pues atraviesan problemas económicos ante no poder solventar los gastos que su familia requiere, “se crea mentalmente ante la frustración”.

Pero deja en claro que el suicidio es multifactorial, no se debe únicamente a la pandemia, sino que parte de lo psicológico, familiar, abuso de sustancias, economía, entre otros; encuentra al factor económico como uno de los que ha desestabilizado y desesperado a muchas personas y familias durante la pandemia.

“Los niños están muy angustiados porque han perdido contacto con el juego que es necesario a su edad, con sus compañeritos y eso está limitado”, con lo cual considera a las infancias un grupo muy afectado con la contingencia.

A eso, le suma que la convivencia estrecha, junto con los problemas económicos cuando los hay, gran influencia en una situación ya existente, “no es la primera vez que tenemos tantos suicidios, Yucatán ha sido como 30 años puntero en el país en cuanto al suicidio, con estas circunstancias se agrava”, aunque reconoce que nunca se había presentado una cifra tan alta.

Para poder evitar este tipo de muerte autoimpuesta, el especialista, pide dejar de verlo como un problema médico exclusivamente, “porque la comunidad tiene la idea de que es un problema de salud mental, de la Secretaría de Salud, del gobierno y no es así”.

Resalta que no todas las personas que intentan cometer el acto o lo cometen, tienen alguna problemática de salud mental “hay más elementos y en ellos es donde entra la comunidad, es la que más puede hacer, promoviendo mejores niveles de vida, promoviendo bienestar”.

El incremento de la violencia, reitera, no es un problema médico, es un problema social; por lo cual, encuentra en la ciudadanía a las personas que deberían estarse involucrando para mejorar las circunstancias.

Extiende una invitación para unirse a sus sesiones virtuales desde la Escuela de Conciencia, en donde imparte talleres y pláticas sobre la atención del suicidio, esperando poder brindarles una mano.

 

Edición: Laura Espejo


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