Los personajes más emblemáticos del anime y otras sagas se dieron cita en el centro de convenciones Siglo XXI durante el Tsunami, uno de los encuentros más importantes para los frikis y otakus. Tras casi dos años de ausencia, la convención volvió a Mérida con más fuerza que nunca, reuniendo a miles de fanáticos de estas producciones.
Una larga y muy particular fila se formó a las afueras del salón Chichén Itzá de dicho recinto. Su singularidad radicó en los personajes que la conformaban. Eren Jaeger, Goku, Boba Fett y otros seres fantásticos convivieron en un mismo espacio emulando uno de los crossovers más ambiciosos de los que se tenga memoria.
Ya en el salón, el ir y venir de los cosplayers llamó la atención de los presentes quienes les solicitaron fotografías que aceptaron gustosos en todo momento. Sucede que participar en esta disciplina exige de gran esfuerzo y dedicación. Por eso, cuando les piden la foto es cuando saben que algo han hecho bien, y sonríen.
Para consumar este pasatiempo no están solos. Los padres y las madres de los cosplayers juegan un papel crucial en el ejercicio de estas identidades; ya sea apoyándoles económicamente, haciendo de fotógrafos o de plano caracterizándose también, como en el caso de Javier y Lupita, padre e hija.
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Las pasiones se desbordan cuando personajes antagónicos como Goku y Freezer se encuentran en los pasillos y el Siglo XXI se transforma en el planeta Namekusei. Sin conocerse, ambos exponentes saben que comparten una afición por Dragon Ball y les resulta imposible ignorarse ante miradas curiosas contemplando la coincidencia.
Los stands lucen tapizados de afiches, playeras e indumentaria relativa a los diversos fandoms que se congregaron la sala. Un verdadero Tsunami de formas y colores japoneses se apoderó del recinto en donde se tejieron nuevas amistades; y sin miedo, los otakus se sintieron parte de un movimiento, una -relativamente- nueva tribu urbana.
“Nos gusta vivir varias vidas” sostiene un Dominic Santiago mientras se acomoda el casco y se prepara para exterminar una nueva horda de Locust, la enésima de la tarde. El soldado celebra que ahora, con un trabajo estable, pueda dar rienda suelta a su hobby favorito y gastar 10 mil pesos en un traje que él mismo confeccionó.
En el escenario, el actor de doblaje Mario Castañeda, quien da voz a Goku, hace lo suyo motivando a chicos y grandes a no abandonar sus sueños. Tras enunciar algunas de las frases más icónicas del saiyajin, pone fin a su acto diciendo: “Puede que lo haya perdido todo, pero jamás dejaré de pelear por lo que creo”.
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Edición: Estefanía Cardeña
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La Jornada
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