Cuando pierdes a tus padres, te conviertes en una persona huérfana; si muere tu pareja eres viuda o viudo, pero cuando tu hijo se muere no hay palabra que describa esa situación.
Y así, con ese dolor para el que no alcanzan las palabras hay que seguir.
Norma no pudo despedirse de su hijo, estaba moribunda en su recámara cuando pasó la carroza fúnebre. Desde su hamaca escuchó cómo Enrique agonizaba, cómo sus hijas y su nuera intentaban reanimarlo, cómo su esposo terminó destrozado cuando lo vio por última vez. Y ella aguantó. Más muerta que viva, sólo pensaba que ahora tenía dos responsabilidades más. Por ser la abuela, por ser mujer.
Perder a su hijo incluso hizo que dudara de su fe.
“No quiero ir al templo, para qué rezar si no me escucharon, si no me cumplieron lo único que pedí", dice y cuando una mujer pierde de la fe, no hay muchas opciones de dónde agarrarse, pero todos pusieron sus ojos sobre ella, le pedían más de lo que podía dar y lo dio, porque así son las cosas.
Norma es una de las casi siete mil personas que han perdido un familiar con la pandemia en Yucatán, es una de las miles que se contagió de Covid-19 antes de que las jornadas de vacunación empezaran.
Supo que su hijo, de apenas 26 años, murió por sus comorbilidades: diabetes y obesidad.
Ella misma vivió la enfermedad en su etapa más grave y sobrevivió sólo para enfrentarse a lo que las leyes no escritas mandan: le tocaba reconstruir a su familia de los escombros y ser la madre de sus nietos, porque si bien su nuera no falleció, es una jovencita que no quiere enfrentar sola la responsabilidad de criar a dos pequeños de uno y tres años.
Norma no rompe estereotipos, los respeta, los defiende y los preserva, porque eso le enseñaron en el municipio donde nació: Sacalum. Y además de esforzarse por ser la abuela, la madre, la esposa que todos esperan que sea, también es una mujer trabajadora, quien desde casa busca un ingreso extra para completar el gasto.
Es una emprendedora que vende productos de belleza y también hace piñatas, negocios que ha logrado levantar en medio de todas sus responsabilidades.
Ser la madre que a pesar de estar rota y destrozada tiene la fortaleza para seguir siendo el pilar de una familia, es de aplaudirse.
¿La recompensa? El amor infinito que sus nietos, sus hijos y su esposo sienten por ella y el agradecimiento que le demuestran.
Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se reconoce absolutamente todas las luchas: las internas, las externas, las colectivas, las individuales y es una conmemoración para que absolutamente todas las mujeres juegan un papel relevante como parte de la sociedad.
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