En el marco del Día de las Trabajadoras Sexuales, que se conmemora el 2 de junio, Muñeca Aguilar Martínez aclaró que se trata de un trabajo digno e hizo un llamado a erradicar los estigmas, la discriminación y las violencias -tanto por parte de la sociedad, como de las instituciones- que sufre este sector. Este viernes impartirá una plática relativa a esta actividad.
Trabajo sexual y maternaje, como denominó su plática, será una charla autónoma e independiente desde sus vivencias y también con algo de experiencia de sus compañeras trabajadoras sexuales. El encuentro, expuso, estará enfocado en el maternaje.
“Yo soy trabajadora sexual, pero soy una persona transgénero, así que no puedo gestar, pero mi hermanito, que es una persona con discapacidad, y yo, sobrevivimos del trabajo sexual. A eso se le llama maternaje”, explicó.
Esta parte, sentenció, es importante visibilizarla, pues en la mayoría de los casos, las trabajadoras sexuales siempre maternan a la familia, ya que casi todas son madres solteras que han huido de casa a razón de la violencia que han vivido y la falta de educación sexual.
Maternaje y maternar, aclaró Muñeca, se trata de términos distintos. El primero, detalló, se refiere a una persona que no puede gestar, mientras que maternar es lo que ocurre luego de parir.
Abordar el tema del trabajo sexual, sostuvo Muñeca, es complejo, pues hay un estigma lacerante que recae sobre su oficio. La discriminación existe indistintamente de que se trate de una trabajadora sexual de lujo, callejera o una que ejerza a puerta cerrada.
“Como sea, hay un estigma hacia las trabajadoras sexuales, una discriminación también cuando se habla de ello y se vuelve institucional cuando se vulneran nuestros derechos”, condenó.
A manera de ejemplo, compartió, ella está en medio de un juicio para obtener la tutela de su hermanito desde que su madre falleció de cáncer.
“Entonces tengo que andarme con cuidado y diciéndole al Estado que voy a darle una educación con base en la religión, la moral y las buenas costumbres. Todo lo que exigen jurídicamente, como si dieran a entender que por ser trabajadora sexual no puedo darle esta educación”.
Para Muñeca Aguilar, éste es sólo uno de los tipos de estigmas y discriminaciones que viven a diario las trabajadoras sexuales, ya sea callejera o de lujo, reiteró, siempre se vive dentro del mismo sistema discriminatorio.
‘Putofobia’
Esto, precisó, tiene nombre: cipridofobia, o como se le conoce coloquialmente: putofobia, la cual consiste en un temor injustificado hacia la prostitución y a contraer enfermedades venéreas. Dicha situación, lamentó, genera más violencia y discriminación.
En muchas ocasiones, aclaró, las trabajadoras sexuales se cuidan más de esto que una persona promedio, pues conocen los riesgos de su actividad y lo que existe en el ambiente en el que se desenvuelven cotidianamente.
“Es verdad que nos cuidamos de los clientes, pero no de nuestras parejas y eso es algo muy fuerte que sucede en el ámbito”, reconoció Aguilar.
Si Muñeca está haciendo su propio conversatorio es porque desde hace varios años ha ejercido el trabajo sexual y hubo una época en la que lo dejó “por mejorar”. Esto, dijo, va entre comillas, ya que ejercer el oficio no la hace mejor o peor persona.
“Lo hice en la juventud; y tuve que regresar a ello durante la pandemia para poder sostener a mi familia, sobre todo a mi mamá que tenía cáncer”, subrayó.
Esta actividad, abundó, no la ejercía en la ciudad de Mérida justamente por el “qué dirán”. Sin embargo, “salió del closet” en la contingencia y se dedicó a apoyar a sus colegas al tener pleno conocimiento de sus derechos.
Dignidad
El panorama, expuso, sigue igual para ellas a pesar de avances como el alto a la criminalización del trabajo sexual, que ya no es un delito. “Pero no ha avanzado de ahí porque vivimos en una sociedad muy hermética”, aseveró.
“Entonces no se puede alzar la voz porque todas temen que les quiten a sus hijos, o que la familia se entere, pero no las puedo obligar a que aporten al periodismo o al activismo”, sentenció.
En ese sentido, mencionó que el activismo ha causado que las trabajadoras sexuales sean vistas como sujetos de investigación y no somo sujetos de derecho, lo que ha ocasionado que se desanimen a participar para ser visibles.
Sobre las asignaturas pendientes, subrayó que entre ellas figura el asegurar salud pública para quien ejerce esta actividad, erradicar las violencias que sufren y, sobre todo, erradicar la violencia institucional hacia ellas.
En el marco del Día de las Trabajadoras Sexuales, Muñeca Aguilar recordó que el trabajo sexual no es uno indigno: “Todo trabajo debe ser remunerado; y utilizar nuestro cuerpo como lo hace un albañil o un carpintero, es digno”, concluyó.
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