En 2013, un curso de kitesurf para tres habitantes de El Cuyo fue el semillero de lo que ahora son exitosas escuelas de esta disciplina en la comunidad de Tizimín, cuya demanda va a en incremento y permite que más jóvenes se sumen a la prestación de este servicio.
Los tres primeros instructores originarios de El Cuyo se encargaron de enseñar kitesurf a otros habitantes y de capacitarlos para que también tengan la habilidad de vender los cursos a los turistas que visitan la zona.
Fue así como creció el grupo de instructores locales de kitesurf, quienes han tenido la oportunidad de fundar las primeras escuelas que ofrecen este servicio, dando así oportunidades de empleo a sus vecinos.
Es el caso de Luis, quien es uno de esos tres primeros instructores en formarse en la comunidad y el fundador de El Cuyo Kite School en 2015, una escuela que emplea a jóvenes locales.
“En 2013 nos enseñaron a nosotros y como primera generación enseñamos a otra generación y esa generación enseñó a otra y así hemos ido instruyendo y ahora somos como 10 los que nos dedicamos a esto y seguimos enseñando. Aceptamos que lleguen escuelas extranjeras con la condición de que tienen que tener mínimo a un instructor local y que tienen que enseñar a más gente local”, cuenta Luis.
En El Cuyo Kite School actualmente laboran tres instructores, pero si la demanda crece, otros jóvenes de la comunidad son invitados a dar los cursos.
“Depende de cuántos estudiantes tengamos, si llegan muchos alumnos le pedimos a otros instructores locales que nos ayuden”, explica.
El objetivo es que la economía sea local y que los jóvenes tengan oportunidades laborales en el sitio donde nacieron.
“No queremos que haya ese desplazamiento que ha ocurrido en otros lugares como Cancún, Playa del Carmen, que la gente no se preparó para recibir turismo y de repente se desplaza a la gente local y al final llega gente de afuera y se lleva los empleos y se lleva todo”, manifiesta Luis.
El joven asegura que, como el resto de las actividades que se realizan en El Cuyo, el kitesurf es una disciplina controlada y no invasiva, que respeta normas establecidas entre autoridades e instructores para evitar impacto ecológico y molestias a los bañistas que también disfrutan de la playa.
Luis está consciente de que la presencia turística ha incrementado en su comunidad, pero presume que la oferta para los visitantes sigue siendo la de turismo alternativo no masivo, que es el principal atractivo de El Cuyo.
“Sabemos que el crecimiento no se puede detener, cada año recibimos más visitantes, pero sí estamos controlando que las cosas no se nos salgan de las manos para seguir cuidando lo que siempre ha sido El Cuyo”, comenta.
Esta unión comunitaria es precisamente la que les ha ayudado a enfrentar los estragos de la pandemia: juntos van creciendo a la par que crece la demanda.
El confinamiento por el Covid-19 fue aprovechado incluso para mejorar su formación como instructores de kitesurf gracias a que disponían de la playa sola, que les permitió seguir afuera manteniendo una distancia considerable.
Ahora, con la reactivación económica al 100 por ciento gracias a las vacunas, los kitesurfers aseguran que la temporada de este 2022 ha superado por mucho la demanda que tenían antes de que llegara el virus a México.
“Nosotros regresamos a actividades en octubre del año pasado y ahora podemos decir que estamos a más de 100 por ciento comparado cómo estábamos antes de la pandemia”, presume Luis.
El Cuyo Kite School ofrece cursos de kitesurf desde la etapa básica hasta la avanzada con un equipo premium y la garantía de que todas las personas interesadas serán atendidas por instructores locales.
Para mayores informes sobre los cursos, disponibilidad y otras dudas, el equipo de El Cuyo Kite School puede ser localizado con este nombre en Facebook e Instagram o en el número 985 858 23 57.
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