Cultivos, un camino de resistencia para alcanzar la soberanía alimentaria

Reconocer el derecho que tienen los pueblos a controlar sus semillas, poseer tierras, agua y a la producción local
Foto: Bicky Ramírez

Cultivar, distribuir, comer: La ruta hacia la soberanía alimentaria es una investigación de la organización Distintas Latitudes y Factual, con la que sensibilizan la necesidad de tener una soberanía alimentaria, que las comunidades logren una producción local, autónoma y comunitaria, de lo cual hay ejemplos en el estado y un gran potencial para expandirlo.

En Yucatán, Katia Rejón, coordinadora –junto con Nicole Martín y Zoila Antonio Benito– en esta investigación realizada por 45 periodistas, describe que seguridad alimentaria  y soberanía alimentaria no son sinónimos, pues “mientras que la seguridad alimentaria puede ser un pretexto de los Estados para regalar canastas básicas, gallina, para programas asistencialistas, la soberanía alimentaria implica reconocer el derecho que tienen los pueblos a controlar sus propias semillas, tener una tierra, agua y alimentos que vengan de la producción local, autónoma y comunitaria”.

Apunta que, por eso, para la soberanía cultivar es fundamental, ya que a diferencia de la industria “agroexplotadora”, como la llama, ésta (cultivar) es una acción comunitaria, “suele ser familia, local, colectiva y eso también se ha perdido mucho a partir de estos procesos de despojo”.

En la entidad la situación no es diferente, desde su perspectiva, es necesario respetar el territorio de las comunidades mayas, beneficiándolas por encima de megaproyectos, granjas porcícolas y proyectos gubernamentales, ya que actualmente no ocurre de ese modo.

 

Foto: Bicky Ramírez

 

Este respeto hacia el trabajo de las comunidades, “también implicaría solucionar cosas que se han venido exigiendo desde hace mucho tiempo como el acaparamiento del agua, la deforestación, dar herramientas a productores para que no tengan que utilizar pesticidas ni fertilizantes en sus cultivos".

En Sotuta, las mujeres de Cultiva Alternativa ya están capacitándose en temas de gastronomía y agroforestación y considera que esto es un ejemplo de cómo se pueden impulsar las producciones locales, al tiempo que las y los consumidores apoyen igualmente comprando estos productos con buenas prácticas y mejores para la salud.

“Sí se puede consumir local y eso también tiene que ver con la accesibilidad en el flujo de distribución y sitios para vender la cosecha", aseguró que consumir eco-friendly no necesariamente significa adquirir productos con costos mayores, pues es posible construir redes con producciones locales para ayudarse mutuamente.

 

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El Estado, abundó, cuenta con producción en la milpa; en particular, en Timul cultivan la mayor cantidad de chile habanero en todo Yucatán, además, lugares como Cultiva Alternativa, señaló, contribuyen para acercar la información sobre la soberanía alimentaria, pero también para brindar esos cultivos a la gente.

Está presente también, dijo, la Red Solidaria de Huevo, una colectiva familiar en Ixil; el colectivo Milpa Muul Meyaj, que revaloriza el trabajo de las comunidades mayas; la Cooperativa Puntos Verdes; la campaña nacional “Sin maíz no hay país” y Guardianes de las Semillas de Yucatán para el intercambio, compra de semillas para la milpa.

 

Foto: Bicky Ramírez

 

Con esta investigación, sensibilizó, invitan a dar a conocer otros proyectos de soberanía alimentaria para el consumo o distribución, creando una red, pues mira que hay personas cultivando en Yucatán y esto es posible.

Aunque incluso pueden realizarse huertos en casa y compostas, reconoció que en especial con los árboles es necesario tener el espacio para ello y no todas las personas cuentan con éste, por lo cual propone encontrar espacios para trueques y compras que aporten los cultivos porque “quienes cultivan están en constante resistencia”, tanto por temas ambientales como por despojo u amenazas debido a las industrias.

“Repensar creo que es un buen paso, las prácticas que tenemos todos los días y es una invitación que hacemos en la investigación, que nos pongamos a pensar en las implicaciones éticas que tiene un consumo de alimentos.”

Edición: Emilio Gómez


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