Especial: Toca salvarse
Tener cáncer es responder con amor, con optimismo. Es una manera de luchar y contribuir con lo que está a tu alrededor, reflexiona Virginia Palau Leyva.
El amor por su familia, su religión, la fe y actitud positiva han sido algunas de sus armas para superar el cáncer de mama tres veces. El vencer este enemigo maligno le ha dejado una gran responsabilidad: prevenir y salvar vidas de más mujeres.
“No puedes dejar de corresponder a ese amor, no te puedes dejar caer cuando tienes a Dios, a tu familia, y amigos cercanos”, indica la sobreviviente.
Han pasado siete años desde que le detectaron este mal por tercera ocasión, no obstante, la incertidumbre de que regrese a su cuerpo nunca se aparta, pero tiene las herramientas y los vínculos para poder superarlo una vez más.
La doctora jubilada comparte su experiencia como sobreviviente y apoyo a la Asociación de Mujeres Yucatecas contra el Cáncer, A. C. (AMYCC), que atiende a mujeres con este padecimiento con tratamientos, consultas, medicamentos, talleres y demás, sin algún costo.
A Palau Leyva le detectaron por primera vez cáncer de seno hace 18 años. En esa época, relata, estaba entrando a la menopausia y sintió algo extraño en su seno izquierdo, por lo que inmediatamente acudió con su ginecólogo, sin embargo, éste le dijo que no se preocupara que “era algo hormonal”.
La entrevistada siguió sintiendo situaciones anormales, ligeras punzadas, entre otras cosas, ante su inquietud, decidió acudir con un ginecólogo oncólogo, quien le mandó hacer unos estudios. Un 15 de septiembre fue por los resultados, no lo quería abrir, recibir malas noticias ese día que iba a celebrar el Día de la Independencia con su familia.
Al final sus miedos se hicieron realidad: sí tenía un cáncer “muy agresivo” en su seno izquierdo. A pesar de este golpe de realidad, celebró con su esposo e hijas esa noche, sin decirles nada en ese momento, pero con los ánimos por los suelos, pensando “me voy a ir”.
Emprendió una lucha contra este tumor, inició su tratamiento de quimioterapias, no obstante, el panorama se complicó, pues al hacerse un examen de rutina, casi un año después de ser diagnosticada, le detectaron otro cáncer en su seno derecho, pero éste se pudo extirpar sin problemas.
Virginia Palau siguió el tratamiento y luego le hicieron una cirugía para extirpar el primer tumor, continuó con otra tanda de quimioterapias y radiaciones. “Se dice fácil, pero es una alteración en toda la familia, todos están preocupados”, comenta.
“Hay que manejar las cosas con muchas ganas, optimismo para que no te gane la parte negativa”, agrega
¿Qué se aprende del cáncer?
“Se aprende que tienes que ser más despegado de las cosas, no te aferres porque en cualquier momento no sabes qué te pueda pasar. Un día estaba sin ningún problema, y un día después estaba con un problema muy grande encima”.
Además, añade, aprendí a buscarle las cosas positivas a la vida; a luchar por la familia, a no decepcionar todo el amor que te están dando. “No puedes dejar de corresponder a ese amor, no te puedes dejar caer cuando tienes a Dios, a tu familia, y amigos cercanos... aprendes a luchar para no defraudarlos”, expresa.
Sin embargo, reconoce que ese mal le ha quitado muchas cosas, una de ellas la confianza de tener una larga vida.
¿Este mal se lucha con amor?
“Sí, se lucha con mucho amor porque tienes que cargarte de optimismo, de actitud positiva, si te dejas caer, si te quedas tirada en la cama, no sales, tienes que levantarte, ponerte guapa y llegar a la mesa y comer con la familia en armonía”, expresa.
Virginia Palau no tiene duda de que tener una actitud positiva es un factor importante para superar esta situación, aunque reconoce que hay días “oscuros”, donde no te sientes nada bien. El tratamiento no es fácil, hay mucho malestar, cuenta.
Ante este panorama negativo, también influyen mucho la religión que uno tenga, la que sea, “ese ser supremo donde depositas tu fe”, y la familia.
El cáncer regresó luego de 11 años, pero ya contaba con las experiencias y herramientas emocionales para enfrentarlo de nueva cuenta. Dijo que ya sabía que lo puede vencer y salir adelante, pero tiene su lado negativo el pasar por lo mismo otra vez.
En ese momento estaba a punto de nacer su primer nieto y con esto “se me vino abajo el mundo” por el temor de no verlo crecer. “Pero Dios me permitió, otra vez salir adelante, ya tengo 7 años sin el cáncer”, expresa.
Por último, la doctora recalca que las mujeres desde que son jóvenes deben aprender a conocer su cuerpo, sus senos y detectar cualquier anomalía. “La mujer tiene que conocerse, tocarse, saber cómo son sus senos para poder distinguir algo que no es normal”, señala.
También recomendó hacerse estudios cada año, sobre todo a las mujeres mayores de 40 años.
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