Viviendas del sur de Mérida presentan hacinamiento y carecen de infraestructura pública, como escuelas, hospitales entre otras problemáticas, reveló Aarón Rivas Menchi, doctor en Ciencias en Materiales Poliméricos, quien desde agosto del 2022, junto a otras investigadoras de la Unidad de Materiales del Centro de Investigación Científica de Yucatán A. C. (CICY), encabezan el PROYECTO SEMILLA 10415-34 "Elaboración de un diagnóstico para aumentar la habitabilidad y durabilidad de las viviendas de la población vulnerable de Mérida, Yucatán".
El objetivo es elaborar un diagnóstico concreto que permita detectar oportunidades que mejoren la habitabilidad y durabilidad de las viviendas vulnerables y de atención prioritaria en sur de Mérida
De acuerdo con especificaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estas condiciones de precariedad indican que esta zona de la ciudad enfrenta dificultades que garantizan una vivienda adecuada.
La ONU señala que para que una vivienda sea adecuada deben proveer más que cuatro paredes y un techo. Debe contar con condiciones que garanticen a sus ocupantes protección jurídica contra el desalojo forzoso, el hostigamiento y otras amenazas; la provisión de agua potable, instalaciones sanitarias adecuadas, energía para la cocción, la calefacción y el alumbrado, así como para la conservación de alimentos y eliminación de residuos.
El costo de la vivienda debe ser tal que todas las personas puedan acceder a ella sin poner en peligro el disfrute de otros satisfactores básicos o el ejercicio de sus derechos humanos.
Según datos de la Comisión Nacional de Vivienda (CONAVI) de 2021, en Yucatán el 18.2 por ciento de las viviendas viven en rezago habitacional, es decir 120 mil 394 viviendas.
En cuanto a la población, el 22.1 por ciento se encuentra en estas condiciones, es decir 510 mil 559 personas.
El rezago habitacional caracteriza y cuantifica a las viviendas en situación de precariedad tanto en su construcción como en su condición de habitabilidad. Se refiere al número de viviendas que por sus características de ocupación (hacinamiento) y por los componentes y materiales utilizados en la edificación (deterioro) no satisfacen un mínimo de bienestar para sus ocupantes.
Aarón Rivas señaló que, hasta el momento, en sus investigaciones, que abarcan zonas de atención prioritaria del sur de Mérida, como San Antonio Xluch, Dzununcán, Emiliano Zapata Sur, entre otras, han detectado que muchas de las viviendas del sur no cumplen con las características que marcan la ONU para una vivienda adecuada, pero han observado campos de oportunidad en sus terrenos, amplios donde se valora la vegetación.
Por eso, realizaron un taller con los habitantes de estas comunidades para que conozcan el impacto que tiene el arbolado y la vegetación para la mejora en habitabilidad de sus viviendas, además de los servicios ambientales que estos elementos proveen.
¿Qué han detectado?
El investigador indicó que estas colonias en 30 años han experimentado cierta prosperidad, sin embargo, es insuficiente para alcanzar los objetivos de una vivienda adecuada, que establece la ONU.
La zona, agregó, es habitable, pero pueden mejorar su calidad de vida. “La vivienda es un derecho humano que debe garantizarse”, expuso.
También, añadió, las personas quieren consolidar sus viviendas, acceder a materiales más duraderos que les ayuden a enfrentar desastres naturales, mejorar la tenencia de sus casas y ampliar sus casas para no estar en condiciones de hacinamiento.
En muchas casas viven hasta nueve habitantes, cuando lo idóneo es dos personas por recámara; aunado a esto han detectado que esta zona carece de infraestructura esencial, como escuelas, centros médicos, supermercados.
Asimismo, han observado que muchas casas crecen por etapas, por medio de programas de gobierno que les construyen baños o cuartos por prototipo, que suelen estar afuera de las viviendas. Las habitaciones crecen de forma separada alrededor de sus terrenos; lo que causa problemas.
El investigador del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) indicó que también detectaron que los habitantes de esta zona enfrentan problemas para acceder a una vivienda económica comercial, pues la mayoría cuesta arriba de 400 mil pesos; para que una persona pueda obtener estas casas tendría que ganar más de 3 UMAS (Unidad de Medida y Actualización), actualmente es de alrededor de 2 mil 925.09 pesos al mes.
No obstante, la mayoría de la ciudadanía del sur no tiene este nivel de ingreso o viven en la informalidad. Ante esto, indicó el experto, tiene que recurrir a la autoproducción de su vivienda a través de sus propios recursos, en etapas, o de apoyos del gobierno.
El 70 por ciento de las viviendas que han analizado, la han construido por medio de apoyos gubernamentales; solo el 30 por ciento tuvo recursos para hacer su casa o ampliarla.
Edición: Laura Espejo
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