El turismo comunitario es respetar las costumbres del pueblo originario maya, reconociendo la autonomía de sus decisiones, en especial en cuanto a recursos naturales, así como brindando una mirada cercana y real a su cultura sin recurrir a la exotización de la misma, que ocurre cuando privatizan áreas naturales como los cenotes, expone el profesor investigador de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), Samuel Jouault.
Con datos del Atlas de Turismo 2015, informó que en la península de Yucatán había para ese entonces 153 formas de asociaciones o cooperativas sociales de producción rural, pero solamente 25 por ciento de ellas respondían a los criterios de economía social y solidaria, visibilizando que son precisamente los proyectos comunitarios los que permiten ese tipo de economía.
Esto, conforme la investigación Cuando uno somos varios: rostros y voces del turismo comunitario de la península de Yucatán -realizada en conjunto con Claudia Novelo Alpuche, Ana García de Fuentes, Tlacaelel Rivera-Núñez-, es porque "el turismo comunitario incluye modalidades de turismo propuestas y gestionadas por las propias sociedades locales; formas que encajan de manera armoniosa con las diversas dinámicas sociales de los territorios de recepción".
78 por ciento de las 153 operan como sociedad cooperativa, 13 por ciento son empresas ejidales, 6 por ciento bajo otras formas de organización social de carácter colectivo y el 3 por ciento trabaja sin registro formal.
En el turismo actual, el investigador señaló que hay problemáticas vinculadas con la migración y la pobreza especialmente porque trae para el sector asistencialismo y privatización, así como la folklorización de la cultura.
Ejemplificó que esto ocurre de forma común en los cenotes, donde se vive la privatización de estas áreas naturales y, al mismo tiempo, se crea una exotización de la cultura; señaló que es completamente distinta una cooperativa que cuenta con operación social, incluso en la forma de vestir, pues portan playeras con el nombre de su cooperativa o del cenote, mientras que cuando es un sitio privatizado, suelen llevar ternos y tener eventos en los que supuestamente muestran la cultura maya, pero en realidad la exotizan.
Esta folklorización o exotización de la cultura es evidente, dijo, cuando realizan eventos o “ceremonias” que exageran o transforman las tradiciones, así aparecen “guerreros mayas”, que son hombres pintados y, además, en la mayor parte de las ocasiones a quienes habitan la zona les otorgan salarios extremadamente bajos, lo cual detalla en la investigación La privatización de los cenotes en el traspaís yucateco de Cancún-Riviera Maya.El texto señala que en 2018 los sitios alcanzaron 47 mil 69 turistas y los "turoperadores y guías de turismo se quedaron con el 25 por ciento del ingreso bruto a través de las comisiones".
Tal exotización es reflejada también con “limpias”, pero solamente como si se tratara de un performance, sin contar que esta privatización genera esta invisibilización de la cultura como es realmente y cierra los espacios para la gente local, explicó.
Además, en esa misma investigación expone como evidencia de las consecuencias de la privatización que, mientras cooperativistas de Zaaz Koolen Ha han recibido una inversión aproximada de 5 millones de pesos en más de 10 años —a través de programas federales—, el empresario Francisco Faller realizó una inversión de 160 millones de pesos para abrir el parque “ecológico” Tsukan, a algunos kilómetros de Yokdzonot.
El la investigación Cuando uno somos varios se refiere que "la empresa social es un tipo de organización que difiere de una empresa de capital privado y permite mejorar horizontal y colectivamente las condiciones de vida de las familias rurales que participan en la actividad".
"Los rostros y voces de la Alianza Peninsular para el Turismo Comunitario, protagonistas de la obra, defienden el territorio peninsular donde, como anfitriones, comparten los paisajes bioculturales y sus historias de vida con los visitantes que año con año acuden a vivir experiencias profundas de hacer turismo".
Por eso, desde su perspectiva, es necesario transformar el turismo como se conoce y abrir espacio al turismo comunitario y social, en el que las comunidades verdaderamente están al centro y muestran quiénes son.
Esto, opinó, requiere visibilidad y, en general, la reivindicación del turismo comunitario para que estas cooperativas cierren la brecha también en cuestión salarial, pues son las comunidades quienes saben cómo realizar estos trabajos.
"Los enfoques teóricos sobre economía social se manifiestan considerables pautas para analizar la actividad turística en términos de verdaderas alteridades en su reproducción de relaciones sociales, económicas, políticas y ambientales con respecto a las lógicas voraces del capital", finalizó.
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