Seguramente has escuchado hablar del estilo arquitectónico Puuc o de los Chenes, incluso es probable que conozcas el Maya Tolteca, pero el fascinante trabajo que hicieron las civilizaciones prehispánicas en la zona arqueológica de Chichén Itzá ha sido tan específico que los arqueólogos comienzan a llamarle “estilo Chichén”.
Desde hace meses, un equipo de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) trabaja en la zona conocida como Serie Inicial o Chichén Viejo, donde ha logrado identificar espacios que tienen techos muy amplios que tradicionalmente en la arquitectura maya no existen.
“Es muy, muy particular en cuanto a la construcción de sus edificios este estilo que incluso le hemos denominado ‘estilo Chichén’ en el cual combina la presencia de espacios muy extensos abovedados a través de soportes de columnas que le permiten tener la capacidad de techos muy amplios. Aquí tenemos cinco o seis secuencias de columnas que tienen un techo muy amplio, lo que es una innovación y este elemento lo concretaron con el uso de vigas de madera”, explica José Francisco Osorio León, director de la zona arqueológica de Chichén Itzá.
Estas enormes vigas estaban hechas de madera de zapote, un material de extensa durabilidad y resistencia, tanto que incluso se han logrado recuperar testigos originales y ha sido imposible cortarlos incluso con sierra eléctrica.
“Tecnológicamente hay una intención y hay una especialización de la gente que estaba haciendo esto. Hacer una bóveda de este tipo actualmente requiere el uso de un ingeniero, un arquitecto y en este caso hay un sistema constructivo con formas muy específicas que es muy bueno en estabilidad y peso”, reconoce el arqueólogo Julio César Alonso.
Chichén Viejo ha revelado que los mayas cortaban las piedras para espacios específicos: hay piedras para las cornisas, otras para las bóvedas, un modelo para las fachadas y un corte especial para las esquinas, entre otras, lo que habla de una especialización de la producción y elaboración tecnológica de los materiales de construcción.
Además, en la zona se descubrió que los antiguos habitantes fueron ampliando su construcción de acuerdo a sus necesidades. Por ejemplo, existen patios o conjuntos habitacionales que se adosaron muchos años después y cubrieron algunos muros o fachadas originales para adaptar los nuevos espacios.
Para muestra, la Casa de los Escudos, que fue construida muchos años después de la Casa de los Caracoles y el Templo de los Falos y probablemente era usado para resguardar a una especie de guardia militar que protegía a la élite.
También, está el grupo especializado en estudiar los conjuntos habitacionales de los pobladores que en algún punto de la historia formaron parte de la sociedad maya que habitaba en Serie Inicial.
“Muchas veces se le da más enfoque a los contextos de élite o a los contextos ceremoniales y se deja a un lado lo que es la cotidianidad, la vida del día a día, pero lo que realmente le da vida a una ciudad, es la gente”, comenta el arqueólogo Juan Martínez.
En el equipo de arqueólogos también participan Aurora Peña, Arturo Cortés, Max Ayala y Abimael Cu Pérez, quienes con su expertise han logrado identificar la majestuosidad de la arquitectura maya que dominó Chichén Itzá y que es única en toda la región.
El equipo cuenta con el apoyo de trabajadores de la región, quienes con el paso del tiempo y sus intervenciones en la zona arqueológica se han vuelto expertos en arqueología, arquitectura y la cultura de sus antiguos ancestros.
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