Un nuevo capítulo se está escribiendo en el pedazo de Mérida, en el que se encuentra La Peni y el parque de La Paz. Ahí, desde hace varios meses, un alboroto de técnicos y obreros trabajaron en el lugar, dirigidos por un cronopio llamado Jorge Contreras. Levantaron suelos, pintaron fachadas, plantaron árboles, instalaron equipos de sonido; bombardean con láseres y siembran semillas en el cielo nocturno: sueñan.
Contreras y su equipo de SieteMedia llevan preparando este proyecto desde hace ya varios años. En todo este tiempo, ellos “han aprendido a hablar en yucateco, pensar en yucateco y sentir en yucateco”. Según reconoce Contreras, “desde esa humildad venimos a compartir lo que sabemos, honrando su historia y su profunda manera de vivir; venimos a compartir y a aprender”.
La Peni y el Parque de La Paz es el primer espacio interactivo e inmersivo de Latinoamérica. la crisálida en la que se recluyó este espacio antes de convertirse en un campo de luces, en una galaxia, en un ballet de aguas danzantes.
Las y los meridanos ya pueden caminar en el Parque de La Paz guiados por música y luces. En el corazón del parque, hacen latir al agua, taquicardia líquida que acompasa los movimientos de los visitantes; siembran semillas de luz en el enorme lienzo en el que se ha convertido la fachada de La Peni y doman cometas.
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El proyecto de La Peni transforma totalmente esta zona, y se convierte en un nuevo emblema de la ciudad, en el más joven de los atractivos de esta tierra. Es, en esta época de buscadores de escenarios, el lugar más instangrameable del país. El nuevo rostro de Mérida es, sin embargo, uno de los más viejos.
Las historias de La Peni y el Parque de La Paz se remontan décadas antes de que adoptaran estos nombres; eran parte del barrio de Santa Catalina, que, como relató el historiador Juan Francisco Molina Solís, desapareció de la faz "porque casi todos sus moradores fallecieron” en la epidemia de cólera de 1833. Sin embargo, el césped volvió a crecer, aun después del paso de ese jinete apocalíptico.
Debajo de esa tierra devastada hay grutas y un cenote; en esas entrañas conspiraban en los turbulentos años de la guerra de castas las guardias pretorianas de los caciques; la rebelión brotaba de las tripas de esa parte de la ciudad. Esas mismas aguas que escucharon sobre sitios y emboscadas son ahora las que bailan en la fuente interactiva del Parque de La Paz.
Precisamente por ser tierra de insurrección, se designó la edificación de una penitenciaría; fue en 1886 cuando se decidió encerrar los aires rebeldes de la zona. Fue en 1895 cuando la cárcel abrió sus puertas; las abrió para encerrar ahí a sus primeros 133 presos, provenientes de la cárcel de la ex ciudadela de San Benito.
El edificio, tal y como lo conocemos hoy día, se remonta a 1906, cuando fue reformado de acuerdo con el modelo penitenciario del Porfiriato; esta remodelación fue dirigida por el ingeniero militar Salvador Echegaray, como aún se lee en la placa que se encuentra en el ala izquierda de la fortaleza. Desde adentro, donde hoy ronronea a visitantes el gato Mantecado, una estructura central se bifurca en varias alas.
Dentro de esas paredes pasó sus últimas noches Felipe Carrillo Puerto. En específico, en la celda 43, al final de la primera galería. Ahí, del 23 de diciembre de 1923 al 3 de enero de 1924, vivió el político: su última estación antes del paredón. Ese retazo de historia se incluirá en el urdido de luz y movimiento que se proyectará en la fachada.
Otro de los episodios que tuvo como escenario a La Peni se registró en 1979, cuando tres presos se amotinaron con pistolas, granadas y dinamitas y tomaron rehenes. Según crónicas periodísticas de la época, "la rendición tomó tiempo e involucró a mucha gente, hasta que finalmente los amotinados aparecieron muertos”. En 1981, La Peni dejó de funcionar y los presos fueron trasladados.
El edificio pasó entonces de panóptico a laberinto; desde entonces ha tenido diversos usos, la mayoría relacionados con la burocracia; donde antes se encerraban a delincuentes, ahora se liberan permisos. El Parque de La Paz se ha convertido también en un lugar donde familiares de enfermos de diversos centros de salud que lo rodean doman nervios o abrazan duelos.
Todas esas décadas ahora se rescriben en el proyecto de La Peni, que le arrebata al dolor de la enfermedad y a la angustia de los trámites un nuevo lugar. Las familias meridanas conquistan ahí un nuevo espacio, que se suma al del Centenario, para vivir y convivir.
"Estamos recuperando un espacio público y lo vamos a poner a disposición de todos los meridanos y de nuestros visitantes; crearemos un nuevo epicentro, un nuevo lugar de reunión”, anunció Renán Barrera Concha al presentar este proyecto, días antes de separarse del cargo.
"Esta recuperación va a influir de muchas maneras, y beneficiará a decenas de familias: Generará empleos, las familias podrán convivir sin gastar, servirá de dique para la seguridad… Es un proyecto integral, que puede marcar un antes y un después para la zona”.
La Peni y el Parque de La Paz no se restringen en capítulos ya pasados de la Historia; quieren ser protagonistas de nuevos episodios.
En el primer parque interactivo e inmersivo de Latinoamérica hay varios: La fuente del parque fue intervenida con una tecnología única que permite que cuatro personas la controlen de forma simultánea y en tiempo real a través de sensores de movimiento. Con un código QR, los asistentes pueden crear sus propias semillas y “lanzarlas” desde su smartphone a la fachada para dar vida a distintos animales de la región. A través de sensores de movimiento, se pueden crear cometas para que viajen de extremo a extremo de la fachada de La Peni, haciendo alusión a Chicxulub, y se pueden crear diferentes constelaciones gracias al movimiento generado desde smartphones captado a través de cámaras inteligentes, logrando generar constelaciones únicas e irrepetibles.
Según se ha informado, la Peni y el Parque de La Paz albergan tecnología utilizada en espectáculos como los que se proyectan en la Casa Batlló, en Barcelona, y la Basílica Notre-Dame, en Montreal. Igual hay elementos similares a los que se usan en la Rueda Aztlán 360, en Ciudad de México; Avatar Experience, Singapur, y La MSG Sphere, Las Vegas. A diferencia de esos otros proyectos de vanguardia, La Peni está pensada para mantenerse en el tiempo, y ser un espacio público, totalmente gratuito para las y los meridanos y los turistas. No hay ningún otro espacio similar en el mundo.
Edición: Estefanía Cardeña
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