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Pablo A. Cicero Alonzo
03/06/2025 | Mérida, Yucatán
La reciente elección judicial celebrada en Yucatán en 2025, primera en su tipo sin presencia directa de partidos políticos, ha dejado una huella clara de desmovilización, desinterés ciudadano y fuertes contrastes territoriales, de acuerdo con el informe 'Una radiografía de desmovilización y descontento', elaborado por Decide Market Research bajo la dirección de Álvaro Quiñones Aguilar.
El estudio, basado en datos oficiales del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Yucatán (IEPAC), así como en observación territorial y análisis geográfico, documenta que solo 32 de los 106 municipios lograron superar el umbral del 20 por ciento de participación. En comparación con procesos electorales constitucionales donde la asistencia supera el 65 por ciento, esta elección marcó una caída significativa.
La participación más alta se concentró en municipios con fuerte liderazgo local o redes comunitarias activas, como Bokobá, Izamal, Panabá y Telchac Pueblo, donde se registraron tasas superiores al 30 por ciento. Según el análisis, estos casos coinciden con enclaves donde existen formas de “operación política cotidiana”, aunque no mediadas formalmente por partidos.
Por el contrario, zonas urbanas densamente pobladas como Mérida, Kanasín, Tekax, Oxkutzcab y Tahdziú registraron participaciones inferiores al 10 por ciento. En la capital yucateca, el patrón fue particularmente marcado: la mayoría de las secciones electorales tuvo menos del 15 por ciento de participación, con niveles aún más bajos en las zonas de clase media y alta del norte y poniente de la ciudad.
Uno de los hallazgos más significativos del estudio es el protagonismo del voto nulo, que superó el 10 por ciento en promedio y alcanzó hasta el 20 por ciento en algunas secciones urbanas. De acuerdo con Quiñones, esto constituye “una forma activa de desaprobación al proceso”, donde ciudadanas y ciudadanos optaron por anular su sufragio en lugar de abstenerse.
“El voto nulo se volvió el canal simbólico del escepticismo”, señala el informe. Este fenómeno fue transversal: desde colonias acomodadas hasta barrios periféricos, revelando un rechazo más generalizado que sectorizado.
Aunque la elección judicial no fue organizada por partidos ni tuvo candidaturas partidistas, el estudio destaca que las estructuras de los partidos sí operaron, sobre todo en municipios donde existen redes activas ligadas a Morena y sus aliados. En esos lugares, se observaron mayores niveles de movilización, aunque también con límites claros.
“La afinidad partidista no garantiza movilización”, advierte Quiñones. “Incluso en municipios gobernados por Morena, muchos electores fueron indiferentes”. Del lado opositor, los municipios gobernados por PAN y PRI no promovieron activamente la participación, y en muchos casos prevaleció una estrategia de baja visibilidad.
El estudio cruza datos de participación con indicadores socioeconómicos y encuentra un patrón nítido: las zonas de clase media y alta participaron menos y anularon más. En contraste, las zonas de menor nivel socioeconómico registraron niveles levemente más altos de participación, aunque también con alta proporción de voto nulo.
“La clase media urbana se expresó con el silencio o con la anulación de su voto”, apunta el reporte. En colonias del norte y centro de Mérida, por ejemplo, el rechazo fue visible tanto en la baja afluencia como en los porcentajes de voto inválido.
El informe completo, con mapas, gráficas y análisis por municipio, está disponible para consulta gratuita en
www.decidemr.mx. Según sus autores, la intención es ofrecer herramientas de análisis a medios, actores políticos, académicos y ciudadanía interesada en comprender mejor las dinámicas del ejercicio participativo.
Edición: Fernando Sierra