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Gloria Serrano
La Jornada Maya

Mérida
19 de junio, 2015

Sumergidos en un tiempo en el que la cultura, el arte y la educación son los más golpeados por las recurrentes crisis económicas y los recortes presupuestales; viviendo un periodo de la historia, expresado así por el filósofo Zygmunt Bauman, en que «el mayor capital de la humanidad ha sido reducido al estatus de producto en el mercado», hacer un alto en el camino para escuchar la tenue voz de los artistas, conocer su pensamiento más íntimo y descubrir su mirada más personal de la sociedad, se convierte en el espejo revelador de la vida contemporánea y en una genuina conversación; un intento de diálogo que nos presenta el incómodo desafío de continuar construyendo ciudadanía. Y es que las diversas manifestaciones culturales constituyen uno de los principales medios para producir polílogos que, también, nos regalan la posibilidad de entender un poco más »el mundo entero como lugar extraño«, frase que tomo prestada de la más reciente obra del conocido investigador Néstor García Canclini.

Precisamente, la residencia artística que se desarrolla actualmente en la Hacienda Kankabal, en Yucatán, nos ofrece la oportunidad de apreciar el recorrido del artista y la exploración que hace de un entorno ajeno en el cual va escribiendo una historia. El segundo grupo de residentes está por concluir su estancia. Pronto llegará el último y más nutrido; un puñado de 16 profesionales que experimentarán el miedo y la valentía que sólo surgen cuando un ser humano se mira a sí mismo, se enfrenta a sus nostalgias y, a partir de ello, comienza a crear. Edoardo, Lola, Marco e Hiram, ya lo vivieron y ahora comparten cómo fue este esfuerzo de colaboración que no pretende llegar a conclusiones tajantes sino, sencillamente, exponer de manera desordenada e imprecisa, el viaje introspectivo que juntos emprendieron.

[b]Nombre: Edoardo Aldama.[/b]
[b]Disciplina: artes plásticas, pintura, dibujo, grabado. [/b]
[b]Lugar de origen: Distrito Federal, México.[/b]
[b]»No hay nada mejor que conocer otras culturas«[/b]

«Para realizar este mural me basé en la fauna y flora endémicas de la zona que se encuentran en peligro de extinción como es el jaguar, el mono araña, los flamingos, ciertas clases de tortugas y algunas serpientes. Me interesaba mucho plasmar el ecosistema porque los seres humanos estamos arrasando con todo y pocas veces nos detenemos a ver hacia atrás para comprender que compartimos el entorno con otros organismos. Es cuestión de conciencia. Las figuras de lado derecho representan la hacienda: los caballos, la fachada de la casa principal, las villas, los miradores; las medusas fue un mero capricho porque me gusta su movimiento orgánico. Me falta completar el mural con la parte abstracta; me gusta jugar con lo figurativo. De aquél lado voy a trabajar con una combinación de mosaicos como los que están en las habitaciones, esos de colores verde, negro y crema, pero todo va a estar integrado».

Edoardo decidió incorporar elementos de la hacienda para plasmar la experiencia que le ha dejado estar en Kankabal. En el Distrito Federal, su trabajo como ambientador para series de televisión, así como el de escenógrafo para eventos realizados en Bellas Artes, lo mantenían alejado de las brochas y los pinceles. »Esto es más celoso, requiere de mi presencia para que la pieza hable. De cierta forma también es un reencuentro conmigo mismo y con esa parte de ensuciarme y jugar, es un proceso muy lúdico«, me comenta y explica que ha sido una práctica revitalizante y liberadora, más que necesaria después de vivir esos «bloqueos» producto del encierro capitalino: »A mí me ha enriquecido mucho, personal y artísticamente. En lo profesional, creo que me llevará a otro nivel porque es la pieza más grande que he hecho, es un mural de 9.87 metros de largo por 2.30 metros de alto«. Con ojos serenos, rostro desenfadado, cuerpo inquieto y una sonrisa declaradamente amigable, Edoardo habla de lo que significa el arte en su vida: «El arte debe producir una catarsis. A mí me gusta ir a los museos y ver las piezas. Cuando lo hago, de inmediato quiero salir a pintar porque me causa una sensación entrañable. Es algo que me inspira e incluso que me lleva a cuestionarme. Viendo aprendo mucho, soy una persona sumamente visual. Creo que el arte, más allá de lo estético, debe tener ese fin, enseñar cosas, mostrarle a la gente algo que desconoce». Le pregunto si ha pensado en algún nombre para la obra que, una vez finalizada, habrá de cubrir uno de los pocos espacios en blanco dentro de este colorido paisaje yucateco. Me dice que quizás lleve por epígrafe »Espíritu de Yucatán« o alguna palabra en lengua maya, pero eso es algo que aún no tiene bien definido.

«Kankabal es una gran aventura internacional. Tuve la oportunidad de convivir con un chico puertorriqueño, un italiano y una española, y soy el único mexicano. Esto ha permitido mucha retroalimentación, pero lo que ha nutrido más mi trabajo ha sido tener el tiempo para realizarlo sin preocupaciones. Aquí la gente es muy amable, además tengo la libertad para enfocarme en el aspecto creativo, en Eduardo el artista, en la persona y en el mexicano. Yucatán es un lugar hermoso, yo viviría aquí sin problemas. Somos un país muy grande, sumamente diverso, así que por qué no experimentar y abrirse a esta diversidad«.

[b]Lola Alba. [/b]
[b]Disciplina: artes plásticas, pintura.[/b]
[b]Lugar de origen: Granada, España.[/b]
[b]«Yucatán es espectacular, pero como su gente no hay nada mejor»[/b]

«Soy artista plástica y me defino como pintora. Claro, la pintura es muy amplia y hoy por hoy abarca un montón de manifestaciones con las que me gusta experimentar en la medida de lo posible. Mi proyecto ha sido como un diario emocional donde la obra surge a partir de los soportes encontrados en Kankabal. Quise dejar mi huella pictórica, así que he trabajado con los elementos que tengo a la mano, principalmente azulejos, cartón y madera. También he realizado cuatro lienzos. Yo hago abstracción, que es muy emocional y depende un poco del estado de ánimo, de las formas, del color que en esos momentos te viene. Eso es lo que me ha gustado de venir a esta residencia en México, que es una experiencia muy bella y muy intensa que deja su impronta en la pintura y la va transformando». Conversar con Lola es estar ante un boceto de la espontaneidad y la simplicidad trocadas en arte. Lo que esta risueña chica ha hecho en esta residencia, poco tiene que ver con el trabajo que venía realizando en España hasta antes de su llegada a Kankabal. Ello le implicó traspasar sus propios límites y salir de su zona de confort arriesgándose no sólo a utilizar nuevos materiales sino también a encontrarse de frente con una imagen versionada de sí misma. »Todo lo transformé en un libro de artista que es como una narración. Siempre se parte de una idea pero no puedes cerrarte, hay que lanzarse al encuentro y provecharlo, dejar que cambie. A mí me gusta la pintura sentida y si no la dejas fluir, no avanzas«.

Con palabras suaves y cargadas de sensibilidad, Lola continúa refiriéndose, orgullosa, a su amplia producción mientras se mueve entre las cajas, mesas, sillas y demás objetos que ahora ocupan las sucesivas habitaciones de la casa principal. «El material empleado marca también la obra de forma radical, yo voy jugando con el propio deterioro. Utilicé esas cosas que siempre se tiran, fue la manera que encontré para recuperar su belleza y apropiarme de ella. Es un poco reflexionar sobre todo aquello que tiramos y a lo que podemos dar otra posibilidad de uso. Estéticamente, adapto la técnica a los componentes que voy encontrando. De igual forma, he documentado pieza por pieza para poder tener esa argumentación en España y trabajar con ella.» En el afán de ir más lejos en esta indagación, no evito hacer el mismo planteamiento que a su compañero Eduardo, qué se lleva Lola de esta estancia. Una pregunta que ella responde sin dudarlo: «Para mí lo mejor fue la gente, he tenido muchísima suerte con mi grupo de residencia y con las personas que trabajan aquí, eso es lo más bonito de estar en este lugar. Sé que los artistas nos hemos hecho fama de tener un ego superlativo, de matarnos los unos a los otros, pero de verdad que no, fue una cosa muy fácil. Vamos, una convivencia buenísima. Y mira que Yucatán es espectacular, pero como su gente no hay nada mejor».

[b]Hiram Yunqué. [/b]
[b]Disciplina: pintura.[/b]
[b]Lugar de origen: San Juan, Puerto Rico. [/b]
[b]» Soy humildemente pintor, es lo que más me llena de gozo«[/b]

»Hice un tríptico en óleo, es una serie que empecé meses atrás y que está basada en una yuxtaposición de figuras en un espacio limitado. Simbólicamente trabajo la suspensión del otro, así es como lo llamo. Utilizo el concepto del mestizaje, de la confluencia de etnias y de culturas. También represento un sistema anónimo y utilizo el paisaje, todos los elementos que hay en la hacienda, de esa amalgama sale la obra. En un principio tenía pensado hacer una instalación pero finalmente opté por hacer este tríptico. También estoy trabajando en dibujos. Como soy extranjero, quiero absorber la influencia, ver el panorama e incorporar todo su repertorio visual. Kankabal es un campo libre y abierto que te empuja a esto, totalmente propicio para la creación artística«.

En Hiram todo cabe con excepción de quedarse sin cigarros. Es un joven alegre, dicharachero, dispuesto y comprometido con la creación artística, que realizó sus estudios en Nueva York, en la Parsons School of Design y en el Pratt Institute. Para él, esta residencia implicó alejarse de la vorágine cotidiana que impide poner los cinco sentidos en la obra que está en progreso, pero también cultivar el arte de crear estando rodeado de otros artistas. «Aquí he aprendido mucho de los compañeros y de trabajar en conjunto porque usualmente no comparto mi espacio de creación con otras personas, pero ha sido muy bueno porque me he abierto a otra perspectiva y a otros métodos de trabajo. Cierto aislamiento es bueno para el artista, pero ya estoy «ready» para regresar y continuar con los proyectos pendientes«.

[b]Marco Tavolaro.[/b]
[b]Disciplina: Arte transdisciplinario.[/b]
[b]Lugar de origen: Nápoles, Italia.[/b]
[b]«Lo mejor que me llevo es la relación con los demás artistas»[/b]

»Nací en Nápoles, Italia, pero crecí en un pueblo cerca de Bari, en el tacón. Hace seis años me mudé a España, tras haber hecho animación e ilustración multimedia en el Instituto Europeo de Diseño. Estuve en Barcelona por dos años y ahora estoy viviendo en Madrid. Soy un artista transmedia; empecé como ilustrador, también he hecho «mapping projections» (animación proyectada sobre edificios), video arte y performance. Me gusta inspirarme y sobre la marcha decidir qué medio voy a utilizar. De hecho, esta es la primera vez que hago una escultura. Todo surgió de una visita a Mérida para comprar material. Ahí vi una estatuilla de madera policromada de Santiago Matamoros que llamó mi atención y comencé a trabajar en una pieza similar«.

Marco habla sosegado pero de corrido, como si tuviera casi memorizado el discurso que justifica su creación. No se detiene. Con elocuencia y un español fluido, explica la carga simbólica de la figura que ha modelado a partir de la representación iconográfica del Apóstol Santiago, El Mayor: «En Santiago de Compostela las representaciones de este santo se han quitado por considerarse ofensivas para el Islam. La estatua que elaboré está pintada de blanco y montada sobre una de las losas que encontré en la hacienda. Lo que quise fue representar la violencia relacionada con la religión». Al igual que sus compañeros, la creación de Marco está relacionada a un nivel estético, geográfico y conceptual con Kankabal, es la apreciación subjetiva que él hace de la cultura mexicana, cimentada en la superposición de elementos identitarios. »Mi inspiración es que todo aquí se construye encima de otra cosa, como el convento de Izamal que fue edificado sobre las antiguas ruinas mayas. ¿Qué me llevo?, me llevo la gente con quien he tenido mucha conexión. Todos nos aconsejamos, nos hemos compenetrado con facilidad«.

Llenarse de silencio, respirar profundo, recuperar la lucidez e incluso el sentido común, son los eventuales efectos de participar en el Kankabal, un proyecto organizado por la Galería Noox, que da cuenta del peso de la vida, de la necesidad que tenemos los seres humanos de acercarnos los unos a los otros y de la infinidad de alternativas que el hombre tiene para expresar qué sucede cada vez que se da esa aproximación única, la misma que el filósofo Michel Serres describe mejor que nadie: »la piel es una variedad de contingencias: en ella, a través de ella y con ella, el mundo y mi cuerpo se tocan uno al otro; el sentimiento y el sentir, eso define su margen de encuentro. Contingencia significa tangencia común: en ella, el mundo y mi cuerpo se intersectan, se acarician. No llamaría «medio» al lugar en el que vivo, prefiero decir que las cosas se vinculan unas con otras y yo no soy la excepción«.


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