Óscar Rodríguez
Foto cortesía de Karla Ortega, Gran Acuífero Maya
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Viernes 30 de septiembre, 2016

Tras recorrer la cueva del cenote de Dzibchaltún, el arqueólogo subacuático Guillermo de Anda Alanís aseguró que “nos ha dejado un importante aprendizaje. La emoción de descender casi 60 años después que la exploraran intensamente los buceadores del doctor Wyllys Andrews IV, es un privilegio“. Aunque el número de artefactos extraído en aquella excavación fue muy elevado, a primera vista se pudo constatar que todavía hay valiosa información arqueológica en el cenote. “Desde que iniciamos el descenso vimos un gran depósito de material constructivo prehispánico, localizado sobre un derrumbe en la zona nororiental de la cueva. Documentamos piedras careadas, fragmentos de columnas, ornamentos conocidos como “tambores” y haltunes (grandes metates de piedra)”.

El experto indica que la forma en que cayó este material se presenta como un libro de texto abierto, aunque surgen varias preguntas: ¿fue producto del derrumbe de un edificio en la orilla del cenote? ¿Fue un depósito intencional, tal vez una ofrenda? O algo completamente distinto, la desacralización de un edificio. “Sabemos que los españoles trataban de destruir la sacralidad de los sitios para debilitar a los antiguos mayas, rompiendo sus símbolos sagrados, cortando el corazón de un sitio y arrojarlo al inframundo, donde pretendieron que permaneciera irrecuperable, incógnito, escondido… hasta ahora”.

Más preguntas y posibles respuestas se agitan en la mente del doctor de Anda, cuando la lámpara de su inseparable compañero, Robbie Schmittner le indica que acaba de hacer un gran descubrimiento. Se aproxima y lo único que ve es un enorme tronco negro, probablemente quemado por un rayo, siglos atrás, hasta que fue a dar al fondo del cenote, a 20 metros de profundidad, donde oculta algo que para nosotros es un tesoro. Al acercarse se percata que entre las raíces hay una pequeña vasija, que los arqueólogos identifican como “tecomate”. Su coloración es naranja intenso y esta milagrosamente en perfecto estado de preservación. ¿Cuánto tiempo llevará en el fondo? Siglos, sin duda, pero ¿cuántos? El arqueólogo subacuático considera que se trata de una forma muy temprana, que será analizada posteriormente con calma y con la ayuda de expertos en la cerámica del sitio.

El descubrimiento de esta vasija indica la existencia de elementos arqueológicos bajo la densa capa de sedimento que cubre todo el fondo del cenote. El equipo multidisciplinario está seguro de ello. Tras este importante hallazgo, los buceadores se dirigieron a la entrada del túnel al fondo de la cueva, cuya longitud cercana a los 1000 metros lo hace uno de los cenotes más largos en todo Yucatán. Ahí se documentó un segundo hallazgo espectacular: un cráneo humano en extraordinario estado de conservación. Tiene la mandíbula aún articulada y con varios dientes en su lugar. Además tiene una marca arriba del occipital, así como un orificio, sugerente, cerca del parietal derecho. Esto último es una lesión que no alcanzó a sanar, indicativa de un acto violento al momento de morir. La deformación intencional confirma su origen prehispánico. Entre la vasija y el cráneo, rodeados de un sinfín de piedras careadas y de molienda, y ornamentos arquitectónicos, sólo podemos concluir que el yacimiento arqueológico en el cenote Xlakah está vivo.

La inmersión duró 15 minutos en el fondo de la cueva y parte del interior del túnel, a casi 50 metros de profundidad. El proceso de descompresión requirió prácticamente una hora completa, a 20 metros de profundidad. Los hallazgos mencionados sugieren que pronto debería reiniciar la investigación científica del cenote. Para Memo de Anda, “es un lugar muy interesante, sumamente atractivo, imagínate como arqueólogo entrar a un cenote que es icono de la arqueología subacuática, uno de los pocos que fue investigado por un arqueólogo, aunque el propio Andrews no incursionó en la caverna donde se localizaba la mayoría de materiales arqueológicos que se extrajeron a principios de los años sesenta”.

El cenote aún conserva evidencia de este primer intento por explorar científicamente un yacimiento arqueológico en el fondo de un cenote inundado. A este respecto, de Anda muestra gran emoción: “A mí me fascinó, transportándome al pasado y haciéndome vivir un momento muy interesante e intenso, cuando observé varias estacas altas, como de un metro, puestas equidistantes dentro del cenote, hasta una profundidad de 32 metros. Estoy seguro que fue un intento por colocar una retícula de investigación, por parte del doctor Andrews. De esta manera, nuestro trabajo se vuelve también un proyecto de arqueología de la arqueología”.

Finalmente, indicó que también hay materiales de actividades modernas en el cenote, particularmente frascos de vidrio con fotos y papeles con inscripciones que podrían ser oraciones o maldiciones; materiales relacionados con la creencia popular en la brujería. Sin embargo, para el experimentado arqueólogo, el cenote puede entenderse como una “fuente de deseos “.

[b]Lirio acuático y especies nocivas[/b]

Parte importante de la prospección inicial del cenote fue revisar su estado de salud ecológica, que según los análisis preliminares del biólogo Arturo Bayona Miramones es relativamente bueno. Uno de los principales factores de deterioro es el crecimiento desmedido de lirio, producto de la alta cantidad de nitratos en el cenote.

En entrevista con La Jornada Maya, el especialista comentó que sería necesario reducir el volumen de lirio existente, para que no disminuya el nivel de oxígeno y PH del agua, planteando una estrategia colaborativa para retirar el vegetal regularmente. Indicó que durante el buceo avistaron especies endémicas, como el Cichlasoma urophthalmus, una mojarra nativa, y Rhamdia guatemalensis, un bagre negro. Desafortunadamente, también se vieron dos individuos de la especie Hypostomus plecostomus, un bagre acorazado, comúnmente conocido como el chupavidrios o limpia cristales de los acuarios. Sin duda, esta especie fue introducida al cenote, en algún momento del pasado, y deberán tomarse medidas para retirarlos todos. El problema es que se esconden entre el lirio y en las oquedades del perímetro. Consideró que el estado de salud del cenote no es óptimo, aunque tampoco está sumamente contaminado, si se considera la cercanía de grandes asentamientos urbanos que afectan el manto freático que alimenta al cuerpo de agua en el interior de la Zona Arqueológica de Dzibilchaltún.

Así concluyó la aventura acuática del equipo INAH-GAM que realizó una histórica inmersión que seguramente aportará nuevos datos para comprender el pasado, presente y futuro de este importante cuerpo de agua, cuyo valor ecológico e histórico debe ser cabalmente comprendido para llegar a un manejo sustentable cuanto antes.


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