Sandra Gayou Soto
Foto: Raúl Angulo Hernández
La Jornada Maya
Mérida, Yucatán
Viernes 23 de septiembre, 2016
Y entonces salió don Gregorio al escenario con su trío, todos engalanados en guayaberas de tonos pálidos. ¡Cómo hacen contraste con el atuendo chillón de los tríos más lozanos que aún se encuentran en escena! Don Gregorio, con sus 60 años de carrera, abandona la edad en el camerino y sube lleno de brío los tres peldaños de la tribuna montada sobre el escenario del Teatro Peón Contreras. La magia está por comenzar, pero el protocolo es lo principal; así que de entre las cortinas sale una mujer, representante de la oficialidad, quien dará fe y legalidad del acontecimiento.
Mientras, recordé cómo es que llegué hasta aquí. Hace casi ocho años, el que hoy es el dueño de mis quincenas, me trajo a esta tierra por primera vez a sabiendas de mi debilidad por todo lo referente a la cultura maya. Me llevó a su playa favorita en Celestún y a conocer las grutas y el pueblo de sus abuelos, Tekax. De regreso a Mérida, en el obligado paseo a la Plaza Grande, entré a una de las tiendas de los arcos. Al salir, mi hombre platicaba con un trío de señores ya entrados en canas y enguitarrados. Asumí que los conocía, pues es músico por herencia. Uno de ellos tomó una silla plegable, la puso a ras de calle, me invitó a sentarme, otro me dijo: “señorita, le vamos a mostrar lo que es esta tierra”, y comenzó a tocar el requinto.
Algo inexplicable había en esa música, algo perfecto y embriagador difícil de describir sin caer en la metáfora; los dedos del que ejecutaba el requinto parecían no tocar las cuerdas, sonido terciopelo, a forraje pleno de rocío, a estela de luz, olía a chocolate, evocaba sueños de otros tiempos y me llenaba de una nostalgia universal. Ese señor era Gregorio Brito
De regreso al Peón Contreras, la encargada del protocolo abandonó el recinto y mi recuerdo se embarca en el sentimiento. Escucho y corroboro que efectivamente algo fuera de este mundo sucede con la trova de don Goyo, algo que no es lo mismo a lo que tocaron los otros dos tríos en el homenaje. No me mal entiendan, no es que Ensueño o Trovanova lo hagan mal; ejecutan muy bien la trova, respetan las formas y juegos armónicos de forma precisa y bella, pero con Los Tres Yucatecos de don Gregorio Brito, una puede entender y apreciar eso de “la verdadera trova”, la que raspa más de lo que vende, la que más allá de la pureza logra conmover a quien la escucha.
Felicidades pues don Gregorio, por esos sesenta años de trayectoria. Felicidades a Mérida y a la trova por tener aún activo a un artista que le da calidad, historia y tradición a esta tierra yucateca.
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