Texto y foto: Paul Antoine Matos
La Jornada Maya

Hoctún, Mérida
Lunes 15 de agosto, 2016

En un entorno de división y racismo, es fundamental que México y Estados Unidos construyan puentes entre ambas naciones, para que se conozca a las personas que con su esfuerzo buscan sobresalir en otros lugares, incluso dejando atrás su lugar de origen. Para contar las historias quienes luchan en Estados Unidos, se realiza el proyecto Corazón de México, en inglés Hearth of Mexico, en el que 26 estudiantes de periodismo de ambos países acudieron al municipio de Hoctún, en el centro de Yucatán.

Durante un mes, los jóvenes de la Universidad del Norte de Texas, la Universidad Autónoma del Estado de México, la Universidad Anáhuac y la Universidad Autónoma de Yucatán, convivieron con las familias de las personas que han migrado a Dallas, desde Hoctún, una experiencia que, en palabras de Brittany Sodic, de la institución texana, “cambió mi visión del mundo en distintas maneras”.

Thorne Anderson, periodista con experiencia en guerras y actual profesor de la Universidad del Norte de Texas, uno de los impulsores del proyecto, declaró que el objetivo es construir puentes entre ambos países, y recordar a los estadunidenses que México es un país de gente, a pesar de sólo ser conocido por las drogas y el crimen.

El Corazón de México es un proyecto especialmente importante porque globalmente se está levantando una política demagoga de división, y en los Estados Unidos se genera un conflicto entre “nosotros” y “ellos”, en el que “ellos”, los mexicanos, se cree generan problemas, manifestó.

Sin embargo, expresó que en el norte de Texas más del 40 por ciento de los residentes tienen raíces mexicanas, por tanto es necesario que comprendan que los “mexicanos no son vecinos, sino familia, primos, nietos”.

Por tanto, el proyecto logra un entendimiento íntimo en el que se examinen los problemas del país, el cual permite dar voz a los sueños de los mexicanos, expresó.

Sobre Hoctún, un municipio con alrededor de 5 mil habitantes y 700 migrantes en Dallas, expresó que representa un fenómeno entre los mayas, con familiares que emigran hacia Texas por trabajo.

Eso, afirmó, tiene implicaciones profundas en el seno familiar, incluso en la salud emocional y sicológica; por tanto los efectos de la migración deben ser explorados a mayor profundidad.

Se trata de la segunda ocasión en que Corazón de México acude a una comunidad con migrantes yucatecos hacia Estados Unidos, porque el año pasado se realizó en Tunkás. Esa vez, el resultado fueron ocho historias que abarcaban desde la apicultura en dicha comisaría hasta una mujer cuyo hijo se quedó en Estados Unidos y no quiere retornar a su lugar de origen.

Las historias fueron contadas a través de textos, fotografías y videos; además de que recibieron varios premios de periodismo, tanto en Estados Unidos como a nivel internacional.

En esta ocasión se realizará de la misma forma. Se contará la historia de dos gemelos o la del El muerto, un sepulturero en el cementerio de Hoctún, que fue migrante.

Los estudiantes conocieron en carne propia la experiencia de ser migrante, un extraño en una tierra extraña y hablar un idioma desconocido para ellos como el español. O, también, la barrera del lenguaje con el maya, como le sucedió a Luis Góngora, migrante yucateco originario de Teabo, que fue asesinado por policías de San Francisco, quienes se dirigieron a él en inglés.

Brittany Sodic expresó que su atención a los eventos mundiales que no son cubiertos por los medios tradicionales en Estados Unidos ha cambiado, a una manera menos eurocéntrica. “Siempre me han encantado otras culturas y personas, pero México tendrá un lugar especial en mi corazón. Las personas son personas, no importa dónde o cómo vivan, porque quieren las mismas cosas en la vida: seguridad, educación, amor y felicidad”.

Afirmó que nunca habría aprendido de los valores y las historias si no hubiera participado en el proyecto, pero también conoció muchas herramientas para aplicar en su futuro como periodista.

Para María Fernanda Herrera Urbina, estudiante de antropología de la UADY, el estar en Hoctún le enseñó a adaptarse en situaciones que estaban más allá de su control.

Un equipo de periodistas y antropólogos con amplia experiencia, entre ellos Lenin Martell, Alfredo Corchado, Cecilia Balli, Estela Guzmán y Pedro Lewin Fischer, les asesoró para la realización del proyecto.

[b]Despedida[/b]

En la última semana del proyecto, mientras los jóvenes se enfocaban en realizar la edición y escribir la historia, se llevó a cabo un festejo de despedida en Hoctún, entre las familias y los participantes del mismo.

Después de presentar algunas fotografías del mes en que estuvieron los universitarios, se les dedicó una jarana, en la que los habitantes de la comunidad les invitaron a bailar, a pesar de su desconocimiento de la danza tradicional de Yucatán.

Un último baile previo a retornar a Dallas. En ese momento, en que un chel estadunidense altísimo bailaba jarana con una mestiza maya, se expresaron las emociones forjadas durante un mes, profundas y dolorosas muchas de ellas, pero otras más llenas de alegría.


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