María Elena Briceño Cruz
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

19 de marzo, 2016

Francisco Ignacio Taibo Mahojo, escritor y periodista. Proveniente de una familia con formación política socialista, recorre los pasos de su padre escritor y periodista, Paco Taibo y para evitar la confusión agrega II a su nombre, que simula realeza.

Ignacio Taibo II es responsable de revivir con sus libros al Che Guevara, Pancho Villa, Ernesto Guevara, Guillermo Prieto y Vicente Riva Palacio, entre otros personajes históricos.

Nació en Gijón, Asturias. Por la tradicional militancia de izquierda de su familia, salió con ésta de España en 1958, durante la dictadura franquista, para instalarse en México.

¿Qué debe tener una historia para ser buena?

Una historia te atrae de cualquier manera, lo mismo puede ser estar leyendo una historia que sucede en el alto Egipto en una época extremadamente antigua para nosotros, que poder estar enfrentado a una situación que te toca más de cerca y puede estar relacionada en una convivencia entre tus abuelos. No creo que haya historias prohibidas o historias que no deberías contar, creo que el problema es contarlas bien.

¿Usted cree que esto se haya modificado por las redes sociales y la inmediatez que nos ofrece?

No, las redes sociales funcionan y funcionan bien, como una manera de reacción de nuestra sociedad contra la desinformación que priva en este país, pero el lector de 140 caracteres también puede serlo de 300 páginas, no es contradictorio.

¿Cómo surge la idea de escribir su más reciente libro, [i]Que sean fuego las estrellas[/i]?

Era una historia que tenía en mi clóset. Tenía la sensación de que era muy buena porque me metí a los archivos y en los periódicos y en la documentación de Barcelona para contar la historia del gran momento del sindicalismo en Europa de esos años, de corte anarquista, protagonizado por la CNT de 1917-1923. Terminé mi investigación y no supe en ese momento cómo contarla, de tal manera que se fue al clóset bajo la forma de varias cajas de documentos y de libros, incluso en entrevistas con los poquísimos testigos que quedan vivos. Hace como dos años, de repente el disparador o los disparadores fueron varios; por un lado la manera terrible de cómo se estaba degradando la situación de los trabajadores en México, la famosa recompostura del artículo 123; cómo estaban perdiendo sus derechos ganados a lo largo de los años, cómo se perdía el horario de 8 horas, el salario mínimo, el aguinaldo, las prestaciones y eso me inquietaba profundamente; volvía a mi cabeza la memoria de aquella historia sucedida en los años 20, de un sindicalismo de combate y de guerra. La otra fue la aparición de una novela de Andreu Martín que cuenta historias medio policiacas de aquellos años y me refrescó, así que me metí al sótano, saqué las cajas y me metí de cabeza, conforme iba escribiendo. No puedes dejar de escribir, no te puedes morir sin antes escribir un libro.

¿Cómo consideras este libro con relación a tu carrera literaria?

Como una deuda tremenda con una historia que había estudiado que me parece apasionante. Yo reto al lector más desinformado, el lector que te diga “¿Y Barcelona, dónde está eso? ¿En el año 20, pues hace un siglo?” y así. Y que no esté cautivado cuando empiece a leer la historia.

Teniendo en cuenta el árbol genealógico que tienes, ¿crees que sin él a ti te interesarían los mismos temas que ahora?

No, probablemente si hubiera nacido un Austria estaría escribiendo sobre la revolución de Austria y sobre los multifamiliares obreros. Vas haciendo tus historias, tu historia personal se va fabricando y amarrando con otras historias que no son tuyas.

A unos días de venir a Mérida ¿Qué expectativa tienes de tu visita?

Como si fuera hijo pródigo. Los lectores yucatecos son maravillosos, siempre me encuentro en casa. Siempre me la paso muy bien en la Feria de la Lectura en Mérida. Son como estas ferias del libro que te dan la inmensa sensación de que estás en casa.

¿Qué lugares te gusta visitar de Mérida cada que vienes?

M’ija, ¿tu crees que me dejan? Me tienen sometido una o dos conferencias, dando entrevistas de prensa. Este año me doy una vuelta por el stand de Para Leer en Libertad, que este año lleva libros muy baratos a Mérida, lo cual me parece muy importante como parte de mi trabajo como colaborador de la brigada Para Leer en Libertad. En los caminitos que hay me escapé a fumar en las afueras del recinto, que es una de mis debilidades y ¡me cachan! Y me voy a firmar libros. En la tarde, noche te encuentras con otros colegas que tienen sabrosa plática y hace tiempo que no nos hemos visto.

Ya en la noche me meto a la cama como trapo hasta el día siguiente. El año pasado me escapé al Museo del Mundo Maya, pero hasta ahí llego.


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