Tania Medina
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Viernes 29 de abril, 2016

Caminando, ya sofocada y eso que todavía la blanca Mérida se encontraba a 38 grados centígrados, pero a pleno sol, recorrimos los pasillos del mercado de San Benito con la intención de encontrar algún infante laborando. Para nuestra sorpresa apareció una inesperada oferta en el pasaje en donde se comercia con animales.

-¿Qué busca señorita?

-Un niño que esté trabajando, para platicar con él.

-Pues de esos no tengo, pero por 35 mil pesos te puedes llevar un león.

Fue la propuesta de un hombre de aproximadamente 40 años.

-¿Como?

-Si tienes la lana en 10 minutos te lo traigo.

-¿Con papeles?

-No, no, no el puro cachorro.

Al adentrarnos un poco más nos encontramos, sentado sobre una mesa de madera, a Esteban de 14 años, quien estaba dispuesto a contestar en qué consistía su trabajo en el puesto de flores cuando su jefe, en tono agresivo, nos pidió que nos retiráramos.

La misma historia se repitió con Eduardo, de 15 años, quien atiende un puesto de frutas y verduras; esos son los elementos de su día a día.

-No, no puede hacerle preguntas, interrumpió la robusta dueña del negocio.

A Antonio le gustan las matemáticas, tiene 13 años. Cursa el segundo año de secundaria en la secundaria técnica 20, en Mérida y con él alcanzamos a dialogar brevemente.

El muchachito, con las manos entrelazadas en medio de sus piernas, de tez morena, complexión delgada y una sonrisa que se dejaba ver por breves momentos, evita el contacto visual. Accede a conversar desde la silla desde la que atiende un puesto de periódicos ubicado en el centro de la ciudad, mismo que su madre tiene a cargo, pero que en el momento de la entrevista no se encontraba porque “se fue a comprar”, según dijo el menor.

-¿Desde a qué hora estás trabajando?

-Desde las ocho, pero ya casi me voy

Antonio dice que en su casa lo tratan bien pero que trabaja porque así “la gastada” es mayor. Es el menor de la familia; tiene dos hermanas ya casadas. A su escasa edad aún no sabe a lo que se dedicará cuando sea mayor. La rutina de la mañana siempre es la misma: acudir a vender las ultimas noticias que se exhiben en las primeras planas de los diarios y revistas. Vende también cigarros y chicles. Por las tardes la vida escolar se hace presente.

A mi escuela le faltan maestros buena onda que no marquen mucha tarea y que enseñen mejor las cosas.

-¿Qué vas a hacer el día del niño?

-Pues trabajar, no me queda de otra. A la escuela sólo voy a ir a un convivio; yo tengo que trabajar.


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