Puedo mostrar al mundo la belleza de la Península: José Luis Loría

Texto y foto: Katia Rejón
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Lunes 6 de mayo, 2019

Para hablar de su próxima exposición en Viena, el pintor José Luis Loría habla también de sus 40 gatos, de una feria sobre océanos en Lisboa y de su afición por el estudio del armamento nuclear. De alguna forma, dice, todo esto está conectado a una serie de 14 dibujos a lápiz de color sobre papel de metro y medio que se colgarán en las paredes del Restaurant Hansen de la capital de Austria.

“Llevar la flora yucateca a Austria se me hace sumamente poético”, expresa. Casi todo lo que dice es metafórico: “Diario me enfrento a la basura, lucho cotidianamente con mis zapatos para no infectarme de todo tipo de basura”. La interpretación más literal de esto es que, relata, ahora las yuyas, ave yucateca, tejen sus nidos usando también desechos de toallas femeninas y pañales desechables. Esta especie endémica de Yucatán forma parte de los dibujos que expondrá en el restaurante del Ex Palacio de la Bolsa de Banqueros de Viena.

“Quizás en otro lugar del mundo pegar paisajes en los muros no tendría la importancia que sí tiene en ese lugar. El espíritu de Klimt está en todo Viena...perdón, ¿qué quieres tomar? tómate algo, ¿ya comiste? ¿seguro? hay un Dubonnet que te va a encantar”, se interrumpe.

José Luis Loría es un pintor de Yucatán que ha expuesto en México, China, Suecia, Estados Unidos y tres veces -con esta- en Austria. Ha pintado gatos, escarabajos, mariposas, y en palabras de la embajadora de México en Austria, Alicia Buenrostro Massieu, es “una persona sensible y comprometida con las mejores causas de la humanidad, como lo es la protección del medio ambiente natural”.

Elige las frases y enhila las ideas con cuidado. Cuando no encuentra la palabra exacta, la busca en el aire y la atrapa: “¿cómo se llama esa planta que tiene…? ¡piñuelas! y el canisté, vas a matar al lector con eso”.

No da entrevistas, dicta. Parte de las pinturas tienen plantas que aquí son muy comunes pero ahí son “lo más”. “Se llaman cannan, con doble ene, y entre comillas canias de las Indias Occidentales, y entre paréntesis, o como quieras, platanillos, flores de platanillos. Crecen en el monte, donde todavía no ha pasado el tractor ni para hacer trenes...Al buen entendedor, pocas palabras” dice con precisión.

También sabe retornar sin dificultad al hilo inicial de la conversación. Entonces dice que Klimt está en todo Viena y que se quedó pasmado al ver Friso de Beethoven, otra pintura del autor. “Estaba tan alucinado de la grandeza por el conocimiento de la historia del mural que hasta se me cayó el pantalón mientras grababa. Eso sí me gustaría que lo pongas”, agrega.

La mesera trae el Dubonnet pero él dice inmediatamente con amabilidad: “le falta a esto agua mineral y dos cerezas, pregunta si ya tiene Angostura Bitters”. Luego traen el vaso y hace como que sigue hablando, pero está pendiente de la reacción que viene después de probar el cóctel. “¿Te gustó?”, pregunta.

“Todos conocen a Gustav Klimt por la pintura de [i]El Beso[/i], pero pocos saben que era un gran pintor de naturaleza y de paisajes en los edificios. Hay edificios donde pasan los tranvías con la obra de Gustav pintada”, cuenta.

Así que estas piezas son pensadas especialmente para este lugar y resultado de una investigación sobre las flores que entraron a Yucatán según las bitácoras de los primeros viajeros.

“No soy un pintor de mestizas ni de jaranas. Me tienen hasta la madre las mestizas y las jaranas. Pero sí soy un artista que tiene la capacidad de mostrarle al mundo las cosas más bellas de la Península”, dice alzando la voz por primera vez.

Para José Luis Loría toda su obra se relaciona como las perlas de un rosario. “No hay tiempo que perder porque la exposición de Viena va a pasar -y va a tener muchísimo éxito- pero soy un artista global que puede hacer todo y ahí me amacho. Ese rosario existe, nada más que mi forma de rezar ha cambiado” dice, y le doy las gracias por la entrevista.