Fernando del Moral
La Jornada Maya

San Francisco de Campeche
Jueves 2 de febrero, 2017

Al hombre del campo se le ha llamado campesino, y esa caracterización en México ha estado ligada expresamente con la tierra en la que vive y labora. Siembra, cultivo y cosecha, son tres fases esenciales en su trabajo, sin el cual no llegarían los alimentos básicos a nuestra mesa y, por ejemplo, formar una bandera con los colores del chile, la cebolla y el jitomate; o esa cascada de oro natural que puede imaginarse con un torrente de granos de maíz que se materializa en tantas delicias culinarias. Frutos que, entre muchos otros, no sería posible tener sin las nobles manos que, desde la tierra y en contacto con ella, nos permiten comer.

Hace poco más de medio siglo, cientos y hasta miles de manos campesinas llegaron del norte para iniciar la producción agrícola en torno al río Candelaria, al sur de Campeche. Su tierra generosa, de gran fertilidad, les dio todo a cambio de su trabajo, a quienes ningún porvenir tenían en Coahuila y Durango, en la erosionada Comarca Lagunera, que ya sólo lleva el agua en su nombre.

La llegada de esos 500 hombres en marzo de1963, y de sus familias en enero de 1964 -a las que después se unirían otras de varios estados en la ruta hacia el sureste- fue un acontecimiento trascendente. De hecho, una refundación de Candelaria. En ese entonces el gobernador de Campeche era José Ortiz Ávila (1961-1967).

El testimonio del escritor de origen sinaloense Ramón Rubín (Mazatlán, 1912), quien tiene también participación en otra parte de esta historia –la de las imágenes en movimiento - y acompañó a aquellos hombres en 1963, cuenta esa llegada en su libro [i]Río inmóvil[/i] (Secretaría de Cultura de Jalisco, 1992):

“Y el pequeño pueblo de Candelaria nos recibió disimulando ingenuamente su incuria bajo un atuendo enfiestado de banderines, festones y flores en colorido papel de China.

Pero frente al candoroso y débil esplendor cromático de aquel artificio, contrastaba la pobreza de un pardo caserío de tabla y de un piso terregoso en la explanada de la estación del ferrocarril, que era a la vez calle troncal de la población a donde se asomaban, desde altos jacalones, los comercios, el [i]hotel [/i]y el salón de cine. A espaldas de este núcleo urbano y por el otro lado de las vías se dispersaban algunas habitaciones de tabla y el chocerío de bajareque, acosado por la explosión de una selva indómita que no respetaba ni el atrio de una iglesia nueva, vestida de blanco como niña en primera comunión.

¡Bendito pueblo de Candelaria a pesar de todo!... Bendito por su humilde autenticidad y por el heroísmo de su perseverancia como centinela solitario de una comarca donde la necesidad de supervivencia se antepone al afán de progresar (…)”

Sin embargo, el gran esfuerzo humano desempeñado en el proceso de colonización de la zona fue el que puso los factores de supervivencia y progreso en paralelo, como las vías del tren que hasta ahí había llevado a los pobladores: hacia el deseado objetivo de tener una nueva vida y una nueva comunidad. Como renacer en una tierra donde todo es nuevo para el que llega. Pero esto no se les concedió gratuitamente, sino que se lo ganaron con su trabajo.

De ello dio fe el amplio reportaje en ocho capítulos [i]Sobre la huella de los 500 colonos laguneros[/i], del profesor Pedro Ortega Ruiz, enviado especial del periódico [i]El Siglo de Torreón[/i], publicado en agosto de 1963, quien viajó desde Coahuila hasta Candelaria y estuvo en todos los centros de población casi un mes, para desmentir con la verdad los falsos testimonios de quienes, fuera de Campeche, pretendieron sembrar dudas para opacar el espíritu de superación que, con las manos de la tierra, estaba forjando el destino de un pueblo. En su capítulo del 28 de agosto cita:

“El alba sorprende a los campesinos en pleno trabajo. A las 6:00 de la mañana nadie permanece dormido; cada uno, de acuerdo con su labor que desempeña, emprende la marcha portando el instrumento de su trabajo.

Después de las tareas que diariamente realizan con el horario señalado, todavía tienen aliento suficiente para dirigirse en sus ratos libres a donde tendrá asiento su hogar futuro. Cada uno cuida con esmero los 22 árboles frutales que en su lote, con sus propias manos plantó. Limpia la hierba y pone luego una planta de ornato; no quiere que su mujer ni sus hijos, cuando lleguen, encuentren aquellos con basura o sin plantas de ornato. Otros, en sus lotes, donde ahora las brigadas levantan su hogar, han sembrado chile, tomate, pepinos y calabazas, y orgullosos muestran el producto de su esfuerzo.

No han descuidado la agricultura. También en los momentos de descanso y en lugares por ellos desmontados han sembrado maíz, que ahora está próximo a rendir cosecha, y se prepara ya la siembra de frijol. Y ellos, los campesinos laguneros, se sienten orgullosos de sus parcelas provisionales. No han perdido el tiempo.”

“Explotar la tierra, no al hombre”, plantea la inscripción del alegórico mural que pintó Diego Rivera en la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) en Texcoco, Estado de México, donde acaba de realizarse un importante foro con especialistas en producción de alimentos, que advierten: “Cayó más de 50 por ciento el consumo de frijol. UACh: está en riesgo la cultura alimentaria” ([i]La Jornada[/i], febrero 16 de 2017):

“México está en riesgo de perder cultivos originarios y de enfrentar el aniquilamiento de la cultura alimentaria por culpa de más de tres décadas de importaciones de productos procesados y costumbres culinarias externas. Alimentos como maíz, frijol, café, vainilla, trigo, coco, piñón o pitajaya, así como plantas medicinales, estarán en peligro de extinción en los cultivos nacionales de no impulsarse su producción en el campo.”

Como respondieron a las circunstancias de México, en otras épocas, Pedro Baranda o Justo Sierra; hoy como ayer, las manos de la tierra en Campeche pueden estar a la altura del reto que demanda el país en este sentido, como quienes pusieron manos a la obra en Candelaria y nos legaron, de un siglo a otro, su mística de trabajo y su ejemplo.


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