Jairo Magaña
La Jornada Maya
San Francisco de Campeche
Lunes 25 de mayo, 2020
Juan Manuel Espina Delgado o [i]Juanelo[/i], como lo conocen sus amigos desde la juventud, es propietario de Tropinelo, una productora de aguas frescas que evolucionó de manera obligada por la Pandemia del SARS-COV-2. Impulsado por su familia y amigos, y luego de dos días sin trabajar, retomó las actividades de su refresquera a través de las redes sociales, del WhatsApp y ahora su producto es entregado a domicilio para quien quiera agua de frutas natural y de temporada.
En un pequeño taller donde tiene todo lo necesario para realizar la elaboración de los refrescos de manera manual, relató su historia, como después de dos empresas que tuvo que cerrar, hace seis años que ha surtido aguas de mandarina, Jamaica, horchata y cuando es temporada de marañón y otras, a pequeñas empresas y a clientes particulares que le piden galones del producto que hoy lleva un sello familiar y una marca registrada.
Un campechano de 59 años, reacio a la utilización de tecnología y dispositivos electrónicos, contó que la pasada empresa que tuvo, estaba dedicada igual a la elaboración de horchata de arroz y de jarabes de frutas, mismo que tuvo que cerrar al no hacer caso de las nuevas tendencias y que la forma de vender un producto evoluciona junto a la gente.
"Me costó mucho trabajo entenderlo, a mi edad sólo usamos el teléfono para hablar o mandar uno que otro mensaje, no para estar en redes sociales o whatsappear como dicen los jóvenes, somos prácticos y no necesitamos más que saber a quien vamos a llevarle el producto", señaló mientras su hija sonreía ante la respuesta del hombre que lleva las actividades de la familia al plano laboral, pues la micro empresa es netamente familiar.
Lo entiendes cuando ves que no hay trabajo, cuando una persona como yo dedicada cien por ciento a trabajar, está dos días sin hacer nada, fue ahí cuando mi hija tomó un teléfono que no utilizaba, le puso mi número y comenzó a crear grupos de difusión en whats app, para que mis clientes sepan que ya teníamos servicio a domicilio, dijo.
Desde su casa y hasta el taller, huele a frutas cítricas y otras más dulces, pues según don [i]Juanelo[/i], al menos prepara 80 litros diarios de diversas aguas frescas, no todos los días los vende todo, pero es el mínimo de preparación para que comercialice en algunas loncherías que aún están dando servicio aunque sea a domicilio o para llevar.
También admitió que la pandemia, más que verla como un infortunio, la ve como el detonante que lo presionó para evolucionar para bien en su negocio, pues recalcó, "a mis 59 años me es difícil agarrar un teléfono para algo que no sea hablar con mis amigos o clientes, aún estoy aprendiendo, sobre todo el uso del Facebook, pero no hay nada que con practica no pueda solucionarse".
Su esposa es la segunda a cargo, doña Margarita Concepción Ávila Bastos, la encargada de envasar las presentaciones que vayan agotándose, pues tienen desde botellas de 500 ml hasta botellones de cinco litros, siendo estos lo que más venden de manera particular, mientras que los pequeños son más vendidos en los negocios, los de un litro igual tienen la preferencia entre sus amigos.
Ambos mencionaron que de pronto les hacen recomendaciones, les piden un sabor de frutas en particular, pero dicen que no sólo les dicen y van y lo preparan, "tenemos que ver el aguante del producto almacenado, es decir, alno usar conservadores en nuestros productos, debemos observar que aquello que nos piden en particular aguante al menos diez días almacenado, de lo contrario no lo hacemos para comercializar porque eso hablaría más de nosotros", precisó.
Los productos al tener una marca registrada, tienen que tener la mayor y mejor calidad posible, aunque sean una pequeña empresa y no tengan maquinaria como la tienen otras empresas como Casa Reca o San Francisco.
Asimismo, como buen campechano adulto, dijo que cuando es necesario y no está su sobrino quien es el que los ayuda con la distribución del producto en la ciudad, él agarra su bicicleta o triciclo, dependiendo la cantidad de producto a entregar en una misma zona, y sale a repartir, pues de eso vive. "Si no vendemos toda la cantidad posible del producto, entonces no recuperamos inversión y yo soy enemigo de los préstamos o créditos, aún los del gobierno", señala.
Agregó que actualmente fueron partícipes de uno de los programas del gobierno federal encausado a empresas y negocios que no despidieron a sus empleados, con esto se hicieron de ventiladores para adecuar el taller de producción, el cual apenas consta de una mesa de trabajo, un molino de arroz que no está en uso, un exprimidor manual y diversos contenedores con los que van juntando el producto.
"La contingencia y el encierro me hicieron entender a ser más práctico y económico, hago lo necesario para vender en el día, así no tengo que mantener neveras encendidas para evitar un consumo energético mayor al que puedo sostener por el momento, cuando todo esto pase, y regresemos un tanto a la normalidad, tal vez piense en hacer crecer el taller, pues por el momento vamos bien, creciendo poco a poco".
A don [i]Juanelo[/i] lo pueden encontrar en la calle 16 entre 49 y avenida Gobernadores, casi en frente de la estación de servicios gasolineros BP de San Pedro o a los números 981-159-2170 y al 14-55-187, además que lo pueden pedir en la aplicación de envío Pronto.
Edición: Enrique Álvarez
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