José Manuel Sánchez Bonilla, director del Centro de Integración Juvenil (CIJ), consideró grave el hecho de que cada vez disminuya más la edad de primer contacto de los menores con las drogas, como el aumento en los índices de quienes sufren de alguna adicción a estas, legales o ilegales.
De acuerdo a datos recabados por el CIJ, las edades en que se inicia el consumo oscilan entre los 12 y los 16 años.
Contacto
Sánchez Bonilla detalló que los niños tienen su primer contacto con drogas por la curiosidad y “porque otros lo hacen”, y están más propensos que los adultos a participar en comportamientos riesgosos o temerarios para impresionar a sus amigos y expresar su independencia de las normas parentales y sociales.
Aunque consumir drogas a cualquier edad puede desencadenar una adicción, las investigaciones muestran que cuanto más temprana es la edad de iniciación a las drogas, más probable es que la persona desarrolle problemas graves.
Esto puede reflejar el efecto nocivo que tienen las drogas sobre el cerebro en desarrollo, o también puede ser el resultado de una combinación de factores de vulnerabilidad social y biológica a una edad temprana, que incluye las relaciones familiares inestables, la exposición al abuso físico o sexual, la susceptibilidad genética o las enfermedades mentales.
Aun así, el hecho es que el consumo a temprana edad es un fuerte indicador de problemas futuros.
Consumo
"Cuando consumen una droga por primera vez, las personas pueden percibir los que parecen ser efectos positivos; también pueden creer que pueden controlar su consumo”, aseveró.
Acotó que las drogas pueden apoderarse rápidamente de la vida del consumidor y con el tiempo, si el consumo de drogas continúa, otras actividades placenteras se vuelven menos agradables, y las drogas se vuelven necesarias para que el consumidor se sienta “normal.”
“Conforme avanza la adicción, es posible que busquen y consuman drogas compulsivamente, a pesar de que estas les causan tremendos problemas a ellos y a sus seres queridos”, sostuvo.
Hizo un llamado a los padres a no romper con las barreras naturales de protección que tienen los niños y adolescentes, al permitir que consuman alcohol o tabaco en sus hogares, ya que estas drogas legales los pueden llevar a otras mayores de carácter ilegal.
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