Mientras 90 por ciento de las mujeres feministas son jóvenes, las mujeres adultas y de edad avanzada permanecen como testigos, esperando a que el día de mañana los reclamos, los monumentos rayados, los vidrios rotos y los gritos en busca de equidad e igualdad de género tengan el efecto para que todos trabajen en políticas públicas que resguarden y respeten la integridad de las mujeres en Campeche y en México. Mujeres mayores entrevistadas coinciden en que su momento pasó, y en su mayoría todas son un manojo de sueños frustrados, pero aún hay tiempo para cambiarlo todo.
Desde profesionales en alguna especialidad, o amas de casa, o vendedoras, las mujeres de edades de 40 años y más, ahora son testigos, no siempre buscan participar en esas marchas, el turno es de las más jóvenes ahora, y hay que decirlo, no cualquiera puede mover algo sin querer hacerlo, pues por diferentes motivos, algunas quedaron atrás ante la defensoría de sus derechos. Las doblegaron desde que les decían no puede hacer determinada cosa, y no reclamaban.
También depende del contexto, agregó doña Sara, “yo crecí en una familia de ocho hermanos, tres mujeres y cinco varones, sólo ellos estudiaron. Sólo ellos tenían derecho a salir con sus amigos por las noches o los fines de semana, ellos podían cortejar a quien quisieran y luego sobajarlas frente a sus amigos; nosotras no podíamos hacer o decir nada, nos incrustaron en el ADN ser serviles a nuestros hermanos y familiares varones”.
Hoy Sara está divorciada, tiene un comercio de flores, la apoyan sus hijos y nueras, es de los comercios más roperos del ramo y aseguró que no necesitó a un hombre para sobresalir, y darse cuenta de ello le llevó dos décadas de su vida, por lo que espera sus hijos no sean como su padre, sino mejores.
Así como ella, Gloria ha compaginado su oficio de poner uñas con terminar sus estudios en derecho. Divorciada y sin hijos, tuvo mejores oportunidades cuando descubrió a su ex esposo en amoríos con otra mujer. Ella reconoce tiene interés de participar incluso en las marchas feministas. Sin embargo está enfocada en estos momentos ha superarse y definirse como una profesionista para apoyar a mujeres que por miedo o conformidad no denuncian las agresiones físicas, sicológicas, económicas, que hayan sufrido. Dijo que esa será su misión, pues aseguró es momento de darle voz y poder de equidad a las mujeres, lo necesario para ser iguales en todo rubro.
El modelo al que estaba acostumbrada, inculcado por sus padres, no es para nada lo que quiere en un futuro, y en caso de tener hijos, quiere dejarles un legado de equidad que permanezca por generaciones.
Mirna explicó que la verdadera razón de la marcha no es precisamente por la libertad de hacer lo que quieran, sino porque quieren gozar de esa naturalidad de competir, de hacer, de enfrentarse al mismo entorno y panorama de los hombres, sin ser juzgadas como unas irresponsables, desobligadas o “putas”, como comúnmente las han señalado. Ex integrante de colectivos feministas, estrenada como madre de una niña, afirmó que su formación le ha permitido discernir de cómo protestar.
Las tres mujeres coincidieron en algo, el momento es ahora y siempre será ahora, no quieren la aprobación de nadie, ni tener derechos sobre los hombres o más que ellos, sólo quieren ser felices sin ser juzgadas o señaladas.
Edición: Laura Espejo
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