Dpa y Afp
Foto: Afp
La Jornada Maya
Barcelona, España
Martes 10 de octubre, 2017
El presidente catalán Carles Puigdemont y sus aliados secesionistas firmaron simbólicamente este martes por la noche una declaración de independencia que quedó suspendida a la espera de un hipotético diálogo con el gobierno español.
"Constituimos la República catalana, como Estado independiente y soberano, de derecho, democrático y social", reza el texto, firmado por los tres partidos de la órbita independentista, incluyendo el de extrema izquierda CUP (Candidatura de Unidad Popular), que había expresado su descontento por la suspensión de la declaración en el parlamento regional.
[b]Desilusión[/b]
Los catalanes que se habían congregado hoy en las calles cercanas al Parlamento regional de Barcelona para celebrar una declaración de independencia reaccionaron con decepción al anuncio de postergación de esa medida y el llamamiento al diálogo por parte del jefe de Gobierno.
"Estamos un poco desilusionados porque teníamos la ilusión de que se fuera a proclamar la independencia y que se haya pospuesto así es muy decepcionante", contaba a [i]Dpa[/i] Mariona, de 52 años, que siguió la comparecencia junto a su marido desde el paseo de Lluís Companys, donde se instaló una pantalla gigante.
Las calles se habían llenado de gente que clamaba por la independencia convocados por la entidad civil independentista Asamblea Nacional Catalana (ANC) bajo el lema "Hola república", para saludar el nuevo país que surgiría tras la declaración de hoy.
Portaban banderas independentistas y carteles a favor del "sí", lo mismo que rosas en la mano como símbolo de su carácter pacifista.
Sin embargo, en vista de la declaración de Puigdemont, tendrán que esperar, algo que algunos recibieron con resignación: "Si nuestro presidente, al que queremos mucho, nos pide que tengamos un poco más de paciencia después de 300 años en esta situación creo que podemos esperar un poco más", añadía Mariona.
"Nos gustaría que fuera sólo cuestión de unos días o meses, porque si ya son años, entonces mal. Si hablo con el corazón, me voy un poco decepcionado, pero si hablo con la razón, creo que es positivo que haya un diálogo", añadía su marido, un arquitecto también de 52 años que trabaja en las obras de la Sagrada Familia.
A la resignación y la paciencia ganaba en ocasiones la decepción, como la de Neus, de 52 años, que se mostraba muy enfadada y "totalmente decepcionada". "Esto es la crónica de una muerte anunciada. Dar margen para el diálogo con gente que no quiere dialogar es inútil, ¿para que perder más tiempo?".
La decepción quedó también latente en la rápida dispersión de los concentrados para celebrar la independencia que no llega. Poco a poco, los convocados fueron marchándose con sus banderas y carteles, dejando la plaza medio vacía, donde muchos seguían aún debatiendo, en medio de resignación, decepción y opiniones encontradas.
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