La muerte del príncipe Felipe el pasado 9 de abril además de sacudir a Inglaterra significa la pérdida de un dios para una tribu ubicada en la isla Vanuatu, un país al este de Nueva Guinea, que desde hace décadas venera al miembro de la realeza británica.
La figura de Felipe de Edimburgo es usada como una imagen religiosa a la que se le reza y se le piden los mejores deseos para la comunidad de Tanna.
El duque es para los habitantes un descendiente de un dios que vive en una de sus montañas y su adoración es conocida como Movimiento Príncipe Felipe.
Al enterarse de la muerte del esposo de la reina Isabel II, la tribu se reunió para comenzar la jornada de duelo y anunció que se realizarían rituales en su nombre.
El deceso del duque significa también la búsqueda de un sucesor que ocupe el lugar tan apreciado para los habitantes de Tanna.
De acuerdo con las costumbres de la comunidad, es probable que su hijo, el príncipe Carlos, sea quien ocupe su lugar como dios de la isla.
La devoción al miembro de la realeza surge a raíz de una profecía de la tribu, que señala a un hombre que abandona su forma espiritual original para encontrar una esposa poderosa en el extranjero.
El príncipe Felipe visitó la tribu en la década de los 70 como parte de sus giras para destacar las tareas de la realeza, se considera que fue entonces que comenzó la creencia de que él era una figura divina.
Algunos historiadores señalan que la adoración comenzó antes, porque Felipe ya había visitado la isla, específicamente los pueblos de Yakel y Yaohnanen. Entonces, el príncipe era soltero y se creyó que fue a Inglaterra a buscar esposa.
A pesar de su piel blanca, los miembros de la tribu creen firmemente que es un descendiente suyo y han creado mitos alrededor de su origen.
Los seguidores esperaban el regreso del príncipe porque les había hecho una promesa, aunque la profecía señala que puede regresar de forma espiritual.
Los aldeanos por ahora no quieren nombrar al sucesor y se concentrarán en cumplir la jornada de duelo.
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