La destrucción de los ecosistemas y la disminución de la biodiversidad en la Tierra abren la puerta a la aparición de enfermedades zoonóticas, aquellas que son transferidas de animales a seres humanos, y el Covid-19 está lejos de ser la última pandemia de este tipo si el impacto en el medio ambiente no disminuye, advierte la ONU.
Este 22 de abril se conmemora el Día Internacional de la Madre Tierra, una fecha marcada por el aniversario de la contingencia sanitaria causada por el SARS-CoV-2, una enfermedad de origen animal que ha ocasionado la muerte de más de tres millones de personas a nivel mundial.
Al respecto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que en las últimas décadas se registra, en promedio, una nueva enfermedad infecciosa cada cuatro meses, de las cuales 75 por ciento son de origen animal. Por ejemplo, el ébola, la gripe aviar, la influenza AH1N1, el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), el Zika y, recientemente el Covid-19.
Estas infecciones están relacionadas con la salud de los ecosistemas. La ONU advierte que la transferencia de patógenos de animales a personas es más fácil cuando se da una combinación entre el crecimiento de la población y la reducción de los ecosistemas y biodiversidad.
Y es que todas las actividades humanas repercuten en el hábitat de los animales y en las zonas naturales de amortiguamiento que separan a los humanos de la vida silvestre. Estas alteraciones, como el cambio de uso de suelo, la agricultura, la tala y la infraestructura de las industrias, crean los puentes para que los organismos que producen enfermedades pasen de los animales a los seres humanos.
De acuerdo con el informe Prevenir la próxima pandemia: Zoonosis y cómo romper la cadena de transmisión, realizado por la ONU, las epidemias aumentarán de frecuencia mientras la crisis climática no de detenga.
“Los ecosistemas son inherentemente resistentes y adaptables y, al sustentar la existencia de diversas especies, ayudan a regular las enfermedades. Cuanto más biodiverso es un ecosistema, más difícil es que un patógeno se propague rápidamente”, señala el informe.
La solución, asegura el organismo, es atender el impacto de las actividades humanas en los ecosistemas a través de la prevención, la detención y la reversión del daño.
La Organización Mundial de la Salud sugiere un enfoque que incluya el diseño y aplicación de programas, políticas, leyes e investigaciones para controlar todas las esferas que repercuten en la inocuidad de los alimentos, las enfermedades de origen animal e incluso la resistencia a los antibióticos.
Hay incongruencia entre la imagen y la idea que busca difundir, señalan
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Ap
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