Un técnica japonesa que se usa desde el siglo XIV puede ser una de las medidas para atender los problemas de deforestación a nivel mundial, pues garantiza la producción de grandes cantidades de árboles madereros.
Se trata del método conocido como Daisugi, el cual consiste en sembrar árboles de cedro llamados sugi, los cuales son podados de una forma especial para que den brotes de ramas rectas que serán nuevos ejemplares.
Cada base puede dar hasta 100 brotes, que se pueden recortar cada 20 años.
Esta técnica también se conoce bonsái debido a que los árboles base se parecen a esta especie, pero en tamaño extra grande.
El Daisugi se practica en Kitayama, una zona montañosa de Japón, y la madera que producen se conoce como Kitayama Maruta.
Cabe destacar que esta práctica no sólo garantiza una buena producción de madera, también es una tradición en la que los abuelos plantan los árboles que cosecharán sus nietos y antes de que los árboles sean talados ya tienen su remplazo.
Esto quiere decir que los árboles son talados cada dos generaciones: primero, un hombre siembra los árboles, pero su hijo no podrá tocarlos y serán los hijos de éste quien se encargue de talarlos, pero cada uno ya sembró sugis para sus nietos.
La técnica es adecuada para solventar la demanda de madera de los habitantes y garantiza cero impacto en la naturaleza.
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