Al menos 973 niños nativos americanos murieron en el abusivo sistema de internados escolares del gobierno de Estados Unidos, según los resultados de una investigación difundida el martes por funcionarios que pidieron al gobierno que se disculpe por las escuelas.
La investigación, encargada por la secretaria del Interior, Deb Haaland, encontró tumbas marcadas y sin marcar en 65 de los más de 400 internados estadounidenses que se establecieron para asimilar por la fuerza a los niños nativos americanos a la sociedad blanca.
Los hallazgos no especifican cómo murió cada niño, pero las causas de muerte incluyeron enfermedades y abusos durante un período de 150 años que terminó en 1969, dijeron las autoridades.
Las autoridades informaron que es posible que hayan muerto más niños después de enfermarse en la escuela y ser enviados a casa.
Los hallazgos surgen de una serie de sesiones de escucha celebradas en todo Estados Unidos durante los últimos dos años, en las que docenas de ex alumnos relataron el trato duro y a menudo degradante que soportaron mientras estaban separados de sus familias.
“El gobierno federal tomó medidas deliberadas y estratégicas a través de políticas de internados para aislar a los niños de sus familias, negarles sus identidades y robarles los idiomas, las culturas y las conexiones que son fundamentales para los pueblos indígenas”, comentó Haaland, miembro de la tribu Laguna Pueblo en Nuevo México y la primera secretaria del gabinete indígena del país, en una llamada el martes con periodistas.
“No se equivoquen”, añadió, “este fue un intento concertado de erradicar el ‘problema indígena’, ya sea para asimilar o destruir a los pueblos nativos por completo”.
En un informe inicial publicado en 2022, las autoridades estimaron que más de 500 niños murieron en las escuelas. El gobierno federal aprobó leyes y políticas en 1819 para apoyar a las escuelas, las últimas de las cuales seguían funcionando en la década de 1960.
Las escuelas dieron a los niños nativos americanos nombres en inglés, los sometieron a ejercicios militares y los obligaron a realizar trabajos manuales, como cultivar el campo, fabricar ladrillos y trabajar en el ferrocarril, dijeron los funcionarios.
Los ex alumnos compartieron recuerdos entre lágrimas de su experiencia durante las sesiones de escucha en Oklahoma, Dakota del Sur, Michigan, Arizona, Alaska y otros estados. Hablaron de cómo los castigaban por hablar su lengua materna, los encerraban en sótanos y les cortaban el pelo para borrar su identidad. A veces los sometían a confinamiento solitario, palizas y privación de alimentos. Muchos abandonaban las escuelas con sólo habilidades vocacionales básicas que les ofrecían pocas perspectivas laborales.
Donovan Archambault, de 85 años, ex presidente de la reserva india de Fort Belknap en Montana, dijo que a los 11 años lo enviaron a internados donde lo maltrataron, lo obligaron a cortarse el pelo y le impidieron hablar su lengua materna. Dijo que la experiencia lo llevó a beber alcohol en exceso antes de cambiar su vida más de dos décadas después. Nunca habló de sus días escolares con sus hijos hasta que escribió un libro sobre la experiencia hace varios años.
“Es necesaria una disculpa. Deberían disculparse”, dijo Archambault a The Associated Press por teléfono el martes. “Pero también es necesario que haya una educación más amplia sobre lo que nos pasó. Para mí, es parte de una historia olvidada”.
Los funcionarios del Departamento del Interior también recomendaron que el gobierno invierta en programas que puedan ayudar a las comunidades indígenas estadounidenses a recuperarse de los traumas causados por los internados. Eso incluye dinero para educación, prevención de la violencia y revitalización de las lenguas indígenas. El gasto en esas iniciativas debería ser proporcional al gasto en las escuelas, dijeron los funcionarios de la agencia.
Las escuelas, instituciones similares y programas de asimilación relacionados fueron financiados con 23 mil 300 millones de dólares de gasto federal ajustado a la inflación, determinaron los funcionarios. Las instituciones religiosas y privadas que dirigían muchas de las instituciones recibieron dinero federal como socios en la campaña para “civilizar” a los estudiantes indígenas, según el nuevo informe.
En 1926, más de 80 por ciento de los niños indígenas en edad escolar (unos 60 mil niños) asistían a internados administrados por el gobierno federal o por organizaciones religiosas, según la Coalición Nacional para la Curación de Internados de Nativos Americanos.
El grupo con sede en Minnesota ha contabilizado más de 100 escuelas adicionales que no están en la lista del gobierno que estaban administradas por iglesias y sin evidencia de apoyo federal.
En junio, los obispos católicos estadounidenses se disculparon por el papel de la Iglesia en el trauma que sufrieron los niños. Y en 2022, el papa Francisco se disculpó por la cooperación de la Iglesia católica con los internados en Canadá. Dijo que la asimilación forzada de los pueblos indígenas a la sociedad cristiana destruyó sus culturas, separó familias y marginó generaciones.
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La legislación pendiente ante el Congreso establecería una “Comisión de la Verdad y la Sanación” para documentar y reconocer las injusticias pasadas relacionadas con los internados. La medida está patrocinada en el Senado por la demócrata Elizabeth Warren de Massachusetts y respaldada por la republicana Lisa Murkowski de Alaska.
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