El Festival Internacional de Cine de Busan (BIFF), el mayor acto cinematográfico de Asia, comenzó ayer en Corea del Sur sin ceremonia de apertura ni estrellas extranjeras. Pero haberlo mantenido en el contexto de la pandemia ya es un éxito.
En otras partes del mundo, el coronavirus ha obligado a cancelar muchos festivales, como el Cannes, en Francia.
Algunas de las películas que iban a proyectarse en el festival francés se verán en Busan, ciudad portuaria, que este año verá llegar a muchísima menos gente que otras veces.
El 25 aniversario del festival debería haber sido la ocasión para celebrar el triunfo de la película Parásitos, del surcoreano Bong Joon-ho, en la pasada entrega de los premios Óscar.
Sin embargo, a causa del coronavirus no hubo ceremonia de apertura ni desfiles glamurosos en la alfombra roja, ni fiestas ni actos al aire libre.
El programa fue revisado a la baja, con una reducción de 80 por ciento del número de proyecciones. Unas 190 películas se proyectarán una sola vez, frente a las 300 que suelen exhibirse varias veces.
“Estamos haciendo todo lo posible para ofrecer lo esencial, mientras seguimos las reglas de seguridad contra el COVID-19”, señaló Nam Dong-chul, director de programación del festival.
Los organizadores han previsto 45 reuniones asociadas a las proyecciones, pero sólo participarán directores y actores surcoreanos.
El festival ofrece este año 70 estrenos mundiales.
Edición: Laura Espejo
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