Texto: Isabel Inclán
Foto: Archivo
La Jornada Maya
Canadá, Otawa
Sábado 26 de noviembre, 2016
La estrecha y larga amistad que tuvieron el exprimer ministro de Canadá, Pierre Elliott Trudeau, y el líder cubano Fidel Castro, fue explicita y desafiante en el contexto internacional de finales del siglo XX.
En enero de 1976, Pierre E. Trudeau, quien gobernó Canadá cerca de 15 años, desafió a los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) al ser el único líder de Occidente que visitó Cuba y se reunió con el presidente Fidel Castro.
Desde entonces, surgió en ellos una gran amistad que duró hasta la muerte del líder canadiense en el año 2000.
Más de 250 mil cubanos salieron a las calles de La Habana a vitorear al primer ministro canadiense durante su visita a la isla, recuerda Robert Wright, autor del libro “Tres noches en la Habana”, una crónica de la histórica visita de Trudeau a Cuba.
El cronista interpretó este encuentro como un “gesto de amistad dirigido al tumulto mundial”.
Incluso en Canadá los sectores más conservadores criticaron al líder liberal, quien con su encuentro con Castro estaba “legitimando a un régimen autoritario respaldado por las grandes armas de Moscú”.
Trudeau realizó este viaje para “bajar la tensión mundial y mostrar la humanidad del enemigo”, recuerda Wright.
El entonces primer ministro, padre del actual primer ministro Justin Trudeau, no quería cambiar las ideas de Fidel ni las propias sino sentarse a dialogar con el presidente cubano en forma respetuosa aunque no estuviera de acuerdo con sus ideas, agregó el cronista.
Detalló que ambos líderes “cerebrales, emocionales e inaccesibles” congeniaron.
Pierre E. Trudeau cerró su discurso en La Habana con la frase: “larga vida al primer ministro Fidel Castro”.
El presidente cubano, quien era siete años más joven que Trudeau, vio en éste a un mentor, alguien en quien confiaba y a quien consultaba regularmente, dijo Wright.
En octubre de 2000, Fidel Castro viajó a Montreal a los funerales de su amigo Trudeau, quien falleció el 28 de septiembre a los 80 años de edad.
Presente en la Basílica de Notre Dame y notoriamente triste, Fidel Castro se refirió a su amigo como un “indiscutible líder mundial”, “un gran estadista”.
Al llegar a la Basílica el revolucionario cubano fue recibido con aplausos y con un “Viva Fidel”.
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