Pese a que el padre de la biología moderna pudo descifrar muchas formas de la evolución de los seres que habitan el planeta, las plantas con flores fueron un acertijo que hasta ahora no ha sido resuelto.
Al no poder explicarlas, Charles Darwin calificó como “abominable misterio” a las angiospermas, aquellas plantas que dan flores y semillas en sus frutos, según una carta que el biólogo envió a su amigo Joseph Hooker en 1879.
El escrito deja ver una obsesión del biólogo por entender cómo evolucionaron las primeras plantas con flores, cuestión que incluso pondría en jaque sus teorías ya conocidas.
Darwin explicó a su amigo que el rápido desarrollo de estas formas de vida eran para él un “misterio abominable”, refiriéndose principalmente a las plantas que producen flores y dan semillas en sus frutos.
Al parecer, al biólogo le perturbaba el hecho de que estas especies comenzaron su vida en la Tierra casi de manera inmediata, mientras que los mamíferos tuvieron una evolución gradual.
Esta evolución abrupta representa una contradicción a la teoría de la selección natural, que establece que “la naturaleza no da un salto”.
A 140 años del fallecimiento de Charles Darwin, que se conmemora este 19 de abril, botánicos todavía estudian las angiospermas en busca de descifrar su origen. Las hipótesis apuntan a una evolución multicelular a pasos pequeños, pero constantes.
Una de ellas señala que las primeras plantas con flores fueron arbustos leñosos con grandes flores, como las magnolias modernas; otra dice prácticamente lo contrario: que eran más bien flores pequeñas y de cuerpos no leñosos.
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La Jornada
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