Fernando Camacho
Luego de una caminata que inició a las 4:40 horas de este jueves, integrantes de la Caravana de Dignidad y Consciencia Wixárika arribaron a Paseo de la Reforma en la Ciudad de México, desde donde llevaron a cabo el último tramo de la marcha que desembocó este jueves en el “Antimonumento a los 43”, para exigirle al presidente Andrés Manuel López Obrador que los reciba personalmente y los ayude a que se les restituyan más de 11 mil hectáreas que les fueron invadidas por ganaderos de comunidades vecinas.
Poco después de la una de la tarde los participantes en la movilización comenzaron a marchar sobre la principal avenida de la capital del país, en medio de consignas como “López Obrador, cumple tu palabra. López Obrador, regrésanos las tierras” y “¿A dónde vamos? A Palacio Nacional. ¿A qué vamos? Por la restitución de nuestras tierras”.
Su periplo inició el pasado 25 de abril, cuando alrededor de 120 habitantes de las comunidades de San Sebastián Teponahuaxtlán y Tuxpan de Bolaños salieron en marcha hacia la Ciudad de México para pedirle al jefe del ejecutivo que los reciba personalmente y los ayude a que se les devuelvan unas 11 mil hectáreas de tierras que les fueron despojadas a mediados del siglo XX.
La Caravana tuvo una recepción por parte de grupos simpatizantes en el “Antimonumento a los 43”, donde ofrecieron conferencia de prensa. Luego integrantes de la movilización se trasladaron a la Basílica de Guadalupe, donde decidirán en qué sitio pernoctarán este jueves; se prevé que se instalen en la explanada del templo.
En tanto, el viernes 27 los indígenas Wixárika acudirán al mencionado templo católico para realizar una ceremonia de agradecimiento y después se trasladarán al Zócalo para reiterar su exigencia de que López Obrador les de una audiencia.
Sin embargo, el Presidente anunció durante la conferencia de prensa de este jueves que la de mañana será en Sinaloa, donde estará de visita este fin de semana.
Organizados desde que despuntó el día
Los comuneros salieron este jueves desde San Jerónimo Acazulco, en el Estado de México, antes de que salieran los primeros rayos del sol.
Puntuales, se organizaron en filas de dos personas en fondo y ocuparon el carril de extrema derecha de la autopista México-Toluca, resguardados por una patrulla de la Guardia Nacional, así como por ambulancias y autos del gobierno del Estado de México y algunos vehículos particulares que los custodian.
“Salimos en ayunas y sin tomar agua. Así vamos, en homenaje a nuestra Madre Tierra. A lo mejor a las dos o tres de la tarde (los integrantes de la marcha comerán algo)”, detalló Oscar Hernández Hernández, comisariado de bienes comunales de San Sebastián Teponahuaxtlán y uno de los voceros de la movilización .
Pese al frío de las primeras horas de la mañana, la marcha avanzó a buen ritmo, y aunque la mayoría de los participantes iba en silencio, también podía escucharse la música tradicional que alguno de ellos puso en una bocina. Encabezando el contingente, van algunas autoridades portando las banderas de San Sebastián y de México.
A la marcha de los wixárikas -que han recorrido más de 900 kilómetros para exigir una reunión con el presidente Andrés Manuel López Obrador- se sumaron cerca de 30 pobladores de la comunidad indígena mazahua de San Antonio de la Laguna, Estado de México. Lo hicieron para mostrar su solidaridad, sí, pero también para exponer sus propias historias de despojo.
“Nosotros venimos en esta caminata porque tenemos la finalidad de llegar a Palacio Nacional y protestar, porque queremos solución de nuestras tierras. Son 310 hectáreas, de las que tenemos carpeta y planos definitivos, y que le dotaron a nuestros abuelos en 1936 y entregaron en 1951”, explicó Valentín Feliciano de Jesús, poblador de la localidad.
De acuerdo con el hombre, esas tierras les fueron “invadidas” hace alrededor de 60 años por personas ajenas a la comunidad, algunas de ellas de origen mexicano pero que viven en Colorado, Estados Unidos.
Desde entonces, lamentó, los ocupantes han vendido o rentado parte de esas hectáreas o las han utilizado para instalar clubes de veleros, embarcaderos y otros proyectos turísticos, aprovechando que las propiedades colindan con la laguna de Valle de Bravo.
En el marco del conflicto, dijo, fue asesinado el primer comisionado de bienes comunales del pueblo, Dionisio Flores, mientras que otros habitantes han sido amenazados o encarcelados.
“Ellos sacan buen dinero y con eso mismo nos atormentan. Hemos pedido reconciliación, platicar con ellos para llegar a un acuerdo, pero dicen ‘no les daremos ni un pedazo de tierra’. Ya tenemos un amparo, pero los invasores ahí siguen y nos amenazan. Esta vez ya nos hemos defendido, ya no nos quitamos”, definió.
Edición: Ana Ordaz
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