Emir Olivares Alonso
“¡Extasiante!” fue la totalidad del eclipse. Miles de personas congregadas en el parque Ciudades Hermanas de Mazatlán, Sinaloa, tuvieron un viaje personal al contemplar los cuatro minutos el evento astronómico.
A las 11:07, hora local, inició la llamada totalidad y los gritos evidenciaron la emoción de las personas que observaban el fenómeno astronómico.
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Algunos brincaban de felicidad, otros lloraban, unos más temblaron de las sensaciones que en ese momento brotaban. Cada quien, en su persona, vivió su propia experiencia.
Justos, referentes y experiencias de vida se conjugaron en cada individuo para sentir la experiencia, una que en el país no se repetirá sino hasta 2052.
Las bullas se extendieron por los más de cuatro minutos que duró la totalidad del eclipse.
Cuando se alcanzó la alineación, el horizonte se iluminó, parecía un amanecer justo en la alineación adyacente: la del cielo y el mar.
En la contraparte, en el cielo se oscureció totalmente, las aves volaron desconcertadas y en medio de esa oscuridad aparecieron Mercurio y varías estrellas.
Al fin de la totalidad, la música de Banda no podía estar ausente: El sinaloense sonó en altos decibles y la gente se dispuso a bailar.
Muchos se besaron, se abrazaron, emocionados de testificar el eclipse. Otros se quedaron sin palabras, simplemente observando el cielo, sorprendidos ante semejante vista que tardará en atravesar de nuevo por nuestro país 28 años más.
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