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La Jornada Maya
24/10/2024 | Playa del Carmen, Quintana Roo
El Diario Oficial de la Federación publicó este jueves 24 de octubre la declaración de protección de la indicación geográfica Chicle Maya de Quintana Roo y Campeche, en la que especifica que sólo podrá tener esta denominación el chicle que se obtiene de látex extraído por medio de incisión a los árboles naturales de chicozapote de la selva de Quintana Roo y Campeche, de la familia sapotacea, especie Manilkara zapota, espesado por cocción en una olla (paila) y moldeado en marcos de madera (marqueta).
Esta declaración protege el producto, incluyendo sus características, componentes, forma de extracción, procesos de producción o elaboración, envase, empaque o embalaje y comercialización. El Chicle Maya de Quintana Roo y Campeche debe tener un color café claro o beige, un aroma particular a resina que puede ser considerado como dulce, vainilla, miel, madera, panela o piloncillo, al introducirlo en la boca, encaja perfectamente en los dientes, siendo suave y el bloque de chicle no debe contener ninguna impureza (basura, hojitas, astillas de madera, piedras) ni sustancias extrañas.
“La indicación geográfica protegida Chicle Maya de Quintana Roo y Campeche es un bien de dominio del poder público de la Federación y sólo podrá usarse mediante la autorización que expida el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial. El usuario autorizado estará obligado a usar la leyenda Indicación Geográfica Protegida Chicle Maya de Quintana Roo y Campeche, tal y como aparece en la presente declaración, así como a aplicar la leyenda Indicación Geográfica Protegida o las siglas I.G.P. al producto amparado por ésta”, detalla el documento.
Protección del proceso
Se especifica que el Chicle Maya de Quintana Roo y Campeche corresponde a una gomorresina que fluye del tronco del chicozapote, de árboles de 15 a 35 metros de altura que se encuentran distribuidos de forma natural y dispersa por toda la Península de Yucatán, principalmente en las áreas forestales fuertes de Quintana Roo y Campeche; su distribución diamétrica va desde los 10 hasta los 90 centímetros. El látex se extrae únicamente de la corteza del tronco; donde es más abundante.
Foto: Ayuntamiento de Puerto Morelos
La técnica de extracción y aprovechamiento de látex de chicozapote consta de las siguientes etapas: el monteo (el chiclero elige el árbol a chiclear), calado (se realiza una incisión a una altura mínima de 20 centímetros para determinar si el árbol está en condiciones de ser aprovechado), el ascenso y la pica (los chicleros escalan el árbol. Una vez que se ha determinado que el árbol está en condiciones de ser aprovechado, se realizan en promedio 15 incisiones en forma de zig-zag que cumplen con la función de conducción para que el látex fluya desde lo más alto hasta la bolsa recolectora).
El proceso continúa con el descenso del árbol, la recolección de látex de chicozapote en bidones, la cocción (se realiza en un fogón de tres piedras, con pedazos de madera de caoba, tzalam, entre otras maderas de la región) y el enfriamiento (retirando la paila del fogón, se coloca en un área donde corra el viento). Sigue el enmarquetado, que tiene su propio proceso y normalmente es realizado por dos personas.
Cada chiclero produce hasta 200 kilos al año
La jornada en temporada chiclera la decide el productor, pero puede ser desde las 5 am hasta las 12 pm o bien salir a las 6 am y regresar a las 13 horas. Al finalizar la jornada de trabajo, los chicleros experimentados realizan la pica de un promedio de 10 árboles diarios y un promedio de seis los chicleros jóvenes que recién comienzan su integración en la actividad.
El producto de cada árbol es recogido al día siguiente en un bidón de 20 litros. Cada chiclero en promedio puede producir hasta 40 kilos de chicle a la semana. El promedio de los chicleros que apenas se inician es de 30 kilos. Anualmente el promedio general por chiclero es de 200 kilos de chicle.
El proceso de elaboración del chicle sigue siendo colectivo y familiar, donde participan otros compañeros chicleros, esposas, hijos, tíos, abuelos y en casos particulares se juntan a realizar la cocción hasta tres generaciones de chicleros.
Edición: Emilio Gómez