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Francisco J. Rosado May
Foto: Juan Manuel Valdivia
La Jornada Maya

Lunes 23 de septiembre, 2019

En diversos documentos legales de nuestro país aparecen términos, relativamente nuevos, que aún estamos tratando de comprender. Por ejemplo, el primer párrafo del artículo segundo Constitucional se menciona que “La Nación tiene una composición pluricultural…”; en la fracción II del inciso B del mismo artículo está la palabra intercultural en relación a educación.

El decreto por el que se expide la Ley del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas menciona la palabra interculturalidad al menos en 13 ocasiones, mientras que la palabra pluricultural solo se menciona una vez en el párrafo I del Artículo 6.

Aún cuando la Ley General de Salud no menciona ninguna de las palabras multi, pluri o intercultural, en 2014 la Secretaría de Salud, publicó el documento “Interculturalidad en salud, experiencias y aportes para el fortalecimiento de los servicios de salud”.

[a=https://]http://www.dged.salud.gob.mx/contenidos/dged/descargas/docs/InterculturalidadSalud.pdf[/a], que ha sido usado como base para una política pública de reconocimiento y fomento a la práctica de la medicina tradicional.

Por otra parte, la Ley General de Educación reformada en 2019, menciona la palabra intercultural un par de veces. La misma Ley reformada en 2018 no contiene ninguna de las palabras antes mencionadas.

Aparentemente en documentos oficiales el término pluricultural es más usado, mientras que el término multicultural lo es en publicaciones académicas. En ambos casos se usa el término intercultural. En ningún documento oficial aparece la palabra intraculturalidad, sin embargo, su entendimiento es importante para comprender mejor los conceptos de multi o pluri cultural y el de intercultural.

Es momento, entonces, de contar con elementos que permitan entender los términos y conceptos que actualmente están guiando mucho del pensamiento legislativo y académico y que indudablemente serán la base de la política pública. Por tanto, es importante construir el consenso necesario, a menos a nivel de definición funcional, de esos términos.

La palabra, concepto, “cultura” es una de las más usadas en el mundo, sin embargo no hay unanimidad en su definición, sino flexibilidad operativa. En su libro clásico, Kroeber y Kluckhohn, “Cultura, revisión crítica de conceptos y definiciones”, publicado en 1952, identificaron 164 definiciones diferentes. Se estima que este número se ha incrementado a 250 con el paso de los años.

Aunque con variantes, se puede asumir que todas las personas tienen una noción de lo que significa la palabra cultura. El consenso descansa en que que la cultura es la síntesis de un conjunto de saberes, tradiciones, valores, prácticas, visión del mundo, que comparten grupos sociales. Podemos pensar en niveles de complejidad de cultura que respalden el hecho de que cada individuo representa una cultura única, o bien pensar que los más de mil 300 millones de habitantes de la China son de la cultura que identifica su país con respecto a los demás.

La palabra multi o pluriculturalidad refleja un tejido social en el que en el mismo espacio territorial confluyen personas de diferentes culturas, sin que necesariamente existan interacciones promovidas por alguna política pública que conduzca a procesos que impliquen nuevas expresiones culturales diferentes a los existentes y que resulten de la interacción deliberada entre las culturas.

Por supuesto que un tejido social multicultural indudablemente ofrece condiciones para que la culturas de cada grupo tenga adaptaciones, modificaciones que muy posiblemente resulten de sus interacciones con otras culturas. Las culturas son dinámicas, no estáticas.

La palabra intercultural refleja prácticas, acciones, políticas públicas, diseñadas para promover la interacción entre representantes de diferentes culturas, especialmente en los ámbitos de valores y saberes. En el proceso de interacciones puede, y debe, emerger nuevas prácticas, saberes, valores, acciones, cuya raíz es multicultural, pero que su expresión es compartida por las culturas involucradas.

En el ámbito de saberes es donde existe mayor probabilidad de que la interculturalidad sea el resultado del proceso de interacciones entre culturas. En la música y las artes tenemos ensambles y mezclas de diferentes géneros que a su vez reflejan elementos de diferentes culturas.

En las ciencias y tecnologías, la interculturalidad también ofrece un enorme potencial. Como ejemplos de productos de la interculturalidad están: la agroecología, la explicación de expansión y contracción del cosmos, la nanotecnología, etc. Técnicamente se puede entender a la interculturalidad como el resultado de un proceso que sucede en un espacio seguro, donde diferentes formas de construcción de conocimiento, y visión del mundo, coexisten, generando condiciones para crear nuevo conocimiento, el intercultural.

La palabra intracultural se refiere a las prácticas, acciones, políticas públicas que descansan en una sola cultura, para fortalecerse o para recuperarse.

La interculturalidad que se busca promover en México, basado en documentos oficiales, necesita elementos de intraculturalidad y de multiculturalidad, incluyendo a la cultura occidental. Sin lugar a dudas la interculturalidad requiere de mucho trabajo intracultural para “re-cuperar, re-conocer, re-valorar, re-adaptar, re-aprender y re-encontrar” elementos de una cultura, especialmente las menos favorecidas, para generar elementos que le permitan potencializar esa cultura e identidad propia en un contexto multicultural. Sin una adecuada intraculturalidad, es difícil lograr la interculturalidad.

Pero, cuidado; la línea entre la interculturalidad y la intraculturalidad puede ser muy delgada y no tener la suficiente claridad en la mente de personas, o, peor aún, en políticas públicas. En la intraculturalidad puede desarrollarse el fundamentalismo (la conocida supremacía blanca es una expresión de intraculturalidad fundamentalista) y que desde esa visión se busque influenciar a otras culturas sin tomar en cuenta ni respetar las diferencias, mucho menos ofrecer espacios para que las interacciones entre culturas se den en forma segura y respetuosa. La intraculturalidad fundamentalista puede ser un peligro para toda la sociedad.

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