Paradojas del acuerdo migratorio EU-México

Gabriel Aarón Macías Zapata
Foto: Cuartoscuro
La Jornada Maya

Miércoles 19 de junio, 2019

Refiriéndonos al caso de la frontera sur de México y Centroamérica, el acuerdo migratorio sacado a México bajo la presión de imponer aranceles a productos mexicanos que ingresan a los Estados Unidos, vemos que se deriva de una visión limitada sobre la complejidad que presenta la migración por estas regiones.

México adquirió el compromiso de reforzar la frontera sur para evitar el paso de migrantes con rumbo a EU. A cambio, Donald Trump se comprometió a impulsar el desarrollo de los países del Triángulo del Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador), a los que el mandatario estadunidense les retiró la ayuda económica por no impedir la migración de sus ciudadanos y de otras naciones hacia los EU. Ahora, la idea consiste en desarrollar la economía de la zona para evitar la migración que busca mayor bienestar.

El despliegue de la Guardia Nacional (GN) en la frontera sur tiene el objetivo de impedir el paso desmedido de migrantes, y de evitar la operación de bandas de traficantes de personas (“coyotes”), algunas ligadas a los cárteles de la droga.

La GN podría impedir el flujo de las caravanas por los pasos fronterizos legales, pero la realidad ha mostrado que, al cerrar fronteras, los “coyotes” encuentran mayor demanda para pasar a pequeños grupos por los “puntos ciegos” fronterizos. Así la GN requerirá de mayor esfuerzo para impedir el paso migratorio por los sitios donde la frontera presenta mayor porosidad.

Es probable que la vigilancia no alcance para cubrir los mil 200 kilómetros de la frontera con Guatemala, y que al fragmentarse las caravanas sea imposible detener a numerosos grupos pequeños de migrantes. Además, puede ser que el flujo migratorio tome la opción de pasar por la frontera con Belice; línea que se caracteriza por la escasa atención de las autoridades.

Sobre el compromiso de EU para promover el desarrollo en el Triángulo del Norte, a primera vista la medida significa un acierto bajo el entendido que la situación económica y la inseguridad alientan la migración de sus ciudadanos. Sin embargo, la región no sólo es fuente de migrantes, también es de tránsito de numerosas personas originarias de otros países centroamericanos, de Sudamérica y el Caribe, Asia, África y la India, cuyo destino es América del Norte.

Esto requiere de políticas públicas surgidas de acuerdos en los que participen los países de origen, tránsito y de destino migratorios. La complejidad del caso es que algunas naciones, incluyendo a México, a la vez son de origen y de tránsito; lo que implica acordar a la vez sobre el control de la salida de sus migrantes y de aquellos que cruzan su territorio.

Para cumplir con el plazo de 45 días que Trump impuso a México para reducir la cantidad de migrantes que ingresan a este país con rumbo a EU, el canciller Marcelo Ebrard propuso incluir en el acuerdo a Brasil, Panamá y Guatemala.

Panamá tiene continuos represamientos de migrantes en su frontera con Colombia, motivo por el que cuenta con albergues para su resguardo mientras resuelve su situación migratoria; lo que en varias ocasiones termina con la deportación. Entre tanto, Guatemala es la principal puerta de entrada de los migrantes que se dirigen hacia el norte. Pactar con estos países podría aminorar el flujo migratorio.

Especial mención merecen Venezuela y Cuba, países expulsores de migrantes que utilizan la ruta centroamericana para llegar a los Estados Unidos. Cada uno tiene causas internas que motivan la salida de sus habitantes, pero lo cierto es que también influyen los bloqueos económicos que a cada uno le ha impuesto el gobierno de Trump. En ambos casos la posible negociación con el país de destino sería casi imposible por el desacuerdo político existente entre estas naciones y EU.

Al contrario, Trump ha golpeado a los cuentapropistas cubanos, empresarios a los que el gobierno les permite mantener pequeños negocios. En marzo. EU suspendió la visa B2 que por cinco años concedía múltiples entradas, reduciéndola a tres meses con una entrada. Esto limitó a los empresarios para ir a Estados Unidos para surtir mercancías para sus negocios, de las que carece la isla.

Para rematar, Trump prohibió el arribo de cruceros a Cuba, acción que afectó a los cuentapropistas que prestan servicios a los turistas. Con ello se fueron las esperanzas de muchos de ellos para sostener su negocio. Ahora quizá busquen otra alternativa económica migrando hacia EU, donde seguro algunos tienen algún familiar.

Pero lo más complejo de asunto es que la agresiva política de Trump tiene como trasfondo el tema de su reelección, de que los acuerdos migratorios girarán en torno a las diferentes coyunturas electorales que enfrentará el actual presidente estadunidense, en donde México tendrá que atender al de por sí espinoso asunto migratorio, sin tener que involucrarse como un activo fijo de la campaña presidencial del aspirante a la reelección.

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