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Hugo Martoccia
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Lunes 10 de junio, 2019

Los números de la elección del pasado 2 de junio no sorprendieron demasiado. En lo general, el morenismo logró lo que se esperaba: un triunfo que confirma a ese bloque como la nueva fuerza política dominante de Quintana Roo. La elección dejó también una nueva derrota del oficialismo estatal, que deberá encontrar, en los próximos dos años sin escaramuzas electorales, volver a convencer a los quintanarroenses de que es una opción válida.

En el medio, la sorpresa del Partido Verde, que quedó como cuarta fuerza estatal; el desmoronamiento interminable del PRI, y la confirmación de que la muy escasa concurrencia a las urnas permitió que todos los partidos del estado mantuvieran su registro.

Hasta ahí lo que se sabe y lo que se vio. Lo que sigue es más importante aún. Se trata, nada más y nada menos, que de la construcción de la gobernabilidad que Carlos Joaquín requiere para la segunda parte de su sexenio.

Y, más allá, del inicio de una estrategia política que incluya algo más que mirar pasivamente cómo Morena se fortalece y se convierte en el partido hegemónico en Quintana Roo.

[b]Los bloques [/b]

Los datos oficiales al día de hoy, dicen que la próxima Legislatura tendrá una mayoría importante de lopezobradoristas, serán 14 diputados: 8 de Morena, 3 del Partido Verde y tres del PT.

La mayoría lopezobradorista contará, además, con un extra. De acuerdo a la nueva composición interna del Congreso, a Morena y al Verde les tocará un año a cada uno presidir la Junta de Coordinación Política. El otro año será para el PAN.

El oficialismo estatal tendrá cuatro diputados panistas, dos del PRD, y uno de Confianza. Más allá de eso, se supone que contará con el apoyo de los dos diputados del PRI, y el del MAS.

El MC de José Luis Toledo Medina, Chanito, ya decidió que estará más cerca de Morena que del joaquinismo.

De ahí la importancia del gran conflicto postelectoral que se avecina por la tercera plurinominal que pide Morena. Si la Justicia Electoral le da finalmente ese diputado al partido de AMLO, ese bloque, junto al MC, estaría a un paso de conformar una mayoría calificada que, llegado el caso, podría ser una pesadilla política para el gobernador.

[b]La estrategia [/b]

Debe decirse algo: hasta ahora no hay ninguna señal de que algún partido pretenda jugar a la inestabilidad política. En Morena, por ejemplo, dicen que su mayoría se utilizará para transparentar el Congreso e impulsar la agenda nacional de AMLO en Quintana Roo. Nada más. No piensan (al menos no todos) en enfrentamientos con Carlos Joaquín.

En el joaquinismo saben, sin embargo, que la única manera de mantener un acuerdo político es cuando existe un equilibrio de fuerzas. Con los números que ya tiene el morenismo, puede manejar gran parte del Congreso a voluntad. Una mayoría calificada sería un riesgo político innecesario.

Por eso los operadores del Gobierno buscan las grietas de ese armado político-electoral, que, debe decirse, son bastantes.

La primera mirada fue hacia el Partido Verde. Pero allí no hubo espacio para entrar. En el Verde Ecologista mandaron el mensaje de que la alianza con el morenismo tiene un anclaje nacional que supera cualquier especulación en el estado. La versión dice que esa alianza incluye que un Verde sea el próximo candidato en Cancún, en 2021. El premio es lo suficientemente grande para resistir tentaciones momentáneas.

En el Verde dejaron en claro, sin embargo, que no participarán de ninguna aventura que tenga la inestabilidad política como objetivo.

La mirada del joaquinismo, entonces, empezó a centrarse en los históricos aliados de la izquierda, el PT y Morena. Con el PT el problema es el mismo que con el Verde. Si bien localmente es un partido que nunca se enfrentó con el poder, su alianza nacional con el lopezobradorismo es muy firme, y el poder la ha solidificado.

Sin embargo, las adiciones electorales que tuvo Hernán Villatoro, que fueron Ana Pamplona y Roberto Erales, estarán siempre en la mira del oficialismo.

[b]Las pertenencias políticas [/b]

En medio de ese escenario, la mejor opción del oficialismo parece ser hurgar en las referencias políticas de los diputados electos de la izquierda; de donde vienen y cuál es su pertenencia.

Ahí la estrategia comienza a clarificarse. Ericka Castillo, por ejemplo, tiene una vinculación política con la senadora Marybel Villegas, que la pondría, a priori, del lado de los adversarios. Pero también tiene una vinculación, mucho más que política, con el Sindicato de taxistas, que la hace sujeto de cualquier tipo de presión o acuerdo político.

Tepy Gutiérrez es una política acostumbrada a la institucionalidad. Sus raíces políticas la vinculan con Marciano Dzul y hasta con los Beristain, pero hay un dato que no debe perderse de vista: su hermano es el tesorero de Pedro Joaquín en Cozumel.

Los diputados por Cancún, Alberto Batun, Reyna Durán y Fernanda Trejo son morenistas, pero también son parte del grupo político de ese partido que mejor trato tiene con el gobernador. Su principal aporte para la campaña lo puso Mara Lezama.

Los dos plurinominales de lista de Morena, Luis Fernando Chávez y Paula Pech, son un misterio.

La bancada de Morena es igual a lo que partido ha demostrado una y otra vez: no es un sólo bloque, sino más bien un armado heterogéneo que sólo tiene en común el paraguas electoral de AMLO.

[b]¿Aprender de pasado?[/b]

Al iniciar la actual Legislatura, en 2016, el oficialismo ingresó a la primera reunión del Congreso con 9 diputados, y salió presidiendo la Gran Comisión, y con el control total de las principales comisiones. Todo eso fue obra de una minuciosa operación política que desarmó a la endeble mayoría del PRI, Verde y Panal.

En esta ocasión, pase lo que pase, el oficialismo solo tendrá la presidencia del Congreso un año con el PAN. Por eso es tan importante alcanzar mayorías, aunque sean volubles y temporales, pero inmediatas, que posicionen a sus diputados en las Comisiones que deciden las cosas en el Congreso.

Lo fundamental es poner a sus principales cartas, Eduardo Martinez, Cristina Torres, Carlos Hernández, Lili Campos, y Pedro Pérez, en los puntos neurálgicos por donde pasa el poder del Congreso. Y eso se decidirá en el primer mes de la próxima Legislatura.

De allí en adelante, sólo se tratará de construir acuerdos y mayorías según las circunstancias.

[b]El futuro llegó hace rato[/b]

Al final, de lo que se trata todo es de evitar cualquier indicio de inestabilidad política en el trienio final de Carlos Joaquín. El gobernador cree que están dadas las condiciones para transitar esta etapa sin problemas, al menos en un horizonte de los próximos 18 meses, hasta que empiece un nuevo proceso electoral.

En ese contexto, el Congreso podría ser el escenario experimental para ver cómo se prepara la batalla para derrotar a Morena. El partido de AMLO amenaza con convertirse en mucho más que un dominador circunstancial en el futuro, si nadie le pone un límite.

En realidad, ese futuro llegó hace más de un año, y hasta ahora la reacción de los demás partidos parece que se ha gestado en los manuales del pasado.

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