José Luis Preciado
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya
Lunes 11 de marzo, 2019
Lista para entrar en acción la Guardia Nacional de México. Al margen de todos los acuerdos jurídicos y leyes invocadas que le dieron forma, me quiero referir a la expectativa que causa en la población este nuevo cuerpo militar-policiaco, encabezado por jefes civiles.
Se dice que este país respeta a la Marina y teme al Ejército, ambos cuerpos oficiales cumplen con misiones “fuera del agua”, ajenas a su elemento; el Ejército ha hecho las veces de policía municipal, estatal o de investigación, acude al rescate de los grupos en situación de riesgo y desfila en los eventos oficiales del país, mientras que la Marina seguía en mismo camino del Ejército, sólo que actuaba más cercana a los puertos del país; ambos mandos se sentían utilizados para fines poco edificantes y, por decir lo menos, ajenos a su margen de acción, quizás por ello se recibe a la Guardia Nacional como el primer gran acuerdo del Gobierno Federal para pacificar al país, y lo harán con reglas claras y fechas de retorno a los cuarteles respectivos, en su mejor momento contarán con unos 80 mil elementos y estarán bajo el mando de los civiles, y en cinco años retornarán a sus respectivos cuarteles a cumplir con su real misión, mientras que en las calles quedarán nuevos cuerpos policiacos dispuestos a todo y ya con mejor calidad que los que actualmente nos cuidan. A la Policía Federal nunca se le tuvo respeto, se le temía.
[b]A los pueblos[/b]
La primera acción de la Guardia Nacional será ganarse la confianza de los mexicanos, y esto se logra con acciones concretas y respetuosas de los derechos humanos, no hay que perder de vista que la mano que los desarma ha de ser firme. He de confesar que no creo demasiado en las leyes; al ser duras, se les viola con la razón; y al ser blandas, se les corrompe. Aunque partan de un origen venerable, siguen siendo aplicadas a la fuerza.
Otro defecto es que nuestras leyes cambian menos rápido que las costumbres y sus usos, por ello, primero que nada ha de ser en los pueblos donde se sienta el cambio, es en estos municipios donde radican los mayores problemas de seguridad, allí muchos veces los alcaldes y policías son parte de la nómina de los delincuentes -bajo amenaza de plata o plomo-, otros cómplices involuntarios, la mayor de las veces, son los mismos campesinos quienes cultivan la droga y trafican con ella bajo el manto protector de los jefes, cuya “bondad” es reconocida y defendida por los mismos pobladores.
Hay comunidades donde no les tiembla la mano para atacar a quienes atenten contra esa forma de vida secuestrada por la delincuencia que juega y manipula con esos sentimientos. No es un secreto que en muchos pueblos se piense que el gobierno es el malo y que los únicos capaces de pacificar a sus regiones son los delincuentes, a quienes les deben casi hasta la vida y sus ingresos.
Si los mexicanos no sienten que la Guardia Nacional es confiable, cercana y justiciera, no sólo no la van a aceptar, sino que la van a combatir desde cualquier trinchera; si perciben que los excesos en la aplicación de la ley son la misma rutina como hacerte cantar el himno nacional, entonces se habrá perdido otra oportunidad en tiempos que la moneda más común es la desesperanza. Ahí está la mayor apuesta de los últimos treinta años para ordenar al país, la Guardia Nacional tiene un solo camino, cumplir con México.
[i]Mérida, Yucatán[/i]
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