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del

Luis A. Boffil Gómez
Foto: especial
La Jornada Maya

Martes 26 de septiembre, 2017

Ya son 100 años. Sí, un siglo. ¿Se dice rápido? Quién puede saberlo. Lo cierto es que el 23 de septiembre de 1917 nació en nuestro convulsionado país, desde hace años presa de corrupción, envidias, malos gobiernos (algunos decentes, tal vez), determinados triunfos colectivos, amarguras, sonrisas, ánimo, albures, mentadas de madre y con el cotorreo a flor de piel en las buenas y en las malas, un ser humano que, años después, se convertiría en el verdadero héroe de carne y hueso.

Nada con los personajes sobrehumanos creados en Gringolandia. Superman era invencible hasta que le colocaban, en salva sea la parte, un pedazo de roca verde para volverlo más debilucho que cualquier candidato electoral sin dinero federal para Campaña saca-votos.

Batman era mortal; no obstante, el hombre murciélago estaba más traumado que equis yucateco cuando, después de chupar como cosaco –en tierras henequeneras-, le sobreviene la cruda que le raja la cabeza. O sea, al final, Batman era vulnerable.

Pero en México, damas y caballeros, niñas y niños, surgió quien iba a luchar contra todo para salir siempre victorioso. Ah, no necesitaba de bebidas espirituosas, simplemente un cafecito o agua potable común y corriente. Pero, eso sí, poseía una fuerza considerable y, sobre todo, habilidad fantástica, digna de una creatura de otro mundo, pero más mexicano que la chaya yucateca (ya no nopales; ¿acaso la chaya no tiene las mismas propiedades nutricionales, vitamínicas y medicinales?).

Hablamos, por supuesto, de Santo, el Enmascarado de Plata, legendario luchador, actor y quizá el mejor publirrelacionista de sí mismo de los últimos 70 años, vigente hasta la fecha con la herencia de su hijo y demás familiares.

Rodolfo Guzmán Huerta, vio la luz en Tulancingo, Hidalgo; desde pequeño parecía predestinado al triunfo. Comenzó a luchar en 1942 y estuvo en los cuadriláteros alrededor de 40 años. Se retiró en 1982 y falleció en 1984, después de hacer un acto de escapismo en el famoso teatro Blanquita, del entonces Distrito Federal, ahora Ciudad de México.

Resulta que El Santo hacía la competencia a Harry Houdini –el legendario mago de principios del siglo XX–. No sólo esa chamba tuvo. A lo largo de 60 películas, el Enmascarado de Plata luchó contra vampiros (hombres, mujeres y gays), marcianos, momias, seres fantasmales y de ultratumba, leprosos, pistoleros, asesinos seriales y hasta contra nazis. ¡Háganme el fabrón cavor!

Es por eso que es el héroe nacional por excelencia. Tal vez no fue el mejor luchador dentro del ring (había algunos con mejores cualidades: Blue Demon, Huracán Ramírez, Black Shadow o el Cavernario Galindo), pero fue el más mediático, en tiempos donde jamás se iba a pensar en Internet y las redes sociales que, en muchas ocasiones, lejos de ser un instrumento útil de comunicación, se transforman en espacios de desinformación y perversión.

Quizá se pueda imaginar a El Santo luchando contra los malosos. En estos tiempos hubiera sido sublime viéndolo como paladín de la justicia, enfrentando a otro tipo de malandros y demás situaciones de emergencia. Veamos:

[i]El Santo contra los sismos.[/i] Quizá el legendario Enmascarado de Plata no habría derrotado los terremotos (nadie puede), pero al menos rescataría a decenas de personas cuando los edificios estuvieran al borde del colapso total.

[i]El Santo contra los corruptos.[/i] Hubiera enfrentado a los más temibles enemigos, desde José López Portillo y su mafioso Negro Durazo, hasta Javier y César Duarte, ex mandatarios de Veracruz y Chihuahua, respectivamente, líderes de la corrupción, hasta doblegarlos en dos caídas al hilo y sin réferi de por medio (o sea, el Ministerio Público o cualquier autoridad de justicia que, por lo general, sirven para dos cosas: para nada y para lo mismo).

[i]El Santo contra los dinosaurios[/i]. Épica hubiera sido la batalla del famoso luchador ante los reptilotes de grandes fauces y voracidad –corruptora– sumamente depredadora, emanados de las etapas PRInosáuricas. Al final, El Santo hubiera encontrado la forma de deshacerse de ellos, posiblemente quemándoles el presupuesto, dejándolos sin cobrar jugosos salarios y quebrándoles sus cuevas sindicales, sitios de incubación de monstruos de rapiña del erario.

[i]El Santo contra los narcos[/i]. Aquí la pelea estaría sensacional; para comenzar, El Santo se habría ido a la raíz: directo con las autoridades corruptas policíacas, gubernamentales federales, estatales y municipales. Con dos que tres candados al cuello, la cosa no hubiera pasado a mayores. Por supuesto, ni Vicente Fox, ni Felipe Calderón, y menos Enrique Peña Nieto, tienen la capacidad visionaria de la leyenda de plata.

[i]El Santo contra la guerra sucia[/i]. En el plano yucateco, El Santo también hubiera intervenido para localizar con sus originales aparatos de comunicación (una consola y una antena de conejo) a los malosos que ya comenzaron con la “guerra sucia” electoral y le tiran a cuanta autoridad opositora a los PRInosáuricos saque un poco la cabeza. Un ejemplo es la desinformación que cunde alrededor de Mauricio Baby Face Vila, potencial aspirante al título que todavía ostenta el gladiador Rolando Bello Zapata, para 2018. Las huestes de los dueños del cuadrilátero –hasta ahora– contratan a quien pueden para subir a las redes todo tipo de rollos que potencialmente mermen la capacidad del que ostenta actualmente la “joya de la corona”. Hasta empresas fantasma le cuelgan. ¿Acaso el o los cerebros del mal no aprendieron del show de las calles con agruras o acidez?

[i]El Santo contra los panuchos del mal[/i]. El legendario pancracista también se habría dado cuenta de que en el seno de los principales opositores hay algo que huele muy mal. De entrada pondría orden y les aplicaría el “A caballo” a los más rudos panuchos que se han alejado de la causa que dio origen a su formación. Combatiría a los dizque líderes que, por ciegos, no quieren darse cuenta que su descomposición entró en vigencia desde que le negaron la candidatura por la gubernatura a Ana Rosa Payán Cervera, en aquel 2007. Hasta ahora no entienden que el titular del cetro “joya de la Corona” es la carta más fuerte para ser el retador oficial, les guste o no la idea.

[i]El Santo contra los "moches"[/i]. Si todavía viviera, hubiera agarrado al toro por los cuernos y doblegado a los políticos que han sido denunciados por utilizar la llave “Moches” que consiste en que algún legislador federal condicione la contratación de obra pública con dinero del erario hacia algún alcalde, previo acuerdo del dueño de la constructora, la autoridad municipal y, claro, el dizque representante del pueblo en el Congreso de la Unión. De eso saben mucho en Acción Nacional, cuyos “mocheros” no fueron sancionados por su dirigencia nacional, pero también se cuecen ibes (no habas) en el tricolor y en el partido amarillo de izquierda.

¡Oh, Dios! Santo: cuánta falta nos haces en estos momentos de depresión terrenal y de moral. Sigue descansando en paz.

Amiguitas y amiguitos, ya saben: sugerencias para que surja otro luchador que combata a todo malandro que se aproveche de México, enviarlas a [email protected] y/o [email protected]

[b][email protected][/b]


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