Francisco Hernández y Rubén Torres
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya
Jueves 7 de septiembre, 2017
Algo está sucediendo al interior del PAN a nivel nacional que, para bien o para mal, puede tener repercusiones a nivel local. Primero están los escándalos de espionaje del precandidato Rafael Moreno Valle y el enriquecimiento inexplicable de su líder nacional Ricardo Anaya. Tanto el uno como el otro acusan al gobierno federal de desatar una guerra en su contra y anuncian sendas demandas por difamación. Sea como sea y más allá del derrotero que tengan ambos litigios, el daño ante la opinión pública está hecho al grado en que el panismo no logra ponerse de acuerdo en la definición de cómo y quién será su candidato para las elecciones presidenciales de 2018.
La idea de formar un frente amplio opositor junto con el PRD y Convergencia sólo ha traído debates estériles, impertinentes y perniciosos al interior del blanquiazul; así lo muestran las distintas posturas de sus tres precandidatos Margarita Zavala, Moreno Valle y Anaya. Cada uno concibe y quiere al frente opositor de acuerdo a sus intereses y conveniencias. El PAN en su laberinto ha caído en una simple caricatura de partido atrapa-votos, en busca de poder, que poco o nada se interesa por el programa o plan de gobierno, ya no digamos por sus principios, justo cuando se vive la peor crisis de credibilidad en la historia del sistema de partidos en México.
Sin embargo, el PAN Yucatán parece haberse blindado de lo que le sucede a nivel nacional. Hasta hoy, el alcalde de Mérida, Mauricio Vila Dosal, encabeza las preferencias de los meridanos para las elecciones de gobernador. Al menos así lo muestran las más recientes encuestas de opinión. “Mérida es desde hace tiempo una ciudad panista”, consideran, pero la capital no es Yucatán, y aunque en el blanquiazul Vila se aprecia como el candidato idóneo para ganar la gubernatura, y se ha dado a la tarea de promover la imagen de la ciudad blanca y con ello la suya propia, él mismo se mueve en su propio laberinto y aún no decide si le conviene arriesgar su carrera política jugando a ser gobernador, o tomar las cosas con precaución y optar por un segundo período en la alcaldía.
Según lo señaló el propio alcalde en su segundo informe, la tasa de desempleo en el municipio es de las más bajas del país; 2.63 por ciento, cuando el promedio nacional es de 4.3 por ciento. El año pasado se generaron 12 mil nuevos empleos, representando un incremento del 25 por ciento con respecto a 2015, y en el primer semestre de 2017 se generaron más de 8 mil 200 empleos formales. De todo esto se ufana don Mauricio.
Sin embargo Mérida, como Yucatán, sigue siendo tierra de contrastes. Es una ciudad en crecimiento pero rezagada; que ofrece alta calidad de vida pero con problemas de sostenibilidad; con atracciones turísticas cuyas mayorías no se benefician de ellas; con servicios médicos no sólo para el estado sino para la península, cuya cobertura de servicios de salud se mantiene concentrada, es de mala calidad y de altos costos; con centros de educación superior cuyos graduados no encuentran empleo; con diversas comunidades marginadas en organismos administrativos fragmentados (comisarías) a los que no llegan los servicios públicos o estos son de baja calidad; una ciudad que aloja en su interior a casi un millón de habitantes, de los cuales más de 250 mil viven en pobreza; una ciudad que en sus atractivos de hoy está poniendo en riesgo su futuro. Una ciudad que en los términos actuales de su modelo urbano, no tiene sostenibilidad.
Con todo, las cosas no pintan tan mal para un alcalde en un país como México, donde en buena parte de las ciudades del país los problemas se multiplican y no muestran signos de progreso y bienestar para sus ciudadanos.
El punto es que Vila Dosal no va solo. El otro postulante, Renán Barrera Concha, tiene igualmente un crecimiento sostenido en la encuestas preelectorales (8.47 en agosto, 9.09 en julio de este año) y aunque el escándalo de las luminarias y el fallo de la Corte a favor de pagar por un servicio que Barrera Concha canceló durante su administración parecían sepultar sus aspiraciones, nada más contrario a la verdad, ya que el exalcalde cuenta con una estructura política fuerte al interior del panismo local y con las simpatías de un sector clasemediero meridano que aún se refiere con nostalgia a su administración. De hecho, su curva de crecimiento como figura política panista se ha dado gracias a los diversos cargos que ha tenido desde su salida de la alcaldía.
Entre estos dos personajes se dará la pugna por ver quién compite y por qué: ¿Mauricio por la gubernatura y Renán por la alcaldía? ¿O viceversa? Fuentes diversas hablan de un pacto de caballeros entre estos dos personajes, donde Vila llevaría mano, cerrando filas y presentándose como un PAN cohesionado y fuerte.
El dilema no es simple, ya que si bien el PAN podría estar blindado de lo que sucede a nivel nacional, el PRI Yucatán, gracias en gran medida a la popularidad del gobernador Zapata Bello, también logra desmarcarse del desprestigio que arrastra actualmente el PRI nacional de Peña Nieto y Ochoa Reza. Por lo cual la elección por la gubernatura se anuncia más que peleada, sobre todo cuando en el PRI vemos a gallos echados para adelante como el diputado Ramírez Marín. Muy probablemente, por días, semanas, quizá meses, el PAN siga en su laberinto.
Zoom anatómico. Son de notarse las similitudes con las que se mueven en sus eventos públicos el diputado priísta Pablo Gamboa Miner, y el alcalde Mauricio Vila; como cortados con la misma tijera: Jeans, camisa blanca arremangada, mocasín tipo sport y cabello peinado pero rebelde. Claro, uno luce barba de tres días mientras el otro prefiere la pulcritud que da la rasurada. El trabajo de base hoy en día se resume en “tirar rostro”. Hasta en eso se parecen.
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