De jóvenes, premios y premiados

José Luis Domínguez Castro
Foto tomada de Facebook
La Jornada Maya

Miércoles 6 de septiembre, 2017


[i]Gabino Barreda, el día del juicio ha llegado para ti. Tu juez ha de ser severo contigo, ha de ser inflexible, tú lo sabías y eso no turbó la serenidad de tu conciencia, ni la paz solemne de tu muerte. Sabías que para quien acepta una misión sacerdotal, la responsabilidad es terrible; tuviste encargo de almas, te eran entregadas en capullo todavía, y tú, las colocabas en el medio que habría de dar oro y color a sus alas. Las flores y el celo de que tú las rodeabas, se reflejan en aquellas mariposas de primavera. ¿Qué has hecho de la juventud? ¿Cómo cumpliste tu misión?[/i]
Justo Sierra Méndez: Discurso pronunciado en 1881 ante el cadáver del fundador de la Escuela Nacional Preparatoria


Asistí por invitación expresa de uno de los galardonados, a la entrega del Premio Estatal de la Juventud 2017, que como cada año entrega la Sejuve a quienes se han destacado en los campos académico, productivo, artístico, así como a quienes se distinguen por su labor social o el cuidado del medio ambiente. Loable tradición ésta de premiar a aquellos jóvenes de distintas edades que se han lanado a hacer algo por sus conciudadanos o por el planeta, sea desde la trinchera de la ciencia, o de la actividad económica.

Lo que no es muy razonable es que en este tipo de ceremonias que movilizan a cientos de adolescentes y jóvenes, sacándolos de sus actividades escolares normales, los hagan esperar más de una hora para empezar a realizar el evento, sin mayor explicación. Teatro lleno…vestíbulo desbordante, exceso de jóvenes organizadores que iban y venían por pasillos, mientras esperábamos… ¿a quién, a quienes? quizá a algún presidente municipal importante o a ¿algún diputado? mientras tanto, los invitados que ya rebasábamos en mucho la capacidad de los que podían caber sentados en el Daniel Ayala, nos armamos de valor, paciencia y resistencia auditiva ante un sonido con niveles de antro, sin ninguna explicación.

Cuando aparecieron los titulares del ramo juvenil y del desarrollo social, ¡Al fin! dio comienzo la ceremonia conducida por un personaje, por cierto no tan joven. Parece que se trataba de un conocido cómico regional, “disfrazado” para la ocasión, como él mismo reconoció, de joven gritón que una y otra vez conminaba al público a gritar “más fuerteeee”, “!que se oigaaa…para demostrar que somos jóvenes!” (sic).

Al grano, al ir pasando cada uno de los premiados a recibir su reconocimiento, si bien se les concedió el micrófono para que agradecieran o dedicaran su premio (a mis papás, al presidente, a mi maestra, a mi abuelita, etcétera) nadie tuvo el cuidado de explicar las razones por las que tal triunfador o triunfadora estaba siendo seleccionado esa tarde. Eso sí, para cada premiado, apareció una pareja de presentadores quienes, como en una alfombra roja del solar, se limitaban a leer la terna de finalistas y el nombre del ganador, sin mayor explicación. Después, los discursos interminables de rigor, todos muy juveniles, y expresados en una temporada preelectoral que de acuerdo a la ocasión también es muy joven aún. Al final de la ceremonia muchas selfies, abrazos, palmadas, flores y demás.

Frente al teatro, a la salida, un escaso y desgarbado grupo de inconformes de Crecicuentas le dedicaban con altavoces algunas palabras no muy amables “al señor gobernador y al secretario de educación” sin que nadie tuviera la gentileza de aclararles que ninguno de los aludidos estaba ahí, en el sitio que ellos pensaban.

Lamentable la desorganización institucional del evento, inodoro e insípido en su contenido, que pudo haber servido como una buena oportunidad para ofrecerle sabias lecciones a las multitudes de estudiantes que mataban la tarde y ante la aburrición de la larga espera, y lo anodino de la ceremonia, se divertían sin límite a través de sus videojuegos o mandándose mensajes unos a otros, mediante sus celulares. Para quienes piensan que ser joven es gritar más y más fuerte, sin ningún sentido o dirección….mi más respetuoso repudio.

En efecto, muchos jóvenes “emprendedores” o no (otro cliché que se ha desgastado ya), se dan a conocer innovando mini negocios o creando originales empresas domésticas; otros están forjándose en la ciencias (naturales o sociales: felicidades Joed) y en la investigación; muchos otros se comprometen, con o sin partido, en las organizaciones de la sociedad civil; hay quienes se preocupan por hacer labores filantrópicas sin selfies, ni premios y otros más se fajan en acciones de salvamento o de educación ambiental (¡felicidades a los guerreros ecológicos!, por cierto) sin esperar gritos de wow desmedidos, ni aplausos desbordados.

En fin que ya sabemos que ni están todos los que son en esas premiaciones, ni son esos galardonados los únicos que existen. Pero lo que es repugnante ante una experiencia como la que viví esa tarde, es quienes tienen responsabilidades en torno a los jóvenes, al grado de contar con un presupuesto a nivel de secretaría de estado, no revisen sus políticas promocionales, ni aprovechen este tipo de eventos para dejar una huella más duradera entre nuestros jóvenes más allá de los susodichos premios y premiados.

A ellos y a todos los que tenemos compromisos intergeneracionales, bien nos podrían hacer la misma pregunta que hizo Justo Sierra ante el cadáver de Gabino Barreda, el iniciador de la educación científica preparatoria: <<¿Qué has hecho de la juventud?>> A educadores, padres de familia, funcionarios con programas con incidencia en la juventud <>. La historia nos ha de juzgar y ha de ser severa e inflexible en su juicio.

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