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Pacabtún: las alas del Pez Volador

Historias para tomar el fresco
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

Un correo en mi bandeja de entrada dice: Hola, señorita Katia. Le envío una pequeña remembranza de lo hermoso de la colonia de Pacabtún. Por alguna razón, los mensajes de Don Pipo me hacen sonreír aunque no lo conozco en persona. Mi favorito es un sticker de tres aguacates bailando: su respuesta positiva a nuestra entrevista.

José Felipe Baeza Moreno, Don Pipo, tiene 60 años y llegó a Pacabtún en 1979 cuando Infonavit construyó casas en la calle 46, muy cerca del centro. En su remembranza, Don Pipo cuenta que se hacían bailes en la entrada principal sobre la avenida de la calle 50 y en ese tiempo las gradas para el campo de béisbol eran las rieles del ferrocarril. 

 

Foto: Katia Rejón

 

Pronto lo nombraron jefe de manzana y comenzó a organizar campeonatos infantiles. “Venían niños de las colonias colindantes: Fidel Velázquez, Reyes, Emiliano Zapata Oriente y Salvador Alvarado Oriente. Cada día del niño, el gobierno nos apoyaba con trajes, balones, trofeos, payasos. Era una convivencia muy bonita ver a los papás y mamás apoyando a sus hijos”, dice. 

Otro mensaje de Don Pipo es una foto. Aparece él de lentes, cejas tupidas, cabello negro y barba de candado; del otro lado, un hombre canoso que sonríe a la cámara. Una selfie en el parque del Pez Volador. “Pipo y Manuel”, escribe al pie de la imagen.  

Manuel Gonzalez Castillo, Kokola, es promotor cultural y el encargado del parque del Pez Volador en Pacabtún desde hace 30 años, desde que se fundó. A los 11 años llegó a vivir a la colonia. Como muchas otras personas en Pacabtún, su familia —ex cordelera— viene de la Cordemex. 

No sabe cuántos años de existencia tiene Pacabtún, pero calcula que cuando llegó ya tenía como cinco años. Ha buscado y preguntado en muchos sitios el aniversario de Pacabtún porque quiere preparar un festejo de los 50 años de fundación, pero nadie sabe.

“Cuando vine estaban sólo las casas antiguas que son de la calle 50 a la 46. Yo calculo que ahorita Pacabtún tiene 48 años. Había muy poca gente, se hacían carreras de bicicleta en la avenida, sólo había una cancha”, cuenta.

Estamos en un parque tranquilo pero mientras Manuel habla va tomando forma de otro sitio, va agarrando vuelo: “Era una maravilla: se llenaba la cancha, la gente se pintaba el pelo del color de su equipo, no faltaban los premios, los días que llovía me pedían secar la cancha pero no cancelar el juego”. 

Recuerda que cuando se inauguró el parque, era una novedad, una alegría que desbordaba las gradas. En este espacio se han realizado eventos deportivos y culturales: carnavales, festejos del Día del Niño, los XV años de un joven con Síndrome de Down, homenajes a deportistas, visitas de campeones mundiales como Raúl Ratón Macías, kermesses, box, lucha libre, carreras, todas las familias llegaban a montones. 

 

Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

 

Empezó a hacer también eventos culturales a partir de que el papá de uno de los muchachos falleció y necesitaban recaudar fondos para su entierro. Hicieron parodias de Garibaldi, Rigo Tovar, Flans.

“Veías a los chavitos con ollas, la gente salía y se divertía. Les decíamos: tú vas a ser la fans, vas a venir corriendo a abrazar a los artistas. Empezamos a llevar el show a escuelas, al DIF, fue la época dorada del Pez Volador”. Para Manuel, un parque no es sólo un parque sino el núcleo de convivencia de los vecinos, el espacio común al que pueden salir a divertirse, el que le da vida a una colonia.

Como muchos barrios del sur y oriente de Mérida, Pacabtún carga con un estigma de violencia y pandillerismo que duraron varios años. Sin embargo, Manuel dice que esos tiempos han pasado y —aunque el estigma se quedó— ahora es una colonia mucho más tranquila. 

 

Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

 

“La gente antigua quiere limpiar esa imagen que ha tenido Pacabtún. Que decían: Ah, no voy a Pacabtún porque hay mucho vándalo”, dice.  

La época a la que se refiere es entre los ochenta y noventa. Él lo relaciona con el tipo de consumo cultural en ese entonces con las películas americanas sobre pandillerismo. “Creo que eso influyó a muchos jóvenes para hacer ese tipo de cosas de las que hablaban las películas. A raíz de eso empezó la banda de los Jessicos, los Chimuelos, los Apaches y empezaron las rivalidades”.

Otros vecinos entrevistados como Carola Contreras apuntan que los jóvenes tenían entre 15 y 18 años. Las personas no podían pasar al “territorio” del otro, vivían fragmentados y en peleas violentas. Ahora quedan algunas personas que continúan amenazando la paz del barrio pero son muchas menos y ya no se agrupan en bandas.

La violencia se volvió tan caótica que el Pez Volador tuvo que suspender sus actividades por un año entero, pero a Kokola le entró la nostalgia y regresó para hacer eventos que ayudaran a las personas. 

“Algunas cosas empeoran con el paso del tiempo, pero acá no. La gente no se va, es una colonia donde siempre hay dónde comprar, a donde ir. Ahora las pandillas rivales están unidas. Nosotros los aconsejamos y respetamos”. 

Ahora, con los 30 años recién cumplidos del parque y con el medio siglo de aniversario de la fundación en puerta, quiere impulsar un programa para ponerle color a Pacabtún. 

Algunas colonias del sur de Mérida tienen el privilegio de ser lienzo de artistas urbanos. Colectivo Makech 44 tiene murales en Chuminópolis; Vergel II, un Bad Bunny del famoso Datoer; y Pacabtún no es la excepción. Acá pintan Vanilla, Frankel Pérez, hay raperos como Ricardo Benitez y su hermano Yayo.

“Tenemos grandes artistas. Ricardín además es un buen futbolista, me ayuda a entrenar niños. Frankel a veces nos apoya con disfraces pintados, es muy bueno”, agrega. 

Manuel imagina la colonia con graffitis extraordinarios y mensajes positivos, como parte de los festejos del 50 aniversario de Pacabtún.   

“Estamos hablando de un proyecto deportivo donde los antiguos deportistas nos apoyen a formar el club de fútbol. Quiero darle el reconocimiento a los deportistas de Pacabtún que son muy buenos".

Don Pipo también organizó torneos de fútbol en los caminitos de entrecalles cuando no había canchas. Recuerda que cada 6 de enero don Ricardo Sansores, un vecino, cerraba su calle y traía un conjunto, daba cerveza, cochinita pibil y refrescos a la gente. 10 años duró esa tradición.

“Todo el mundo esperaba el 6 de enero para pasarla bien padre en la calle de Don Pipo. Su esposa que era bailarina de folclore bailaba la Cabeza de cochino”, agrega Manuel. 

 

Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

 

La vivacidad de la que hablan ha decaído un poco. Ahora hay más obstáculos administrativos que impiden tener una fiesta de barrio como antes, las personas ya no asisten con la misma frecuencia. 

“Para serte sincero, los últimos eventos que hice ya no venía tanta gente, cuando antes hasta los políticos me decían: Di que tú haces el evento porque si decimos que es de nosotros no viene nadie”, cuenta Manuel. 

Es consciente de que cuando él ya no pueda seguir haciendo eventos deportivos y culturales en la colonia, posiblemente nadie más lo hará. Aunque en Pacabtún ha vivido grandes experiencias, él quisiera rentar una casa en Cordemex y volver al barrio que lo vio crecer, “aunque sea los fines de semana”.

Cuando le pregunto cómo le gustaría ver a Pacabtún en 10 años, dice: “Con mucha fiesta, mucho baile y diversión. Volver a ver a la gente participar”. 


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Edición: Estefanía Cardeña


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