Además de los poco más de 37 millones de votos necesarios para que la consulta de revocación de mandato sea vinculante, hay otros números que son de llamar la atención y son resultado de varias presiones para hacer de éste un ejercicio cuya función será más mostrar el músculo que promover entre la ciudadanía la idea de que en adelante tendrá la facultad de deponer a cualquier funcionario electo, cuando así lo considere.
En principio está la lista nominal. En las elecciones federales de 2018 el padrón registraba a 89 millones 123 mil 355 ciudadanos. Ahora, la lista es de 92 millones 805 mil 424 electores. Alcanzar esta cifra se antoja difícil, en parte por la novedad del ejercicio y a que, sin importar la propaganda, hay quien está convencido de que votó por Andrés Manuel López Obrador para que sea presidente durante un sexenio; no menos, y considera innecesario sufragar. Otro motivo es que la oposición ha mantenido el llamado a hacerle el vacío a la consulta, y en algunos sectores de la población ha logrado convencer.
El tercer factor es la cantidad de casillas a instalar este domingo. Si en 2018 hubo 156 mil 808, la cifra se redujo a 57 mil 516; apenas poco más del 35 por ciento de las empleadas hace ya casi cuatro años. Esto quiere decir que cada casilla tendrá que recibir, en promedio, a mil 613 electores, lo que se traduce en una potencialmente larga fila para sufragar. No hay manera de que haya menos boletas en la casilla: hay una para cada elector e incluso unas cuantas más. En las casillas especiales, apenas habrá mil boletas disponibles,
El violento recorte en el número de casillas no es sino resultado de la negativa del Congreso de la Unión a autorizarle al Instituto Nacional Electoral los recursos suficientes para la organización de la consulta. Argumentar que el INE tiene dinero es falso, pues el presupuesto que maneja está destinado de antemano a un fin preciso y “pellizcar” alguna partida para destinar una cifra a un objetivo distinto constituye desvío de recursos. Con presupuesto recortado, el INE ni esconde casillas ni teme a la participación del pueblo; por el contrario, históricamente, nuestra clase política, independientemente de colores y membretes, le aterra el espectáculo de una multitud de votantes sobre los cuales no tenga control.
El efecto de contar con menos casillas será precisamente inhibir la participación. Nadie espera una cantidad de votantes similar a la de 2021, es más, ni siquiera muy superior al porcentaje para hacerla vinculante. Eso sí, vamos a ver esfuerzos por mostrar la capacidad de convocatoria y organización de los partidarios del presidente. El ejercicio es para demostrar que se puede controlar los suficientes votos como para incidir en futuros procesos electorales, que se cuenta con una estructura sólida para 2024 y más adelante. Más que el efecto legal, lo importante es el efecto político.
Hasta ahora, el discurso de la oposición a López Obrador se encuentra desarticulado. Como fuerza política no han logrado ni separarse de la corrupción de pasados sexenios, ni ofrecido una alternativa a quienes se hayan desencantados del actual régimen -que sí los hay-, y tampoco plantear un escenario post 4T. La estrategia es hacer el vacío a la consulta del domingo, si es que están buscando reagruparse y elaborar un plan para presentar competencia el próximo año. El tiempo ya les está comiendo.
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