A casi dos meses de que tome posesión el nuevo gobierno en Q. Roo, el panorama económico obliga a estrategias que conduzcan a sinergias. Las condiciones no están para hacer las cosas de la misma forma y fondo que el pasado; hacerlo implica mantener una forma de vida y desarrollo que no conduce a ganar-ganar.
Es cierto, el peso mexicano es fuerte; otras monedas han reflejado fuertes devaluaciones. El precio del petróleo es bastante elevado, permitiendo altos ingresos no contemplados. El PIB nacional ha crecido al menos 1 por ciento en los últimos trimestres, arriba de las expectativas de expertos.
También es cierto que la inflación sigue aumentando y no se vislumbra una mejoría en la economía de Estados Unidos que impacte positivamente a la mexicana. Los recursos frescos de la federación se verán limitados por la nueva política de pobreza franciscana. INEGI reportó que en 2020 el PIB de Q. Roo apenas aportó el 1.3 % de todo el país (https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2021/pibe/PIBEntFed2020.pdf ); la deuda pública del estado está en zona de preocupación. Por otro lado, la población sigue creciendo y la producción de alimentos ha estado disminuyendo al tiempo que los costos de producción se han incrementado en forma alarmante. ¿Qué hacer?
Quintana Roo es mucho más que las diferencias entre partidos o intereses personales. Tenemos fortalezas, pero están dispersas. Falta una política pública que permita aprovechar las fortalezas de organizaciones privadas e instituciones públicas, en recursos humanos e infraestructura, para combatir las debilidades de cada una de ellas. Bajo principios de transparencia, sostenibilidad, buena gobernanza y cero impunidades, se puede diseñar una estrategia de articulación de esas fortalezas para atender los grandes retos en el estado. En otras latitudes se ha conformado grupos de trabajo por área crítica, con expertos que participan en crear soluciones prácticas y teóricas, incluyendo la capacitación continua, formación de recursos humanos hasta nivel doctorado e investigación con un modelo de acción participativa.
En Quintana Roo, puede haber grupos de trabajo, cubriendo los 4 niveles de la economía: primario sistemas alimentarios; secundario, proyectos y negocios para las micro, pequeñas y medianas empresas; terciario turismo y servicios; y cuarto, tecnologías de información y comunicación. Un quinto grupo podría ser para proyectos estratégicos a largo plazo que impulsen a Q. Roo a nivel internacional, por ejemplo, pensar en Cancún como un hub alternativo a Miami, para América Latina y el Caribe, para el movimiento de personas y bienes.
Tenemos personas con formación de excelencia en todas las instituciones educativas, incluyendo las pequeñas, ninguna puede atender por sí sola cada uno de los retos. Pero si pensamos en programas interinstitucionales con la suma de fortalezas se pueden crear sinergias para combatir debilidades y articular lo disperso alrededor de un eje temático, con trabajo que permita atender los problemas de corto plazo y preparar escenarios de largo plazo; en ambos casos con una adecuada vinculación con el gobierno y con la sociedad.
La nueva administración seguramente enfrentará preguntas para las que necesita excelentes respuestas, ¿estamos preparados o haremos más de lo mismo? Es tiempo de hacer cosas diferentes, aprovechar las fortalezas dispersas en el estado. Se puede recoger y sistematizar experiencias exitosas, replicarlas, hacer investigación pertinente, formar doctorados, sin más costo que la articulación de fortalezas.
Es cuanto.
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