El futbol mexicano y la teoría de los campos (4)

Si atendemos el planteamiento de Pierre Bourdieu, el campo del futbol mexicano ha sido eficiente en su cometido de reproducir la ideología dominante, pero, coyunturalmente, ahora mismo se ha perdido el equilibrio precario entre las relaciones diferenciales de fuerza que hay al interior de ese campo.

Un síntoma de lo anterior se apreció en una emisión de ESPN donde, después de la eliminación de México en el Mundial de Qatar, los comentaristas se quejaban de las ventajas que Televisa y TV Azteca tienen con respecto del manejo de la información referente a la Selección Mexicana, mismas que se traducen en exclusividad para entrevistar jugadores o para ocupar ciertos espacios en los vestidores o en las áreas de concentración, por ejemplo. Esas ventajas ilustran el tamaño de la rebanada de poder que esas televisoras tienen en el campo, a pesar de lo cual la Selección es buen negocio hasta para los que ocupan posiciones secundarias.

En firme, las malas decisiones y el pésimo manejo del producto de consumo hicieron que en este Mundial la afición careciera del entusiasmo acostumbrado y ello era visible hasta en los anuncios comerciales, donde los patrocinadores asumían el desgano de los probables espectadores. El futbol mexicano tenía que pagar por el abandono de la formación de jugadores, así como por la ocupación excesiva de plazas por parte de jugadores extranjeros de muy baja calidad y por la promoción de una liga sin ascenso ni descenso, todo ello en medio de la suspicacia de que a Qatar fueron aquellos jugadores que impusieron los patrocinadores a pesar de no ser los mejores o de no estar en la mejor forma.

Más allá de esto, el desprestigio de los dirigentes ha propiciado una gran dificultad para conseguir un entrenador que quiera arriesgarse a tomar el mando de la Selección, pues éste siempre termina acorralado por un juego de intereses que le impiden desarrollar un proyecto cabal. Los últimos entrenadores nacionales han terminado su ciclo hartos de estar en medio de un juego de intereses que no tiene el mínimo respeto por su trabajo.

Como quiera, el campo no se reconfigurará jamás si el espectador no asume alguno de sus roles potenciales (lo que, en términos de Bourdieu, ser define como “toma de posición”) y ello supone el desarrollo de una actitud crítica que lo saque de la esperanza vana y lo aleje de la euforia espontánea, para lo cual el espectador debe empezar a dejar de consumir la bazofia que se le ofrece hasta que todo cambie para dignificar un deporte noble que también lo edifique a él como consumidor, para lo cual es necesario un espectador que no se conforme con que gane su equipo, sino que lo haga demostrando dominio del juego e inteligencia táctica; un espectador, en fin, que no mire el juego con el hígado, sino con su cerebro y, ¿por qué no?, con su corazón, lo cual supone una nueva “acción pedagógica” ejercitada por el campo, misma que tendría su punto de partida en la formación de los jugadores.

Si queremos la redención real del futbol mexicano, debemos comenzar a invertir en el jugador como ser humano y no únicamente como atleta, lo que implica no sólo construir una mentalidad ganadora, sino, sobre todo, el dotarlo de todas las herramientas que le permitan ser un hombre de bien. El futbol es un deporte de asociación y, por tanto, se juega mejor cuando todos los actores poseen un sentido de colectividad. A la par de dominar el juego técnica, táctica y estratégicamente, el futbolista debe entender su tiempo, su realidad y su circunstancia personal; debe saber de dónde viene, debe estar informado sobre lo que sucede en el mundo en el que vive, debe ser magnánimo a partir del cultivo de su inteligencia, debe ser sensible y hasta medianamente culto, debe —además— poseer cultura financiera, tener sentido político y ético y buscar siempre la salud física, mental y emocional de él y de sus compañeros. Más todo ello requeriría un proyecto de mediano plazo que, sin embargo, quizá resulte menos costoso de lo que se piensa si se toma en cuenta que el futbol nacional está en su crisis más severa y que de ella no se saldrá pronto si no se actúa con inteligencia, pues Canadá y Estados Unidos ya tienen un proyecto deportivo exitoso y económicamente prometedor para el futbol y cada vez nos resulta más difícil ganarles en los torneos clasificatorios porque han asumido con seriedad la formación de jugadores y entrenadores (algo que hicieron en un terreno adverso, pues el futbol americano, el beisbol y el hockey sobre hielo han sido los deportes de más arraigo en esos países). 

Más hoy por hoy lo mejor que le puede pasar al futbol mexicano es que el espectador le vuelva la espalda hasta que no se le ofrezca un producto de calidad digna, no sólo en la cancha sino en la crónica del juego donde la mayoría de los comentaristas acusa un bajísimo nivel cultural, mismo que los lleva a decir barbaridades a la hora de narrar.

A pesar de su función marginal y pasiva, el espectador es el único agente con capacidad real para transformar el campo y comenzar a darle forma a una utopía. Sólo si el espectador deja de permitir que se comercialicen de manera abyecta sus emociones y sus frustraciones, se cumplirá el sueño de ver a México en una final de Copa del Mundo. De otra manera, estaremos definitivamente condenados a la eliminación en la primera ronda, si es que no nos quedamos fuera desde las eliminatorias. (Fin.)

Lee las otras entregas:

-El futbol mexicano y la teoría de los campos (1)

-El futbol mexicano y la teoría de los campos (2)

-El futbol mexicano y la teoría de los campos (3)
 

Edición: Estefanía Cardeña