El domingo 19 de marzo, como a las 7:30 de la noche, me senté a un ladito del stand de La Jornada Maya en la Filey y tomé algunas notas que transcribo a continuación: 77 personas participaron presentando, al menos 11, pero seguro muchas más, ayudaron a montar, desmontar y organizar el espacio durante toda la feria y organizamos 30 actividades a lo largo de la semana, un poco más de tres por día. Este texto es, brevemente, la historia de esos números a través de una colección de palabras que me ayudan a entender todo el esfuerzo que hicimos.
La primera palabra para contar esta historia no es en español: en la etimología del verbo hacer nos encontramos un ancestro del latín que es facere, y que me hace pensar en todo el trabajo previo, el que no se ve, cuando participas de un evento. Los días mandando mensajes y organizando información en un Excel es solo una parte, la más grande es el trabajo que se hace con las manos, los dos días anteriores al inicio de la feria tuvieron las manos de Efrén e Israel para montar la cúpula recordando el diseño que hicieron hace unos años, y también la mirada y manos de Sabina para apuntalar los recuerdos y complementar todos los cabos sueltos en el montaje del espacio.
Seguimos con mi palabra favorita, tal vez no sólo de esta lista, que es conversación. Cuando la cúpula se abre a la diversidad, también tiene que abrirse a la conversación y al encuentro. Durante los nueve días pasaron muchas personas a compartirnos su palabra, a preguntar sobre la trayectoria de La Jornada Maya o cómo suscribirse, y también a tomarse fotos como a nuestra nueva amiga Yásnaya que emocionada compartió un rato con nosotrxs. Entre tanto encuentro la lista se hace interminable, pero quisiera destacar a la incansable Astrid que se asía de las ramas y las aristas de las voces para hacer eco de cada una de ellas en todas las notas que salieron de las actividades que realizamos.
Después de tantos días la fatiga se hizo presente, no había café, chocolate o pan coreano que nos mantuviera con la energía completa, siempre había algo que hacer ya sea dentro de la feria, o fuera de ella. Las personas que venían a compartir sus experiencias o a presentar sus proyectos fueron viendo que nuestros cuerpos se iban agotando. La fatiga es una característica inherente a los esfuerzos extenuantes, estar en un lugar durante 12 horas al día ya lo es, pero se complejiza cuando tienes que llevar un periódico, realizar notas, o como es mi caso, dar clases antes de llegar a la feria.
No hubo día que me sintiera menos fatigado que el anterior, pero dentro de cada esfuerzo titánico se puede seguir andando cuando tenemos la capacidad de construir felicidad de manera cotidiana. Esta la descubrí en la mirada de todas las personas que participaron con nosotrxs, a la gran mayoría les conozco de hace algún tiempo y pensaba que era una gran oportunidad para abrir un espacio a muchas voces, y este coro llegaba usualmente con nervios al espacio, a menos de que fueran viejxs lobxs de mar, y se iban con sonrisas de oreja a oreja, no sólo por la satisfacción de haber logrado su tarea, sino también de, como me compartieron en muchos mensajes después, el agradecimiento de sentirse escuchadxs y de haber abierto puertas para nuevos encuentros.
El esfuerzo estuvo enfocado en abrir un espacio diverso, no solo incluyendo diferentes miradas sobre temas relevantes de coyuntura sino también abriendo espacios para voces que no suelen conversar en público de sus perspectivas. Esta mirada a lo múltiple, como bien apuntó Omar Felipe Giraldo en la presentación de su libro, se enriquece cuando nos percatamos que son muchos proyectos pequeños que empujan, aun sin saberlo, por un bien común que, como dirían lxs zapatistas, abra las posibilidades de construir un mundo donde quepan muchos mundos, o una cúpula donde quepan muchas voces.
Para finalizar, no me queda otra palabra más que agradecimiento, primero a La Jornada Maya por la curiosa forma en la que me invitaron a este proyecto, la cual contaré en otro momento, pero sobre todo a todas las personas que escucharon, hablaron, preguntaron, mandaron mensajes de WhatsApp, vieron las transmisiones en vivo o diferidas, presentaron sus ideas, se cuestionaron a si mismxs con nosotrxs, pasaron a saludar o simplemente estuvieron ahí cuando lo necesitamos.
Como toda despedida, saludo con una sonrisa y a la distancia a la Filey 2023, mientras tomo notas de bienvenida de la Filey 2024 que, aunque no lo crean, ya hay quienes se apuntaron, pues quieren habitar la cúpula abierta a la diversidad de La Jornada Maya el año que viene.
@Rulo Zetaka
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