La espera ha llegado a su fin / II

El decoro y ejemplar civilidad de Isabel II durante su reinado fue una práctica doméstica, reflejo de la practica democrática del parlamento inglés. Pero constreñida por su naturaleza oligarca, la Reina estaba sujetaba a dejarse conducir por sus voraces y depredadoras reglas cuando del resto del Mundo se trataba. ¿Qué otra cosa podía hacer hacia el exterior sino dejar hacer y obedecer las políticas coloniales y racistas sobre las que se fundó su imperio? El sofocamiento de la rebelión de los Mau Mau en Kenia, y el hostigamiento a Biafra en los 60’s mostró que el Imperio, su Imperio, estaba en retirada, pero vivo aún. La neutralidad política de la Corona británica es constitucional y ella siempre fue fiel a esa sujeción, a pesar de su amistad y simpatía con Nelson Mandela. Esta condición, nada ambivalente, le permitió afianzar la permisividad de la monarquía como un referente social de unidad, especialmente durante y después de la II Guerra Mundial, donde su familia dio muestra de entereza y empatía. Pero como el tiempo todo lo deshace, atrás fueron quedaron los años donde Gran Bretaña fue líder en textiles, química, manufactura y cultura, durante el siglo XIX y la primera mitad del XX.

Amén de los escándalos familiares (cada familia esconde sus esqueletos en el clóset) y lo cambios sociales que cada época conlleva - según su propia historia -, la monarquía británica lleva ya mucho tiempo en disonancia con sus habitantes, y la Commonwealth (la Riqueza Común) que ella encabeza como Jefe de Estado. Barbados renunció a esa jetatura en 1996. Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Granada, Jamaica y San Cristóbal y Nieves ya se han planteado esta opción, mientras Jamaica ha creado un comité para supervisar el proceso de cambio constitucional. En Canadá y Australia existen importantes movimientos políticos y corrientes de opinión a favor de la instauración de una república. En total son 54 Estados que la conforman. Todos ellos deben lealtad al nuevo Rey. Pero en casa las cosas no marchan bien.

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En un país donde hay más dispensarios públicos de comida gratuita que MacDonals, cierre de restaurantes y pubs a diario, rentas exorbitantes, pérdidas de empleo y una inflación arriba del 10 por ciento, la encuesta del Daily Express acerca de la Coronación arroja cifras relevantes: “Es poco probable que los grupos más jóvenes sintonicen la Coronación, ya que el 75 por ciento de los jóvenes de 18 a 24 años y el 69 por ciento de los de 25 a 49 años sienten apatía por la Coronación. Mientras que los mayores de 65 años parecen más pro-reales, con solo el 53 por ciento diciendo que les importa poco el evento.”

El sitio de internet YouGov preguntó: “¿Cuál es la posición de la opinión pública sobre la monarquía antes de la coronación? Las actitudes hacia la monarquía difieren más dramáticamente según la edad, y los jóvenes británicos son mucho menos propensos a apoyar el mantenimiento de la realeza que sus mayores. De hecho, mientras que el respaldo a la corona es del 79 al 15 por ciento entre los mayores de 65 años, los británicos más jóvenes están divididos: solo el 36 por ciento quiere mantener la monarquía en comparación con el 40 por ciento que quiere tener un jefe de Estado electo.”

El costo estimado del de la Coronación de  Carlos II es de 100 millones de Libras esterlinas, 125 millones 763 mil de pesos. Según una encuesta del 5 de Mayo el 55 por ciento opina que el Rey debe pagar por ella. El 31 por ciento dice que él no debe hacerlo, y el 14 restante no sabe.

El costo de las Coronación se medirá en dinero, pero también en tiempo, una moneda que el pan, la mantequilla y el té, conocen muy bien, a pesar de que los británicos no erigen barricadas al preferir hacer cola en espera de su turno. Mañana hay pronóstico de día nublado y lluvia en las calles de Londres. Veremos, desde el sofá, si es hora de abrir el paraguas dentro de casa, aún desafiando a la mala suerte.

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Edición: Fernando Sierra