Para los recién llegados a la península, los niños y niñas de ésta solíamos jugar “busca busca” que en otros lares llaman: “jugar a las escondidas,” (el jugador se pone de espaldas y sin mirar, cuenta en voz alta mientras todos los demás se esconden, al finalizar, sale a buscarlos), y el “pesca pesca” que le dicen “roña” y consiste en que: si el niño que trae la roña, logra tentar a alguno de sus compañeros entonces, quien fue tocado, será quien corretee a los demás.
Hoy frente a lo que estamos viviendo, me parece que urge que juguemos pesca pesca para contagiar el virus de la Paz; expandirlo por todas partes, inocular a todos los que nos rodean. La Paz no es gratis, no aparece de pronto, es una consecuencia; hay que buscarla y pescarla, tenerla como meta, como objetivo: convocarla con nuestra forma de vida.
En la página de las Naciones Unidas encontramos:
“Cada año, el Día Internacional de la Paz se celebra en todo el mundo el 21 de septiembre. La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado este como un día dedicado a fortalecer los ideales de la paz, mediante el respeto de 24 horas de no violencia y alto el fuego. Nuestro mundo necesita la paz más que nunca.
Este año el tema es “Acciones para la paz:”. […] Se trata de un llamamiento a la acción que reconoce nuestra responsabilidad individual y colectiva de promover la paz.”.
También podrás encontrar un audiovisual con el poema de la poeta nigeriana y mensajera de la Paz, Maryam Bukar Hassan “LA PAZ COMIENZA CONMIGO. Paz como una sonrisa, que todos pueden entender”.
¿Reconocemos nuestra responsabilidad individual y colectiva de promover la Paz? Me parece que la palabra Paz aparece cuando esta desaparece. Pareciera trabalenguas, pero es una realidad. Clamamos por la Paz cuando aparece la violencia, como si ésta, mágicamente brotara. La realidad nos muestra que la Paz, no es una paloma blanca ni una palabra bonita, hay que trabajarla, construirla, invertirle tiempo, dinero y esfuerzo. Escribirla con mayúscula.
A Mérida la han vendido como la Ciudad de la Paz y aún no me queda claro quién ganó y quién perdió. ¿Los que llegaron esperando algo que no existe porque exageraron los vendedores en su oferta? ¿Los locales que ya no tienen capacidad de comprar una casa en la ciudad o en la playa? ¿Cómo competir con los salarios que ofrece el estado con los ejecutivos del centro del país que tienen su oficina a distancia o con los que llegan con dólares huyendo del frío buscando la Paz?
Aparentemente, los únicos ganadores son las inmobiliarias y su ilimitada avidez. Ellos hacen sus construcciones atrayentes, pero habría que checar la calidad de sus materiales; ofrecen su producto más allá de las fronteras y después de vendidas, no les importa si tienen vialidades, agua, servicios y etcéteras. La parte humana no tiene la menor importancia.
Y es así como la costa yucateca se está llenando de edificios, conjuntos habitacionales, sin medir la fragilidad del sitio. ¿A dónde irán las aguas negras? ¿A alimentar a lo que comeremos? ¿De dónde vendrá el agua potable? ¿Hasta dónde se irán replegando los habitantes locales que ya no tienen salida de playa al mar para encontrarse con sus cayucos?
La Paz comienza conmigo, dice el poema que propone la ONU. Me pregunto si lo reflexionamos alguna vez. La realidad nos dice que en nuestras decisiones, no tomamos en cuenta a la Paz. Ni siquiera las inmobiliarias, que, me queda claro, llegara el tiempo en el que su voracidad les pasará la factura.
Vislumbro una bomba de tiempo. Los que vinieron “huyendo de la violencia” tendrían que cambiar su chip, por: “los que llegaron para construir la Paz en su nueva tierra”; los locales, ubicar al enemigo; tanto al que llegó engañado como al atropellado, nos toca hacer alianzas para enfrentar al que engañó y seguirá haciéndolo, si se lo permitimos.
Toca despertar y participar, comprometernos a construir la Paz. Por medio del diálogo, de debatir, buscar y encontrar respuestas que nos beneficien a todos. Ponerle un alto a la expansión, a la injusticia. Dejar de nadar de muertito y comenzar a ver lo que realmente está ocurriendo. Ya están aquí. Pero… ¿Cuál es el límite?
La Paz se construye despierto… ¡te pesqué!
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