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Foto: Pedro Guerra en Diario Yucateco, 15 de junio de 1910

Desde que en Occidente se estableció la libertad de imprenta y de difundir ideas, los periódicos han jugado un papel importante en la conformación de las sociedades. Es más, difícilmente ha habido entidades en las que exista una sola publicación; puede haber alguna dominante del mercado, pero no única en él. Gracias a ello podemos encontrar diferentes puntos de vista sobre los acontecimientos.

Es el caso en Yucatán de principios del siglo XX, que contaba ya con una prensa sumergida en la dinámica de la modernización y el Diario Yucateco era tal vez el periódico líder en el proceso. Una parte importante de su oferta al público eran las entrevistas con los personajes más relevantes del momento. Anteriormente, hemos mencionado a Francisco I. Madero, y en esta ocasión toca el turno al general Ignacio A. Bravo.

Bravo era posiblemente, después del ex gobernador Francisco Cantón Rosado, el militar más reconocido en Yucatán, especialmente después de haber ingresado a Chan Santa Cruz, que era la capital de los mayas rebeldes. Esa incursión, el 4 de mayo de 1901, es tenida aún como el episodio que marcó el fin de la Guerra de Castas, iniciada en 1847. El asentamiento maya pasó a ser nombrado “Santa Cruz de Bravo”, en honor al soldado.

El Diario Yucateco siguió de nuevo al general, ya que éste fue llamado para poner orden en Valladolid, donde el 4 de junio de 1910 había estallado una revuelta. Un mes después, el diario buscó a Bravo con el fin de hacerle una entrevista sobre tres temas: la campaña en Quintana Roo, los sucesos de Valladolid y el rumor de su candidatura al gobierno de Yucatán, y que llegó al público el 12 de julio de 1910.

El general Bravo ya era un hombre de edad avanzada, por lo que deja ver la fotografía aparecida en el Diario, publicada unas semanas antes. Igualmente, su estado de salud era delicado. Según menciona la entrevista, su estómago únicamente toleraba ingerir un par de huevos (posiblemente los conocidos como “abotonados”), un vaso de leche y galletas “de soda”. Aparte, su médico personal había pedido que se le trasladara a Mérida para brindarle mejor atención.

De la campaña, Bravo manifestó que ya desestimaba los encuentros con los mayas rebeldes, pues los enfrentamientos se reducían a emboscadas y rápidas huidas de los indígenas. En su opinión, “mientras no se inicie una cruzada contra ellos, pero en toda forma, seguirán los indios matando soldados en las emboscadas que les ponen en el monte mientras están en exploración”. El inconveniente, sin embargo, era el general Porfirio Díaz, presidente del país, a quien “le causa mucha compasión el que sea preciso matar a esos indios, que por el estado en que viven, son casi irresponsables de sus actos”.

Menos importante le pareció lo ocurrido en Valladolid, donde la supuesta “primera chispa” de la Revolución ya había sido sofocada. El testimonio de Bravo es fundamental para entender qué había ocurrido, pues por sus manos pasó toda la documentación que se presentó en el juicio contra los cabecillas Atilano Kantún, Maximiliano Bonillas y Atilano Albertos, quienes fueron fusilados. Bravo diría, y el periódico recalcó que sus palabras fueron tomadas textualmente: 

 “Se le ha dado más importancia de la que realmente tiene, a esa cuestión de Valladolid; todo se redujo a que unos cuantos individuos quisieron robar y asesinar a las gentes y la bola fue creciendo, envalentonándose los promotores del escándalo al grado de que llegó un momento que ya en la brecha no supieron qué hacer para salir del apuro y se propusieron defenderse, construyendo trincheras y armándose con cuanto encontraron a mano. Yo no acierto a comprender qué plan tuvieron esos hombres. Si el plan era político, muy tontos son esos políticos que ni siquiera supieron desarrollar sus planes, aunque mi opinión particular es, como ya lo he manifestado, que no se trataba de un plan político especial. Podré estar equivocado, pero esta es mi opinión.”

Y ahora que se discute en el Congreso de Yucatán que la conmemoración de esa “primera chispa” sea patrimonio inmaterial, vale la pena preguntar si hay seriedad y sustento histórico en la iniciativa, o se quiere crear otro producto para engañar turistas.

Aparte de su salud, el general Bravo se descartaba como candidato a gobernador. En la entrevista indicó que estaba enterado de “que un periódico en Yucatán había dicho que se rumoraba que él es el candidato para ocupar interinamente el gobierno de este Estado”. El periódico en cuestión había sido La Revista de Mérida, que pertenecía a la familia del ex gobernador Cantón y cada cierto tiempo proponía candidatos ajenos al grupo encabezado por Olegario Molina Solís. De hecho, al director de La Revista se le debe la invención de la “primera chispa”, pero eso es materia de otras noticias.

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Lea, del mismo autor: Inicios de la Revolución en Yucatán


Edición: Estefanía Cardeña


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