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Me duele Navidad

Tiempo para ver más allá del consumismo, la obligación y la indiferencia
Foto: Juan Manuel Valdivia

Sí, me duele Navidad. Me duelen esos  chiquitos que desde septiembre, los medios comienzan a retacar sus cabecitas de todooo lo que le pueden pedir a Santa Claus sin medir consecuencias. Me duele que en la lista no estén muchos libros que nos harían tanto bien.

Me duelen los animalitos que sufren el festejo de los que les gusta quemar su dinero.

Me duelen sus papás que se ahorcan en deudas para tratar de lavar sus culpas por el tiempo que no les han dado durante todo el año; por las nostalgias de lo que ellos esperaban y no recibieron y “no quieren que sus hijos sufran lo que padecieron” o terminan regalando lo que a ellos les hubiera gustado recibir y no comprenden por qué el niño o niña termina jugando con la caja, encantado de la vida.

Me duele “la obligación de reunirnos”, la presión de vernos “antes de que acabe el año”; de regalarnos ¿qué? ¡Lo que sea! Con tal de cumplir, aunque después llegue, junto con la “cuesta de enero”, el hartazgo de que no me agradecieron suficiente lo que di y no sepa dónde poner lo que me dieron.

Me duelen las mamás que tienen la obligación de mantener la tradición de montar una mesa esplendida que le toma toda la semana comprar y cocinar para que, cuando lleguen sus pollitos, esté totalmente agotada.

Me duele que la palabra Navidad haya sido secuestrada por la mercadotecnia que desapareció los nacimientos, porque no venden y en su lugar transformaron al obispo Nicolás de Bari, luego llamado San Nicolás, que dejaba regalos en los zapatos que los niños ponían afuera de sus casas, en un abuelo vestido de rojo, que vive en el Polo Norte con la Sra. Claus y cuyas películas son el alimento de los días navideños, llenándonos de  nostalgias de un mundo que no vivimos, porque en ellas no veo a los niños salir por las noches a cantar La Rama:

“Naranjas y limas / limas y limones / aquí está la reina / de todas las flores. // En un jacalito / de cal y de arena/ nació Jesucristo / para Noche Buena”, // Zacatito verde, lleno de rocío, el que no se tape se muere de frio. // A la media noche, un gallo cantó y en su canto dijo, ya Cristo Nació”. 

// DESPEDIDA SI DAN AGUINALDO// Ya se va la rama / muy agradecida, / porque en esta casa / fue bien recibida. // 

DESPEDIDA SI NO DAN // Ya se va la rama /con patas de araña /porque en esta casa / no le dieron nada.”

Ni tampoco a pedir posada como solíamos hacer, preparando nuestro corazón para la llegada del Niño Jesús, de lo que entonces era Navidad.

Peregrinos: “En el nombre del cielo /os pido posada, /pues no puede andar /mi esposa amada. // Posaderos// Aquí no es mesón, / sigan adelante. /Yo no puedo abrir, / no sea algún tunante. // Peregrinos //No seas inhumano, /tennos caridad, /que el Dios de los cielos /se los premiará. // Posaderos // Ya se pueden ir / y no molestar, / porque si me enfado / os voy a apalear. // Peregrinos Venimos rendidos / desde Nazaret, /yo soy carpintero de nombre José//. Posaderos No me importa el nombre, /déjenme dormir, / pues yo ya les digo / que no hemos de abrir. // Peregrinos // Posada te pide, /amado casero, / por solo una noche/ la reina del cielo.// Posaderos // Pues si es una reina /quien lo solicita, / ¿cómo es que de noche /anda tan solita? // Peregrinos // Mi esposa es María, / es reina del cielo, / y madre va a ser/del Divino Verbo. // Posaderos // ¿Eres tú José?/ ¿Tu esposa es María?/ Entren peregrinos, / no los  conocía.// Peregrinos // Dios pague, señores, /vuestra caridad,/ y que os colme el cielo /de felicidad.//Todos //¡Dichosa la casa/ que abriga este día/ a la Virgen pura,/la hermosa María.// (Los posaderos abren la puerta y dejan entrar a los peregrinos)// ¡Entren santos peregrinos,/ reciban este rincón,/que aunque es pobre la morada,/ os la doy de corazón!/ ¡Cantemos con alegría/ todos al considerar/ que Jesús, José y María/ nos vienen a visitar!//

Ayyy, me duelen los niños de Palestina donde, desde siempre, se encuentra Belén, esperando el milagro de ser reconocidos como seres humanos que merecen tener un país donde puedan en vivir en libertad y armonía.

Acompañemos a los peregrinos estos seis días de traslado desde Nazaret hasta Belén, invitando a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a detener la prisa y a construir la paz que merecemos. ¡Feliz Navidad!

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Lea, de la misma autora: Las mil y un charcas de preguntas

 

Edición: Fernando Sierra


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